Estaba Dolores Umbridge en el despacho del sanador.
--Pues la verdad me gustaría perder algunas libras--dijo ella con esa horrible voz chillona--se que no lo parece pero últimamente estoy más... rechoncha. Y se rió como una niña pequeña.
El sanador revisó sus estudios y diagnósticos con calma y luego le dijo.
--Su caso es muy simple señorita Umbridge, va a empezar a hacer unos pequeños movimientos con la cabeza de izquierda a derecha.
--¿En verdad? ¿Y cada cuando tengo que hacerlos?
--Cada que alguien le ofrezca comida.