La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Una noche para olvidar capítulo 1 Noche de brujas

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gabrielle62

gabrielle62


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MensajeTema: Una noche para olvidar capítulo 1 Noche de brujas   Una noche para olvidar capítulo 1  Noche de brujas I_icon_minitimeLun Jun 02, 2014 5:34 pm



Título: Una noche para olvidar
Autor: gabrielle62
Personajes: Harry Potter, Severus Snape
Género: Accion, Angustia, Aventura, Drama, Horror, Humor, Romance
Clasificación: NC-17
Advertencias: Muerte de un personaje
Capítulos: 3
Publicada: 31/10/09
Palabras: 11924
Actualizada: 22/11/09
¿Completa?: Sí

Resumen: Los hijos de Harry van a pasar la noche de Halloween a Hogsmeade, pero no será tan idílica como pensaban.

Notas de la historia:

Respuesta al reto de la Mazmorra del Snarry: "Escalofríos en La Mazmorra". Espero que os guste. Besos.
La noche de Halloween era el momento más importante del año para el calendario esotérico. En esa fecha se unían las fuerzas astrales, por eso era el momento ideal para realizar ceremonias de poder e intensificar la capacidad mágica que todos los Magos llevaban dentro.


En la última noche de octubre, la frontera que separaba el mundo natural y el sobrenatural no existía. Halloween era una fecha de poder y de fiesta en el Mundo Mágico, en que la clarividencia se incrementaba y el magnetismo alcanzaba su punto álgido. Se celebraba el último día de octubre, que marcaba además el Año Nuevo de los celtas.

Las hogueras que encendían los sacerdotes druidas relumbraban en lo más alto de las colinas y el resplandor se veía desde muy lejos. Por eso dentro de la tradición, Halloween se celebraba con fuego escribiendo los deseos en un trozo de pergamino para después quemarlos en la hoguera.

Los druidas encendían las fogatas, para alejar las energías aciagas convocados por Samhain* y proponían a la gente que dejaran platos con comida en el umbral de su casa para apaciguar la furia de las entidades negativas. De ahí procedía la tradición de Halloween que empezó en Estados Unidos y que ya se había extendido por muchos países.

En el Mundo Mágico, como en el muggle los niños, disfrazados, iban de casa en casa a exigir golosinas bajo amenaza de travesuras o pequeños hechizos, si el dueño de casa se resistía a obsequiarles dulces o galletitas.

Justamente eso era lo que pretendían hacer los hijos de Harry y la mayoría de los alumnos de Hogwarts de los de cursos inferiores, ir a Hogsmeade a llamar casa por casa y jugar al truco o trato. Si no obtenían los dulces que pedían, pobre del que se negara a dárselos, pues su pelo se podía volver multicolor, crecerles orejas de burro o algo por el estilo…

Para sus hijos esa celebración era muy divertida y el día anterior, se habían pasado toda la tarde vaciando y decorando la enorme calabaza* que Hagrid les había regalado y que ahora presidía la sala de estar alumbrando la estancia como un sombrío y terrorífico recordatorio de la fecha en la que se encontraban.

A Harry seguía sin gustarle ni un poco ese día, Halloween le daba malas vibraciones pues todos los acontecimientos desagradables de su vida habían sucedido en esa fecha, empezando por la muerte de sus padres, la aparición del troll de las Montañas, en su primer año en el colegio o cuando Sirius, que había huído de Azkaban irrumpió en Hogwarts rompiendo el retrato de la Dama Gorda en busca de Pettigrew, y el Director obligó a todos los estudiantes a pasar la noche en el Gran Comedor, creyendo que Black trataba de asesinar a Harry.

El sorteo de Los Tres Magos, donde debido a la artimaña de Barty Crouch él se vio obligado a participar con solo catorce años y no pudo evitar la desgraciada muerte de Cedric Diggory a manos de Voldemort, también sucedió ese día.

No, definitivamente Halloween no era una fecha agradable para Harry, solo le traía malos recuerdos.

En ese instante caminaba por Hogsmeade dispuesto a regresar a Hogwarts pues ya había realizado todas las compras que tenía que hacer: varias plumas y pergaminos que necesitaba y los disfraces de Halloween para Albus y Lily sus hijos pequeños.

Su hijo mayor James y sus amigos irían disfrazados de acromántulas, sonrió al imaginar lo que diría Ron, el padrino de su hijo mayor al respecto cuando le viera de esa guisa. Ron detestaba las arañas.

Para Albus había adquirido un magnífico disfraz de cíclope, justo el que el pequeño quería, aunque a Harry le parecía francamente horroroso y para Lily de siete años uno de kneazle.

—¿Harry…?


Cuando oyó aquella voz que pensó que nunca volvería a escuchar, todas las alertas de Harry se dispararon. Antes de volverse para enfrentar a Ginebra Weasley, su ex esposa, Harry cerró con fuerza los ojos, apretó los labios y los puños y contó hasta diez, luego… poniendo una expresión lo más neutra posible en su rostro se volvió a mirarla.


Ginny, siempre había sido guapa y aún a su pesar Harry debía reconocer que estaba preciosa vestida y maquillada a la última moda muggle, aunque observó que estaba muy delgada. Era una lástima que su aspecto fuese una de las pocas cosas que le preocupaban, además del éxito social.


Cualquiera de esas dos cosas le importaba más que sus hijos, y Harry no hacía esta afirmación porque sí sino porque ella misma se lo había demostrado hacía seis años, cuando les abandonó.


—¿Qué haces aquí Ginny?—dijo en un tono que sonó como si la hubiese visto el día anterior.


—Quiero verlos…por favor.


—No—contestó Harry tajante y frío— perdiste ese derecho cuando renunciaste a ellos. Fui a buscarte a París ¿recuerdas Ginny? Te supliqué que no abandonaras también a los niños. Tu respuesta fue Estarán mejor contigo


—Por favor Harry—suplicó la pelirroja al borde del llanto—Fue la mayor equivocación de mi vida, pero quiero remediarlo en la medida de lo posible.


—¿Y como piensas lograr eso Ginny? Los niños llevan seis años sin verte, sin saber nada de ti. Ya no te conocen.


—Lo sé—sollozó la mujer tapándose la cara con las manos—y es todo culpa mía, pero necesito verlos, son mis hijos, les echo tanto de menos…


—¡Es irónico cuando menos! ¿Me estás diciendo que has tardado seis años en echarles en falta?—se mofó Harry— ¿Qué paso? ¿Acaso tu amante se cansó ya de mantenerte?— estaba siendo cruel y lo sabía pero no le importaba, Ginny les había causado un gran dolor a él y a sus hijos.


>>A ver si te enteras de una vez Ginny…los niños no son juguetes que puedas coger o desechar cuando te de la gana.


—Harry, mi vida no ha sido como crees, si tan solo me dejaras explicarte… no me los niegues por favor o no sé de lo que sería capaz.


—¡No intentes amenazarme Ginny…! porque yo sí que no sé de lo que soy capaz si intentas si quiera quitarme a los niños—los ojos verdes destilaban ira—¿Sabes qué? No voy a perder un minuto más de mi precioso tiempo contigo. No quiero saber nada de ti y no me interesa lo que hayas hecho durante este tiempo con tu vida ¡Vuelve con tu amante y déjanos en paz!


—Tómalo como quieras Harry, he venido para verlos y lo haré. Sé que convivís con Snape, que ahora sois pareja y me alegra que hayas rehecho tu vida pero no me gusta que ese hombre esté cerca de mis hijos—dijo la pelirroja con determinación recomponiéndose.


Harry sintió deseos de echarle una maldición.


—Eso ya lo veremos Ginny, tú solo intenta verlos sin mi permiso…Y no te atrevas a meterte con Severus, él ha sido maravilloso con los niños, en los dos años que llevamos juntos hemos formado una verdadera familia, les ha dado a los niños todo el cariño, comprensión y seguridad que tu con ser su madre no fuiste capaz de darles porque solo pensaste en ti—gritó Harry muy enfadado, mientras le daba la espalda y se alejaba de ella a grandes zancadas.


— ¡Harry por favor, no te vayas! No quise decir eso…—gritó la pelirroja con voz rota, pero Harry no podía soportar aquello ni un segundo más, le hervía la sangre y prefería poner tierra por medio antes de decir algo más, de lo que seguramente se arrepentiría después.




oOoOo




La admiración que Ginny sentía hacia él se había evaporado al mismo tiempo que Harry comenzó a negarse a ir a las fiestas que el Ministerio y algunos influyentes Magos daban después de la guerra, demasiado a menudo para su gusto. A éstos solo les interesaba que fuera a esos eventos porque les daba prestigio tener en su fiesta a El Salvador del Mundo Mágico, el verdadero Harry les importaba muy poco. Su esposa decía que era un exagerado, que por supuesto que le apreciaban por sí mismo, pero Harry sabía la verdad, y estaba muy harto de sentirse como un mono de feria.


Ginny disfrutaba realmente de aquellas reuniones sociales que le permitían lucir sus mejores vestidos y joyas, pero Harry no conseguía sentirse a gusto y aunque no se negaba en redondo a asistir, sobre todo teniendo en cuenta lo mucho que Ginny disfrutaba y también, porque no decirlo, le presionaba para que asistieran, podía tolerar como mucho media docena de eventos de ese tipo al año.


La pelirroja no opinaba igual. Al casarse con Harry Potter esperaba obtener la fama, dinero y reconocimiento que el joven merecía, después de todo, su esposo había acabado con Voldemort, salvando al Mundo Mágico de su peor pesadilla…Y podía haber optado al puesto que quisiera, incluso al de Ministro en unos años de habérselo propuesto.


Pero Harry no quería reconocimientos ni medallas, solo ansiaba una hermosa familia junto a Ginny y su trabajo de Auror. Eran más que suficientes para él, quería vivir su vida a su antojo sin presiones de nadie. En una palabra quería ser lo más anónimo posible, y aunque era consciente de la imposibilidad de sus deseos porque nunca iban a dejarle en paz del todo, pretendía hacer todo lo posible al respecto, por eso reconstruyó el que fuera hogar de sus padres en el Valle de Godric para él y su familia.


Para Ginny, que amaba la vida social de los Magos en Londres fue como enterrarla en vida, se aburría mortalmente y los niños la agobiaban. Ella no había nacido para ser un ama de casa como su madre, consideraba que valía mucho y se merecía también mucho más de lo que ahora tenía. Ni siquiera su trabajo de reportera en El Profeta le compensaba.


Poco después de nacer Lily, el matrimonio se rompió definitivamente cuando Ginny conoció a André Mierrand, un joven reportero deportivo, hijo único y heredero de uno de los emporios de la comunicación francesa, André era cinco años más joven que ella y el alma de las fiestas y Ginny abandonó a su familia para fugarse con él. Tuvo el detalle de dejar una nota en la que le decía a Harry que ya no le amaba, que a su lado no se sentía realizada y que todos estarían mejor sin ella.


A Harry no le entraba en la cabeza que Ginny fuera capaz de abandonar así, sin más a sus hijos, tres niños pequeños que la necesitaban más que a nadie. Que no le quería a él, vale, dolía pero podía soportarlo, pero los niños…eran otra historia muy distinta, no tenía que dejarlos de lado, de hecho, Harry consciente de lo mucho que la necesitaban casi le había suplicado que no abandonase a los niños pues ellos no tenían la culpa de nada. Ginny simplemente los había dejada atrás como si fueran unos apéndices molestos, eso era algo que Harry jamás podría perdonarle.


—Contigo estarán mejor…—le había dicho la pelirroja con total desfachatez, durante la monumental pelea que tuvieron en París, al presentarse Harry en la suite del lujoso hotel que Ginny compartía con su amante, la misma donde Harry dejó inconsciente a André de un puñetazo, por meterse en medio de su discusión con la que aún era su mujer.


Sí, fue a buscarla, dispuesto a humillarse si era preciso por recuperar su matrimonio, el joven tenía una herida en el alma que no se curaría fácilmente, pero estaba dispuesto a perdonarla e intentarlo de nuevo, sobre todo por los niños que no habían hecho nada para merecer su abandono. Ginny había resultado ser una tremenda materialista, frívola, malcriada e incapaz de querer a nadie aparte de sí misma, una oportunista capaz de todo por ascender socialmente.


—Que tengas mucha suerte en tu nueva vida Ginny, espero que no se te ocurra reclamar más adelante ningún derecho sobre los niños, ahora son solo míos, has perdido el privilegio de ser su madre y lo has decidido tu sola.



Ginny no le contestó.


Lily tenía apenas dos años cuando Ginny se marchó, Albus cinco y James siete años de edad. Harry, por aquel entonces creyó que enloquecería, pero un buen día dejó de lamentarse, sacó fuerzas de donde ni siquiera sabía que las tenía, rompió con su pasado, cerró su casa en el Valle de Godric, abandonó su puesto como Jefe de Aurores en el Ministerio y se trasladó con sus hijos a Hogwarts, aceptando el puesto de Profesor de Vuelo que Minerva McGonagall, actual Directora de Hogwarts, le había ofrecido hacía tiempo y siguió adelante con su vida…


Necesitaba alejarse y comenzar de nuevo y no conocía lugar mejor que el Colegio de Magia y Hechicería, el primer lugar que consideró como su hogar, para lograr sus propósitos. Solo mantenía contacto con Ron y Hermione que eran como sus hermanos además de sus mejores amigos y padrinos del mayor de sus hijos. De ellos no podía huir, tampoco lo deseaba.





oOoOo



— ¡Papá…papá ayudanos…!


Severus vigilaba el sueño de Harry con preocupación pues su pareja, al parecer, estaba teniendo una espantosa pesadilla, le zarandeó un poco pero Harry seguía moviéndose de un lado a otro con el rostro en tensión y la boca abierta resoplando y tenso como la cuerda de un violín.


— ¡Papá por favor ayúdanos, nos atrapará...!—oía gritar a Albus.


—¡Nos va a matar! Papa, papaíto por favor ayúdanos…—Harry escuchaba los sollozos de su hija pequeña mientras su corazón se rompía en mil pedazos.


— ¡Por favor papa…por favor…tengo miedo!—grito una vez más su hijo pequeño de forma desgarradora.


—¡¡Albus…Lily…ya voy hijos míos…!—Harry se despertó de golpe, llamándoles con la voz rota por el dolor mientras corría desesperado a las habitaciones de sus hijos. Severus le siguió de cerca, sin saber muy bien como actuar.


Halloween se acercaba y sabía que Harry no guardaba buenos recuerdos de esa celebración. De hecho no le gustaba en absoluto, y a decir verdad a él tampoco.
Además su encuentro con Ginebra Weasley su ex aquella misma mañana, había puesto a su pareja muy nervioso.


Ahora desde su posición apoyado en el marco de la puerta de la habitación de Lily, Severus pudo apreciar como el alma regresaba al cuerpo de Harry cuando pudo comprobar que su hija pequeña dormía feliz en su camita blanca abrazada a su peluche favorito, Severus también suspiró de alivio. Las pesadillas de Harry, si bien no ocurrían frecuentemente, solían ser a menudo premonitorias, de ahí su preocupación.


Tras darle un beso en la frente a su hija pequeña, lo dos se dirigieron hacia la Torre de Gryffindor, casa a la que James y Albus pertenecían comprobando aliviados que James, de trece años, yacía en su cama desmadejado y al parecer, soñando algo que le hacía muy feliz dado la sonrisota que iluminaba su pecosa cara.


James se parecía mucho a su madre físicamente pero en el carácter, era tan travieso y bromista como sus tíos gemelos a su edad también él causaba estragos en Hogwarts, y tenía en la tienda de su tío George, una provisión permanente de toda clase de artículos de bromas y encima… ¡gratis!


Albus por su parte, dormía encogido como un ovillo en posición fetal con sus compañeros de primer año, era muy parecido a Harry a su edad, pero más tímido y reservado. Severus estaba convencido que esto se debía a que la arrolladora personalidad de James opacaba la más tranquila de Albus.


Severus y Harry llevaban ya dos años conviviendo como pareja, y el mayor, consideraba a los niños como su familia, les quería como si fueran sus propios hijos y los chicos le adoraban a su vez.


Ahora todo parecía idílico, pero no había sido nada sencillo, sobre todo para los niños, que abandonados por su madre tenían en su padre su mayor referencia y apoyo. Aceptar a alguien más en la vida de Harry y en las suyas propias, no había sido fácil para ellos, más aún tratándose de Severus Snape, el temible profesor al que su fama precedía.


Les había costado más de dos años llegar al punto en que se encontraban ahora… primero fueron colegas y poco a poco se fueron haciendo amigos, algo que teniendo en cuenta su pasado lleno de episodios desagradables y odio mutuo, era un verdadero logro.


Convertirse en pareja fue una tarea más ardua todavía pues la experiencia sexual de Harry no es que fuera precisamente muy extensa y además nunca antes se había sentido atraído hacia ningún hombre, por lo que Severus tuvo que redoblar sus esfuerzos hasta lograr que Harry se enterase de que él no lo quería solo como amigo. Para Harry dejar atrás la decepción que supuso el abandono de Ginny y asumir que se sentía atraído sexualmente por un hombre por primera vez no fue sencillo.


Cuando Severus le besaba, le ofuscaba de tal forma que lograba que se olvidara del mundo, haciendo que se sintiera más querido, comprendido, protegido y deseado que nunca.


Una vez que asumió que deseaba y amaba a Severus con todo su ser y que él era lo que siempre había buscado en una pareja, decidió dar una oportunidad a su felicidad y también decidió que a los que les criticaban y no aceptaban su relación, les podían dar mucho por donde amargaban los pepinos.


La vida no había sido precisamente un camino de rosas para ninguno de los dos. Ambos sabían por experiencia que las cosas que realmente merecían la pena eran aquellas que más esfuerzo requerían y habían puesto lo mejor de sí mismos para que su relación saliera adelante y formar un hogar con los niños, una familia de verdad.


Severus no entendía como Ginebra Weasley podía haber abandonado a su familia de la forma que lo hizo, cuando él siempre había deseado tener una, pero aún concebía menos que pretendiese volver como si no hubiera pasado nada.


Cuando regresaron a la cama, ninguno de los dos podía pegar ojo. Harry porque tenía un mal presentimiento respecto a la pesadilla que acababa de sufrir y estaba muy nervioso tras su encontronazo con Ginny… y Severus porque estaba preocupado por su pareja.


Harry se puso tierno, acurrucándose y abrazando a su pareja con brazos y piernas, y Severus se dispuso a darle el desahogo que éste necesitaba de la mejor forma que conocía…


Severus acunó las mejillas de Harry con ambas manos mientras asaltaba su boca, recorriendo sus labios con delectación mordisqueándolos hasta hacerle ceder, cuando Harry le dio acceso a su boca, su amante recorrió con la lengua a placer cada uno de sus recovecos y las lenguas se entrelazaron en una dulce lucha, en la que Severus, al menos de momento llevaba las de ganar.


Abandonó unos instantes la boca de su pareja, para bajar por su mandíbula sin dejar de besarle hasta alcanzar su cuello y concentrarse en ese punto entre el cuello y el hombro donde más evidente era el dulce latido de Harry.


Severus fue soltando uno a uno los botones del pijama, dando besos de mariposa a cada porción de piel que descubría, hasta que tuvo el jadeante y hermoso torso de Harry a su entera disposición. Metió su nariz entre el suave vello negro aspirando su aroma, lamiendo y succionando los sensibles pezones, hasta dejarlos totalmente duros, mordisqueando primero uno y luego el otro, recreándose en amarle, mientras el bulto en el pantalón de pijama de Harry era cada vez mas evidente. Severus se dispuso a solucionarlo, bajando hacia el sur de su pareja, lamiendo cálidamente la fina pelusilla que nacía en el ombligo y se perdía bajo el pantalón de pijama, tiró de la pretina del pantalón y enseguida tuvo la deliciosa polla de Harry a su entera disposición, pues su pareja siempre dormía sin ropa interior.


Aquella noche Severus quería hacerle el amor mejor que nunca antes, sabía que Harry necesitaba aquello pero también era importante para él, era un hombre inseguro al que la repentina aparición de la pelirroja no había hecho la menor gracia. Necesitaba demostrarle a Harry que le deseaba y amaba más que nadie e intentó hacerlo poniendo el alma en cada caricia.




&&&&&&&&&&&&



Harry se dejaba hacer, sabía lo que su pareja pretendía al hacerle el amor de aquella manera tan sublime... Conocía muy bien a su compañero y sabía de sus inseguridades, aunque Severus no tenía nada de lo que preocuparse pues el corazón de Harry hacía tiempo que le pertenecía totalmente y sin reservas.


Pero eso era algo que le demostraría cuando llegase su turno ahora se dejaba hacer y disfrutaba cada caricia. Severus acarició su erección con un dedo y lamió el líquido preseminal que brillaba en la punta de su polla. Sintió que se derretía cuando la lengua de Severus recorrió su pene desde el prepucio hasta la base y continuaba con sus huevos que atrapó en su boca uno a uno mordisqueándolos a placer, haciendo que Harry se agarrase a cada lado de la cama mientras se arqueaba una vez más de forma imposible y sudaba y jadeaba a partes iguales.


No pudo evitar gritar cuando la traviesa lengua de su amante, tras recorrer una y otra vez la sensible piel del perineo…se concentró en su entrada penetrando con su lengua en ella lo más posible, una caricia que Harry adoraba.


—¡Ooooooooohmerlinbenditosiiiiiiiiiiiiiiiii!—siseó retorciéndose como una serpiente, totalmente extasiado.


Cogiendo la varita que tenía sobre la mesilla de noche Severus apuntó a mi culo e inmediatamente la desagradable sensación, que ese hechizo en particular, siempre provocaba en su interior estremeció a Harry, pero Severus hizo que rápidamente se olvidara de eso al introducir un dedo en su interior preparándolo, devorando con la boca su hinchada polla… recorriéndola luego en sentido inverso rozándola traviesamente con los dientes en toda su longitud haciendo gemir a Harry ante la increíble sensación que lograba erizar hasta el último vello de su cuerpo.


Severus se entretuvo especialmente en su sensible glande mientras con mirada lujuriosa observaba cada reacción de Harry los ojos verdes se oscurecían de pasión cuando sentía a su pareja mirarle de aquella forma. Sabía que a Severus le encantaba hacerle “sufrir”de aquella manera y observar sus reacciones ante sus caricias. Otro dedo fue introducido en su interior y esta vez su próstata fue acariciada expertamente logrando lo que buscaba, que Harry se arqueara una vez más de forma imposible, gritando de placer mientras su próstata era acariciada una y otra vez hasta que no pudo articular dos silabas seguidas de forma coherente y se corrió en la boca de Severus que diligentemente recogió en su garganta hasta la última gota del néctar de su pareja.


Cuando Harry intentó protestar Severus le besó apasionadamente de nuevo y le dijo:


—Relájate Harry…la noche no ha hecho más que empezar.


Aquello sonaba muy excitante, más aún dicho con aquella voz tan ronca y excitante que Severus reservaba solo para él.


—Como digas amor—repuso su pareja en el mismo tono— pero me toca…


Era el turno de Harry, quien sin perder un minuto más y ansioso como estaba por devorar a su pareja, tomó el control y se colocó a horcajadas sobre Severus dispuesto a devolverle con creces “la tortura” sufrida. Acarició con sus dedos en el sedoso cabello de su amante, obligándole a incorporarse un poco para poder devorar su boca a placer, notó las acariciantes manos de Severus en su nalgas guiándole y gimió dentro del beso que no quería romper aún, mientras Severus se introducía en él, agarrándole por la cintura para guiarle…


Instantes después…Severus pensaba que ver a Harry cabalgando sobre él de esa forma, con la cabeza echada hacia atrás, los deliciosos labios rojos entreabiertos y gimiendo por él, era la mejor imagen que la vida podía ofrecerle.



oOoOo



Albus estaba harto de lidiar con Lily toda la tarde. James, el muy caradura, se había ido con sus amigos a Las Tres Escobas, dejándoles solos, desobedeciendo las ordenes de su padre. Cada uno llevaba una bolsa llena hasta arriba de dulces y chuches, todo el mundo les conocía y ser el hijo de Harry Potter tenía sus ventajas.


Pero Lily nunca tenía bastante y eso que cargaban con dulces para todo el año. Insistía una vez y otra en llamar a aquella casa, la última del camino y Albus ya no sabía como decirle que no, estaba cansado y harto pero no era solo eso, la casa le daba muy mala espina. Ahora se maldecía por haber hecho caso a Lily y haberse dejado convencer.


Cuando la puerta se abrió sola y sus goznes chirriaron de modo siniestro, deberían haberse marchado de allí a toda velocidad, pues tras ella no se veía a nadie, solo un oscuro recibidor, tras el que se divisaba un interminable pasillo lleno de puertas, iluminado tan solo por la débil luz de los candiles que pendían de la pared, al fondo se divisaba una deteriorada escalera de madera que ascendía hasta los pisos superiores. El lugar rezumaba a podredumbre y el polvo se amontonaba encima de los escasos y viejos muebles como si llevara años deshabitada.


Albus nunca supo qué fue lo que le indujo a traspasar el umbral excepto tal vez su maldita curiosidad que superaba cualquier otro recelo. Cuando la puerta se cerró tras ellos bruscamente, corrió hacia ella e intentó abrirla pero ya era demasiado tarde, un escalofrío recorrió su espina dorsal y comenzó a sudar frío. Estaban atrapados.


—¿Quien eres…?—logró preguntar Albus muerto de miedo al extraño ser que acababa de aparecer de repente ante ellos. El hombre, si es que se le podía considerar como tal, era alto y delgado, tenía la mitad de la cara terriblemente desfigurada y solo tenía un ojo, la cuenca del otro estaba vacía, sus dientes eran desiguales y los caninos eran más largos de lo normal, aunque sin llegar a ser los de un vampiro. El cabello era de un tono pajizo y le caía a ambos lados de las chupadas mejillas sucio y desgreñado, sus uñas eran muy largas y afiladas. Todo en él era oscuro, incluso su vestimenta.


—Bienvenidos a mi hogar pequeños—dijo con una voz tan desagradable como su persona.


—Solo veníamos a jugar al truco o trato…pero ya nos vamos no le molestaremos más—dijo Lily con voz apenas audible de lo asustada que estaba.


—¿Tengo yo cara de querer jugar a ese estúpido juego pequeña?—preguntó acercando su rostro tanto al de la niña que ésta retrocedió aterrada—bonitos disfraces…bien por si no lo sabíais no vais a salir vivos de aquí, me venís de perlas para mis propósitos, pero como aún son apenas las nueve de la noche y el ritual que tengo pensado no puede celebrarse hasta las doce en punto…tenéis tres horas para intentar escapar de mí, será muy divertido ver como lo intentáis ¡ Vamos! ¿A qué esperáis para echar a correr?—aulló—. Solo contaré hasta diez.


No hizo falta que se lo repitiese dos veces, Lily se agarraba al brazo de su hermano tan fuerte que le hacía daño mientras temblaba como una hoja y apretaba los ojos con fuerza como si con ese simple gesto pudiera hacer desaparecer el objeto de su pesadilla.


Cuando abrió los ojos y vio que aquel tío tan feo seguía allí, comprendió que la que tenía que desaparecer era ella y… ¡ya! Así que echó a correr lo más deprisa que podía escaleras arriba en cuanto Albus la cogió con fuerza de la mano y tiró de ella.


—¡Corre Lily!—susurró desesperado sin dejar de correr casi arrastrando a Lily que al ser más pequeña no podía correr tanto como él — ¡Corre todo lo que puedas por favor…!— le suplicó angustiado y con el corazón en la garganta, mientras rogaba mentalmente que su padre y Severus acudieran pronto a rescatarles, pero ¿Cómo iban a hacerlo sino sabían donde estaban? El niño no tenía esperanzas de poder esconderse durante mucho tiempo de aquel horrible ser, y no se atrevía a pensar en lo que éste les haría si los atrapaba. No. Mejor no pensar en eso sino en proteger a Lily e intentar mantenerse a salvo, aunque no tenía la menor idea de cómo hacerlo.


Estaban metidos en el mayor lío de sus cortas vidas. ¿Cómo diablos iban a salir de allí? Las lágrimas empañaron sus lindos ojos verdes, él no era un llorón pero nunca en su vida había tenido tanto miedo.


Odió a James como nunca antes, por dejarle solo y se maldecía una y mil veces por no haberse negado a los deseos de su hermana, y haber hecho caso omiso a su mal presentimiento. Desde que la puerta de aquella maldita casa se había abierto se habían visto inmersos en la mayor pesadilla de sus cortas vidas.


Si lograba salir de ésta golpearía a James con todas sus fuerzas hasta cansarse.



oOoOo







*Sanhaim (del gaélico Samhuinn, pronunciado sou'en) constituye la tercera y última de las Fiestas de la Cosecha. Significa, literalmente, el fin del verano. Es la festividad pagana más importante del año, puesto que marca el comienzo del Año Nuevo celta y, asimismo, el inicio de la primera de las dos mitades en las que los pueblos celtas dividían el año: el invierno.

*calabaza hueca con una vela dentro: Esta tradición viene de una leyenda irlandesa: Un tal Jack se muere y de tan malo que era ve como se le prohíbe la entrada tanto al Cielo como al Infierno. Desde entonces es condenado a vagar por el mundo buscando una entrada a uno de los dos sitios con la única ayuda de una calabaza con una vela dentro.
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MensajeTema: Re: Una noche para olvidar capítulo 1 Noche de brujas   Una noche para olvidar capítulo 1  Noche de brujas I_icon_minitimeMiér Feb 11, 2015 9:19 pm

peroo que cosaa es lo que pasooo....oh por diosss... :s que miedo...ojala y harry y sev los busquen rapido.. :s
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