La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 En la estación por Danvers

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Danvers
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Danvers


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MensajeTema: En la estación por Danvers   En la estación por Danvers I_icon_minitimeMiér Nov 23, 2011 12:53 pm

Tílulo: En la estación
Autor: sra_danvers
Rating: NC17
Pairing: snarry
Genero: Romance
Comentarios: No está beteado. Disculpad, ¡siempre voy rozando el larguero! Pero no me podía quedar sin celebrar el mes snarry. ¡Un beso a todas!





⎯Tengo que volver, ¿verdad?

⎯Si así lo quieres.

⎯¿Tengo elección?

⎯Oh, sí ⎯Dumbledore le sonrió⎯. ¿Estamos en King Cross, dijiste? Creo que si decides no volver, podrás… digamos… tomar un tren.

⎯¿Y adónde me llevaría?

⎯Adelante ⎯dijo Dumbledore simplemente.

Silencio de nuevo.

Tantas cosas pasaron en ese momento por su mente. Tom Riddle fue una de ellas, no el Lord que le había matado, si no el despojo que aún quedaba bajo el banco. Principalmente, sus padres. Sirius, Remus. Ellos le dijeron que estarían allí, siempre, con él. Que le acompañarían. Se había enfrentado a la muerte con el espíritu en paz, esperando unirse a ellos. ¿Qué le quedaba en vida? Ron y Hermione. Pero ellos no le necesitaban, ya no. Se tenían el uno al otro, como siempre había sabido y de hecho había comprobado poco antes. Ginny... tembló. No quería enfrentarse a ella, no tenía ganas de explicarle que, si llegaba a tener un futuro, no sería con ella.

⎯Cogeré el tren ⎯comentó, algo inseguro.

⎯¿El tren? ⎯preguntó Dumbledore. Se notaba que estaba sorprendido. Quizás la primera vez que había visto un punto de inseguridad en esos ojos insondables.

⎯Sí ⎯se reafirmó Harry, esta vez más seguro de sí mismo⎯. Usted ha dicho que podía.

⎯Por supuesto, por supuesto. Puedes hacer lo que quieras. Claro que... Voldemort sigue con vida.

⎯Ahora podrán con él ¿no? ⎯se giró, echando una mirada a "aquello" que había bajo el banco⎯. Ahora es un humano normal.

⎯Técnicamente; no. Aún queda Nagini. Y Tom Riddle nunca ha sido un humano "normal", Harry.

⎯Neville sabe que tiene que acabar con la serpiente. Y en el castillo hay miembros de la orden, aurores. ¿Qué iba a hacer yo que no puedan hacer ellos?

⎯Oh, tu tienes una fuerza superior, Harry. La fuerza que te da el amor. El sacrificio…

⎯¡¿No me he sacrificado suficiente?! ⎯exclamó Harry, enfadado de verdad. Realmente no había estado muy seguro de esa decisión, pero ahora estaba totalmente decidido. No más manipulaciones, no más encargos que le caían grandes. Se había sacrificado, ahora quería su descanso, se lo merecía.

⎯Por supuesto, Harry ⎯se apresuró a admitir el viejo, conciliador⎯. Solo pensaba que te preocuparían tus amigos.

⎯Y me preocupan. Por eso me fui solo, a entregar mi vida por ellos ⎯le contestó Harry, fuerte en su decisión. Desde el punto de vista de Snape, había visto cómo el hombre le había manipulado toda su vida. Y a él también. Por ello no se dejaría manipular en su muerte.

Albus Dumbledore, inteligente a pesar de sus salomónicas sentencias, también lo percibió. Se quedó un tiempo meditando qué hacer, y cuando lo hubo decidido, sonrió a Harry de un modo que le causó escalofríos al joven.

⎯Está bien, por supuesto que ya has hecho suficiente, pequeño. Te mereces tu tren, después de todo.

Esas palabras le hicieron sospechar tanto como la taimada sonrisa. Así que cuando el hombre se giraba para irse, le preguntó⎯: Dígame una última cosa. ¿Esto es real? ¿O ha estado ocurriendo dentro de mi cabeza?

⎯Por supuesto que está ocurriendo en tu cabeza, Harry. ¿Pero por qué tendría que significar eso que no es real?


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Después de un rato de espera, Harry se dio cuenta de que el tren, si llegaba alguno a buscarle, tardaría en llegar. Así que se sentó en uno de los bancos, el más alejado del que tenía aquella “cosa” debajo, y se sentó a pensar. ¿Qué estarían haciendo sus amigos en ese momento? Quizás era muy tarde para planteárselo, pero en la paz nítida de aquel lugar, se sintió algo egoísta. ¿Habría hecho bien al abandonarles a su suerte?

No, no iba a pensar en eso. No era justo, él había sacrificado bastante. No solo con su muerte, si no con toda su adolescencia. Cuando no había sido acosado por ese megalomaníaco, le habían acosado por su fama, y de la peor manera. Por no hablar de su infancia, de la que no quería preocuparse en esos momentos.

Eso le llevó a pensar en sus padres. ¿Dónde estarían? Le habían prometido estar ahí siempre, con él. ¿Por qué estaba solo? No es que le importase, estaba acostumbrado, y la verdad, habían cosas mucho peores. Pero se había hecho ilusiones de que ahora, después de todo, volverían a estar juntos. ¿No habían ido Sirius y Remus a parar con ellos? ¿Por qué no iba a hacerlo él, que les quería a todos?

Se estiró en el banco, con las rodillas dobladas y las manos debajo de la nuca. Estar muerto estaba resultando muy aburrido. Empezaba a echar de menos hasta a Snape. Ouch. Por un momento había olvidado quién había sido realmente Snape. Se giró de lado y se colocó en posición fetal, apoyando la cabeza sobre el dorso de su mano.

Pensar en Snape le hizo sentirse más egoísta aún. Había dejado al hombre allí, muerto, y no se lo había dicho a nadie. Al menos Ron y Hermione lo sabían. Aunque… ¡oh, mierda! ¡No sabían que Snape estaba en su bando! La idea le preocupó muchísimo más que el resultado final de la batalla. Aquello ya estaba en otras manos, pero sintió que reivindicar a Snape había sido su cometido. Y le había fallado al hombre, una vez más. Empezó a pensar en él, en todas las cosas que había tenido que hacer, en todas las que seguramente había hecho y él nunca sabría. ¿Habría fingido también el odio que le tenía, o eso había sido genuino? Entendía que Snape había amado a su madre, y le detestaba a él porque se parecía a su padre, el hombre que se la arrebató.

Ese pensamiento le dolió, físicamente. Le gustaba pensar que al menos una de todas aquellas veces en que le había salvado la vida, Snape lo había hecho para protegerle a él, no pensando en su madre. Era bonito pensar que había tenido un ángel de la guardia cuidándole, aunque hubiera sido uno oscuro y circunspecto. Nunca había tenido a nadie protegiéndole, cuidando de él. Ahora sabía que ni siquiera Dumbledore lo había hecho, simplemente se había asegurado de que estuviera seguro hasta el momento en que tuviera que sacrificarse, como un cerdo engordado para ir al matadero. El viejo director había sido la figura paternal más cercana que había tenido, y de algún modo eso era lo que más le dolía, aunque el hombre le hubiese dado una oportunidad al final. Cada vez se alegraba más de no haberla tomado.

Sin saberlo, Snape había sido esa figura para él, en la sombra. Aunque le hizo sentirse mejor, la idea no le gustó del todo. No, no quería a Snape como figura paternal. No porque no lo considerara digno, era que… bueno, no se sentía correcto. Él había amado a su madre. La idea despertó un nuevo dolor en su interior, no quería pensar en eso. Recordó a Arthur y la señora Weasley. Ellos sí que le habían querido de verdad, puede que no tanto como a sus hijos, pero sí se preocupaban por él. ¿Le hubieran seguido queriendo, si hubiera dejado a Ginny? La verdad, prefería pensar en Snape que en ello.

¿Cuándo llegaría ese maldito tren?

Recordando a Snape, se quedó dormido.


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Cuando despertó, se encontraba mucho mejor. Aunque el duro banco se estaba clavando en su cadera, y el frío se colaba por su túnica, que se había abierto dejando sus desnudas piernas al aire. Pero su rostro no se sentía tan magullado como el resto de su cuerpo. Porque estaba apoyado sobre algo blando y cálido. Entonces se dio cuenta de que alguien estaba acariciando su cabello. Una y otra vez, lentamente, unos dedos se metían en su desordenada cabellera y le acariciaban la cabeza hasta llegar a su nuca, donde se separaban de él hasta que volvían a posarse suavemente sobre su coronilla.

Se permitió disfrutar de la deliciosa sensación de ser acariciado, cuando de pronto lo recordó todo, recordó su muerte, su rendición a ella, su espera en la impoluta estación. ¿Sería su madre, al fin mimándole en su regazo? Oh, tenía que ser ella. Solo esperaba que por favor, no se tratara de Dumbledore.

Abrió los ojos y se encontró con la opacidad de unas ropas oscuras. Fuera quien fuese había notado el movimiento, porque había detenido sus caricias, dejando la mano quieta sobre su oreja. Harry se giró cerrando los ojos, anticipando de quién se podía tratar, temiendo que alguien a quien estimaba hubiera muerto también. Se quedó boca arriba, con la mano que no se había movido justo sobre sus ojos. Una mano grande, de hombre. No tan envejecida como la de Dumbledore, gracias a Merlín. La cogió y la apartó de su cara, y entonces se levantó tan rápidamente como sus muertas piernas le permitieron.

⎯¡Snape!

El hombre asintió, cansado. No había rastro de ninguna mordedura en su cuello, que para variar estaba bastante a la vista. Llevaba una túnica parecida a la suya, solo que más oscura. El pensamiento de que quizás estaba tan desnudo como él bajo ella, le hizo temblar de excitación, aunque apartó en seguida la idea de su mente. Tenía cosas más urgentes que pensar en esos momentos, como qué debía decir. Snape parecía estar esperando a que reaccionara, y él no sabía qué hacer. Si darle un manotazo por todo lo que le había escondido, y por lo mal que le había tratado, o echarse a sus pies y agradecerle todo lo que había hecho por él.

Al final escogió un término medio, y se echó a sus brazos. Vale, uno no se abrazaba a Severus Snape, terrible profesor de pociones y odioso jefe de la casa Slytherin. Pero para empezar Harry ya estaba muerto, ¿qué más podía hacerle? Además, el hombre había estado acariciando su cabello, así que él también tenía derecho a buscar confort entre esos largos y acogedores brazos.

⎯Hola ⎯susurró, aún en su abrazo.

⎯Hola ⎯contestó el hombre, con el mismo profundo tono de voz de su profesor, pero con un deje cálido y divertido que hizo que Harry se incorporara y le mirara a los ojos⎯. Sí, soy yo, Potter ⎯admitió Snape, sabiendo que el joven aún tenía dudas al respecto.

Fue entonces cuando Harry recordó que le había fallado; a él, a su memoria. Volvió a echarse en sus brazos, porque era más fácil hablarle sin enfrentar su cara, y para qué mentirse, porque entre esos brazos se sentía protegido de todo mal.

⎯Lo siento ⎯susurró, soltando su aliento contra el desnudo y sano cuello.

⎯No ha sido tu culpa ⎯respondió Snape, pensando que se refería a su muerte.

⎯No, quiero decir… le he fallado. No hay nadie que sepa que ha estado siempre de nuestro lado. Neville sabe que tiene que matar a la serpiente, pero no pensé en decirle… un momento. El pensadero sigue abierto, en el despacho del director. Si McGonagall lo ve, sabrá que usted…

⎯Harry ⎯le interrumpió Snape, obligándole a que se incorporara para poder mirarle a los ojos. Los del chico estaban abiertos como platos, no solo era la primera vez que el hombre le tuteaba, si no que había pronunciado su nombre con una dulzura increíble⎯, eso ya no me importa. Vayamos a donde vayamos, no creo que nos vaya a importar mucho cómo nos recuerden.

Ese “nosotros” hizo que Harry se sintiera mucho más feliz con su situación de lo que se había sentido antes. Pero aún así, no estaba bien que el hombre pasara a la historia como un Mortífago, cuando en realidad había sido un héroe.

⎯No, no está bien. Todos pensarán que mató a Dumbledore, cuando él mismo se lo pidió.

⎯Eso solo me incumbe a mí y a Albus. Y ya he hablado con él, así que me siento en paz con ese asunto.

⎯¿Ha hablado con Dumbledore? ⎯preguntó Harry, sorprendido. Cuando Snape asintió, pensó: “Qué hombre, está en todos sitios, aún después de muerto”⎯. ¿Y también le dio la oportunidad de volver?

⎯¿Cómo que también? ¿Has podido regresar y no lo has hecho? ¡Se puede saber en qué estabas pensando! ⎯gritó, poniéndose también en pie. A Harry casi le recordó a su antiguo yo. Casi, porque ahora sabía que si estaba enfadado era porque se preocupaba por él.

⎯En que ya he hecho demasiado. ¿Usted por qué no ha regresado?

⎯Yo ya he vivido toda una vida, más de lo que esperaba. Pero tú… si había algún modo… ¡yo pensaba que debías morir! Albus me ha hecho sufrir todo este tiempo ⎯confesó, sin pensar en lo que estaba delatando⎯, cuando podías haber sobrevivido. ¡Y tú, como siempre, desaprovechando tu suerte! ¡Tienes que volver! ¡Siempre haciéndote el héroe!

Harry se puso a reír entonces, haciendo que Snape detuviera sus quejas y le prestara atención.

⎯Claro, no he vuelto porque quiero hacerme la víctima. Porque aquí voy a disfrutar mucho de la celebración ⎯siguió riendo⎯. ¡He muerto para hacerme más famoso!

Snape sacudió la cabeza, pero lo hizo sonriendo, aunque fuera de lado. Volvió a sentarse en el banco y le indicó al chico que lo hiciera también. Aunque era un banco largo, el joven lo hizo a su lado, tan cerca que sus túnicas de ultratumba estaban pegadas.

⎯¿No tienes algo por lo que volver? ¿La chica Weasley?

⎯No, Ginny y yo ya no… ⎯titubeó, sin querer dar más explicaciones.

⎯Entiendo ⎯dijo Snape, como si realmente lo entendiera⎯. Granger entonces.

⎯Ella ya tiene a Ron. Los dos estarán bien sin mí ⎯Comentó, como había pensado al principio.

⎯Entonces es eso. Amor despechado. Por eso no quieres volver.

⎯¿Hermione? ¡Hermione solo es una amiga! Bueno, es mi mejor amiga, como mi hermana, pero nunca he pensado en ella… de ese modo.

⎯Vamos Potter, os vi en la tienda de campaña, ¿sabes? ⎯comentó Snape, con cierta amargura en su voz⎯. Estabais bailando, riendo. La mirabas de un modo…

⎯¿Yo? ¡Yo no…! Oh, vamos. Si precisamente… ⎯Harry suspiró, e intentó explicarle a ese hombre sus sentimientos⎯. Esas semanas nos unieron más. No puedes vivir en un sitio tan pequeño con dos personas sin notar… ciertas cosas. Yo sabía desde cuarto curso que Ron y Hermione se gustaban, aunque creo que fue en aquellas semanas cuando realmente se enamoraron de verdad. Y yo… yo… yo nunca podría quererles de ese modo, son como si fueran mi familia. Pero si no lo fueran… creo que entonces me di cuenta verdaderamente de que si tuviera que buscar… “consuelo”, buscaría a Ron, y no a Hermione.

⎯Oh ⎯fue todo lo que contestó Snape.

Los dos se quedaron en silencio durante un buen rato, en el que Harry se maldijo por no saber mantener su bocaza callada ni después de muerto.

⎯¿Y se puede saber dónde estamos, Potter? ⎯preguntó de pronto Snape, obviamente intentando cambiar de tema.

A Harry le hizo mucha gracia, porque aunque estaba claro que el hombre tenía curiosidad, lo había planteado como si la cosa fuera solo con él. Le recordó tanto al antiguo Severus Snape, que tuvo que admitir que mucho del hombre no había sido fingido. Y eso le reconfortó de algún modo.

⎯Parece la estación de King Cross. ⎯Snape se lo quedó mirando, sin saber qué decir⎯. Estoy esperando un tren.

⎯Ya veo. ¿Y a dónde va ese tren?

⎯Más allá.


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No había manera de medir el tiempo en aquel lugar, así que podrían haber pasado horas y horas mientras charlaban.

Harry había hablado de su infancia, de su primer contacto con el mundo mágico, de su primera impresión del terrible profesor de pociones. Snape no se había reído, aunque Harry había intentado quitarle importancia. El hombre había maldecido a Dumbledore, retándole incluso a que se apareciera de nuevo para poder decirle un par de cosas más.

Entonces él había hablado de su propia infancia, y sobre todo de Lily, su eterna amiga Lily. Harry había disfrutado escuchándole hablar de su madre, pero con el rato un amargo sentimiento se había metido en su pecho, como si aún estuviera vivo y le pudieran afectar cosas como los celos.

Snape notó su turbación, y pensando que estaba aburriendo al joven con su charla, le dijo⎯: ¿Por qué no descansas un rato más? No sabemos cuando vendrá ese tren a buscarnos, si es que viene.

⎯¿Quieres decir que podríamos quedarnos aquí toda la eternidad?

El hombre se encogió de hombros, disculpándose, quizás por no saberlo, o quizás porque de entre toda la gente que había muerto en la batalla, le hubiera tocado su compañía. No había notado que el tono del joven había sido más esperanzado que molesto. Después de todo aquel tiempo que habían pasado juntos, hablando y hasta riendo, a Harry no le parecía nada mal pasar el tiempo que fuera en esa agradable compañía. Además, ese nuevo Snape, más accesible y cercano, le estaba gustando mucho, y más le gustó cuando el hombre se apartó y le señaló su regazo, para que volviera a dormirse en él.

Sonrojado, se estiró tratando de tapar sus piernas desnudas, y se quedó dormido pensando si cuando despertara, volvería a sentir sus caricias en el pelo…


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Harry despertó totalmente excitado, y eso que había tenido una pesadilla, una bien desagradable. Después de estar tanto rato escuchando a Snape hablar de su madre, unido al deseo que le había despertado su proximidad, su subconsciente había mezclado esas dos ideas de la forma más dolorosa para él.

Pero ahora estaba despierto, y Snape no le había rechazado tan cruelmente. De hecho, podía notar el calor de su mano apoyada sobre su cadera. Oh, Merlín, ¿podría notar su excitación a través de vaporosa tela de su túnica? Por horrible que fuera la idea, no ayudó en absoluto a que se relajara. Al contrario, muy a su pesar.

Vaya, había pensado que esas cosas no sucedían cuando uno ya había muerto.

Harry recordó entonces una cosa que le produjo un sudor frío y escalofriante. Dumbledore le había dicho que aunque aquello era real, estaba sucediendo en su cabeza. ¡Maldita sea, estaba todo en su cabeza! Obviamente, el tren que estaba esperando no era más que una metáfora; cuando llegara, en ese justo momento, abandonaría su cuerpo y pasaría a otro lugar, o como el director había dicho simplemente: “Adelante”.

Si Snape estaba allí, era solo porque Harry deseaba que estuviera. Era un entretenimiento, hasta que llegara su tren y se fuese “adelante”. Por eso le tocaba y le acariciaba. Por eso había sido tan agradable con él, le había contado tantas cosas de su madre. Estaba seguro de que, a pesar de que el verdadero Snape había amado a Lily, ese espectro le correspondería porque estaba allí creado por su propia mente.

Totalmente conmocionado, llevó la mano hasta su erección, simplemente para comprobar que seguía excitado. Eso probaba que estaba en su mente, porque no había modo de que después de tener semejante revelación hubiera seguido erecto.

⎯Harry ⎯susurró Snape, sacudiéndole ligeramente.

Seguramente lo hacía para que el joven no se avergonzara. O si realmente lo dominaba su subconsciente, podría estar despertándole para… ayudarle con su problema.

Harry abrió los ojos, y vio al hombre inclinado hacia él. Sin apartar la mano de su erección, se elevó con el esfuerzo de sus abdominales y capturó esos severos labios que en ese momento se le mostraron extremadamente afables. Oh, y afectuosos, y efusivos. Gimió su placer dentro su boca, exultante por saberse acertado, aunque en el fondo le hubiese gustado que ese Snape tan cercano hubiera sido el real. Pero se tenía que conformar con lo que había, y la verdad, si el hombre se mostraba tan colaborador para entretenerle el tiempo de espera que le quedaba, prefería disfrutarlo en lugar de pasarlo dormido.

⎯Harry ⎯gimió el hombre, haciendo que se derritiera un poco más⎯, Harry, Harry. No. ⎯Lo apartó de él y le obligó a sentarse. El gesto le hizo pensar que no quería que notara su propia excitación, y eso le hizo gemir de nuevo⎯. No, escucha. No sé qué estabas soñando, pero quiero que entiendas con quién estás. Soy yo, Severus Snape, tu profesor de pociones. ⎯Harry se lanzó de nuevo sobre él, y consiguió robarle un beso, hasta que el hombre volvió a apartarle, ya no tan gentilmente⎯. Potter. Lo que he hecho no me hace un héroe. Soy el mismo de siempre. Tú no quieres…

⎯No hables ⎯le ordenó Harry, contrariado. Era su creación, tenía que obedecerle. Así que se sentó frente a él, cabalgándole, con una pierna a cada lado de sus muslos. Iba a besarle cuando el hombre le detuvo, enojosamente⎯. Bésame.

⎯¿Qué te hace pensar que voy a seguir tus órdenes? ⎯le preguntó Snape, aunque con una voz mucho menos estricta de lo que pretendía.

⎯Oh, Severus Snape no lo haría. Pero tú no eres él.

⎯¿Ah, no? ⎯le preguntó esta vez enfadado de verdad⎯. ¿Y quién soy, entonces?

⎯Eres un producto de mi imaginación. ⎯El hombre rió, y Harry se explicó, aunque en el fondo le molestaba la idea porque ¿no era como justificarse a sí mismo?⎯. He recordado que Dumbledore me dijo que aunque nuestra conversación era real, estaba sucediendo en mi mente. Así que tú no eres real. Te he creado yo para no estar solo. ⎯Y para pasarlo genial, añadió en su mente, mientras se pegaba más a ese cuerpo.

⎯¿Y de todas las personas que habías podido imaginar, me has imaginado a mí? ⎯preguntó Snape, incapaz de creer esa historia.

⎯En ti confío. Ahora. Y me atraes. Me gustas. Te deseo ⎯enumeró, tan excitado que no le importó descubrirse⎯. Dios, estabas imponente luchando contra McGonagall. Si hubiese sabido entonces que intentabas ayudarme…

⎯Te estaba buscando. Debía avisarte. Siento que hayas tenido que pasar por ello solo…

⎯No importa. Ya no, nada importa. Solo bésame más.

Snape le complació, sujetando su rostro con ambas manos, como si temiese que Harry fuera a escapársele. Claro que el chico se estaba sujetando a su cuello con tanto énfasis que no era probable que lo hiciera. De todos modos, el joven debía de saber algo si iba a entregarse a él de ese modo.

⎯Harry. ⎯Éste gimió, ante la separación⎯. Harry, escucha. Debes saber que realmente soy yo. No soy una creación de tu mente.

⎯Sí, lo eres.

⎯Mocoso testarudo. ¡Sabré yo, si soy yo!

⎯Severus Snape no me hubiera correspondido de ese modo.

⎯Severus Snape no dejaría pasar la oportunidad de tenerte entre sus brazos, y más cuando sus actos ya no tendrán ningún tipo de consecuencias.

⎯El verdadero Snape amaba a mi madre.

⎯La quería. Como amiga. Pero nada más.

⎯Claro. Por eso odiabas a mi padre.

⎯A tu padre lo odiaba por miles de razones, que no te voy a decir ahora. Harry… tú me has dicho que quieres a Granger como si fuera tu hermana, ¿es así? ⎯el joven asintió⎯. Imagina que de pronto, después de años de insultos por los dos bandos, decide casarse con Draco Malfoy.

Harry abrió los ojos desmesuradamente, y Severus sonrió, sabiendo que ese punto lo había ganado.

⎯De todos modos Snape no me hubiera besado a mí. Lo has hecho porque yo lo deseaba. Él no puede sentir nada por mí.

⎯¿Eso crees? ⎯preguntó el hombre, cansado ya intentar convencerle.

Él también había tenido sus dudas sobre la autenticidad de esa situación. Y más cuando el chico se había despertado como lo había hecho, entregándose a él como si quien dominara esa realidad fuera su voluntad. Pero era obvio que si solo se hubiesen tenido en cuenta sus deseos, hacía rato que el terco joven estaría callado y a cuatro patas. O cabalgándole furiosamente. Merlín, tenía que acabar con aquello, antes de que llegara su tren y perdiera el tremendo regalo de tener a Harry Potter a su merced.

Sus manos buscaron los tobillos que se estaban clavando en ambos lados de sus rodillas, y siguió su camino ascendente hasta reptar por dentro de la túnica, subiendo por sus muslos desnudos hasta dar con las duras nalgas. Apretándolas logró por fin callar a su dueño.

⎯Pues estás muy equivocado. Te deseo desde que te vi en el bosque de Dean, desnudo, lanzándote de cabeza al peligro (como siempre, maldito Griffindor testarudo). Ya antes te había seguido, y te había visto con Granger, pensando que tenías algo con ella, que la deseabas. Estás loco si crees que ahora que te tengo en mis manos, literalmente, ⎯Apretó su culo como muestra, provocando un delicioso gemido del joven⎯, voy a dejarte escapar con la excusa de que estoy en tu mente. Estemos donde estemos, ahora eres mío, Harry Potter.

El panegírico fue tan efectivo que Harry no volvió a abrir la boca, como no fuera para recibir en ella a la avariciosa lengua que la recorría con ansia. Su cuerpo también fue reclamado con fervor, por esas esbeltas manos cuyos largos dedos recorrían su piel bajo la vaporosa túnica. Él también tenía ganas de descubrir cómo se sentiría acariciar otro cuerpo bajo la ropa, pero en esos momentos estaba demasiado ocupado sintiendo como para provocar sensación alguna en su amante.

De todos modos Snape no se quejaba. Tantas noches solitarias soñando con aquel cuerpo prohibido, y ahora se le ofrecía en un lugar donde no debía preocuparse por lo inapropiado del asunto. Era suyo para disfrutarlo, y se deshacía con cada gemido que le demostraba que el joven lo estaba apreciando tanto como él.

Ni siquiera se molestó en quitarle la túnica. Se sabía su cuerpo de memoria; lo había visto una y otra vez en el pensadero que había en el despacho del director. Había sido una buena manera de relajarse después del estrés que le causaba mantener a los Carrow bajo vigilancia. Al final tanto sacrificio y una muerte tan dolorosa, habían tenido su recompensa.

Más convencido de que realmente se merecía ese regalo de los dioses, levantó la túnica del joven como si fuera estuviera realmente desenvolviéndolo. Y qué regalo. Desde luego el frío encogía las cosas. En toda su magnificencia era más que apropiado. No tan largo como él mismo era, pero su holgura compensaba de sobras. Se veía tremendamente delicioso.

Lástima que no parecía que le fuera a durar mucho. Harry estaba temblando, con los ojos cerrados, ya fuera por la vergüenza o por el típico miedo adolescente al rechazo. Tanto su boca como sus puños estaban fuertemente cerrados, gesto que acompañaba el tremendo esfuerzo de contención que estaba haciendo el joven.

Acarició suavemente su pecho, bebiendo de su rostro la anticipación que debía de estar sintiendo al notar cómo la mano bajaba lenta pero inexorablemente hacia el centro de su placer. Le distrajo un poco permitiendo que su otra mano apretara indecorosamente una de sus nalgas, a lo que Harry reaccionó adelantando su pelvis. El gesto fue contraproducente para él, ya que le otorgó la muy deseada presión con la que estaba tentándole, pero no con sus abdominales, si no con su mano. Y si no se daba prisa, era obvio por la respiración del chico que no llegaría ni a tocarla.

⎯Harry, mírame ⎯exigió, deseando ver esos maravillosos ojos verdes que le habían acompañado en su muerte.

En ese momento exacto tomó su erección con la mano, apretándola entre sus dedos como si estuviera midiendo su turgencia. El joven lloriqueó, pero no apartó la mirada de él, como le había pedido. Así fue como le regaló su orgasmo, tras unas pocas sacudidas de la experta mano.

Harry pensó que había gritado en su clímax, y aunque así lo había hecho (para regocijo del ego de su amante), lo que creyó que era su grito fue en realidad el pitido de un tren al llegar a la estación. Pero se perdió ese detalle en las brumas de su placer.

⎯Oooh ⎯gimió, una vez más. La verdad, ya no le importaba mucho su destino, mientras fuera acompañado de ese hombre⎯. Si llego a saber que sería así… a lo mejor hubiera vuelto ⎯confesó, sintiéndose tonto al confesar su inexperiencia.

⎯¿Es la primera vez que…? ⎯preguntó Snape, emocionado. De pronto le sobrevino una súbita sensación de posesión sobre el joven.

Harry asintió tímidamente. Al bajar la cabeza se quedó observando el regazo de Snape, manchado por su semen justo donde la túnica se tensaba bajo una obvia rigidez.

⎯Pero podría probar con eso… ⎯sugirió, señalando con un gesto hacia la considerable erección.

⎯Definitivamente será un placer que lo hagas ⎯accedió Snape, besando esta vez la punta de su nariz⎯. Espero que los asientos sean cómodos.

⎯¿Asientos?

De pronto un Exprés estacionó en la única vía, pasando lustroso y nuevo ante ellos. No pudieron percibir a ningún maquinista, ni parecía haber otro pasajero en todo el tren.

Harry se puso en pie, y de pronto estaba limpio y vestido. Al contrario, cuando Snape se puso a su lado, fue obvio que seguía tan excitado como antes.

⎯Parecen cómodos ⎯sugirió Harry, nervioso. Su compañero de viaje se rió, y entonces se animó y sugirió⎯: ¿Podré sentarme encima de ti?

Severus no contestó, le pareció innecesario. Si dependía de él, el joven no se sentaría en otro sitio más que en su regazo por toda la eternidad.

Cogió su mano y sin dudar subió decidido al tren que les llevaría… hacia adelante.


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Cuando Harry abrió los ojos tenía la misma sensación que había tenido de pequeño, cuando despertaba de un sueño sin el juguete soñado en su mano.

Recordaba un tren resplandeciente, un futuro enigmático, y un ardiente amante.

Ahora se sentía desnudo debajo de lo que llevara, pero por lo demás, ni aquello parecía la nítida estación, ni Severus Snape estaba a su lado.

Se reincorporó en la cama donde parecía estar, y mientras buscaba al profesor a su alrededor, dio con dos figuras que no esperaba ver. Ron. Hermione. Oh, no…

⎯¡Harry! ⎯exclamó la chica, que lo vio primero. Se levantó del regazo de su propio acompañante de ultratumba (eso pensó Harry), y corrió hacia su lecho seguida de cerca por Ron, que no había soltado su mano ni un momento.

⎯Lo siento… ⎯se lamentó el chico, viendo sus caras demacradas y los cortes y morados en ellas⎯, no quería que murieses vosotros también.

⎯¡Señora Pomfrey! ⎯gritó entonces Hermione, mientras Ron le miraba con una gran sonrisa⎯. ¡Harry ha despertado! Y no parece muy coherente…

Resultaba entonces que no estaba en una estación, ni tan siquiera en una habitación. Las paredes eran simples cortinas, y pronto se hizo obvio para un veterano como él, que estaba en la enfermería de Hogwarts.

⎯¡Harry, querido! ⎯exclamó la mujer, entrando por una de las aberturas⎯. Por fin has despertado. Sabía que no había nada malo en ti, lo sabía. Anda, tómate esto y bebe un poco de agua, volveré a revisarte en cuanto…

⎯Yo lo vigilaré, señora Pomfrey ⎯comentó Hermione⎯. Hay muchos heridos ⎯comentó, cuando la mujer les dejó solos.

⎯Estoy vivo ⎯dijo al fin Harry, una vez se hubo bebido la poción. Había que estar vivo para sufrir ese gusto horrible. Aunque cuando había estado muerto, había sentido cosas… ⎯¿Dónde está Snape? ⎯preguntó, esperanzado. Si él estaba vivo, quizás…

Quizas… si aquello había sido verdad… cuando Snape despertara…

Sus amigos se miraron entre sí, y luego le miraron a él. Hermione le hizo beber un poco más de agua, aduciendo que de pronto se había puesto más pálido que cuando se había despertado.

⎯Fue espantoso, colega ⎯comentó Ron⎯. Cuando Hagrid te trajo en brazos… pensé que estabas muerto.

⎯Todos lo pensamos ⎯añadió Hermione⎯. Entonces Neville mató a Nagini, y Vol… Voldemort estaba como loco.

⎯Entonces llegó él. Casi me cago encima, tío.

⎯¿Él?

⎯Snape ⎯contestó Hermione, mirándole extrañada⎯. Estaba demacrado, pero vivo. Lo primero que hizo fue acercarse a tu cadáver, bueno… a lo que pensábamos que era tu cadáver.

⎯Fue un momento horrible, no sabíamos qué hacer ⎯continuó Ron⎯. Hagrid no le permitía acercarse, pero entonces Snape le dijo algo y se giró para enfrentarse a Voldemort.

⎯Fue un duelo espeluznante ⎯comentó Hermione, admirada⎯. Al final la varita de Voldemort se rompió, y el hombre simplemente se desintegró cuando Snape le lanzó la maldición mortal.

⎯Se partió en dos, colega, a lo largo. Fue bestial ⎯valoró Ron.

⎯¿Cómo está? ⎯preguntó Harry, temblando. ¿Dónde demonios estaba él, cuando todo eso había sucedido? ⎯¿Dónde está? Snape, ¿Dónde está?

Sus amigos volvieron a mirarse entre ellos, pero a Harry no le molestó. Él también quería estar junto a Snape, y entenderle tan solo con una mirada.

⎯Está en coma, Harry, como tú lo has estado ⎯le informó Hermione⎯. Aquí, en Hogwarts. En sus antiguos aposentos. McGonagall pensó que… ¡Harry, no puedes ponerte en pie!

Les costó retenerle, y aunque lograron frenarle en ese momento, no lo pudieron seguir haciendo por mucho tiempo. Poppy tenía muchos pacientes, y hasta que no volvió a visitarle no pudo levantarse de la cama. También había mucha gente que quería hablar con él prioritariamente, como McGonagall o Kingsley.

Unas horas después nadie pudo evitar que se escapara hacia las mazmorras, porque entre sus ropas había encontrado su capa de invisibilidad.

Tampoco le costó dar con él, tan solo tuvo que seguir a la enfermera, y quedarse callado hasta que la mujer salió y le dejó a solas con él.

¿Qué podía hacer para despertarle? ¿Por qué él había vuelto en sí cuando había subido al tren, y Snape no lo había hecho?

Se sentía perdido y devastado, aunque en esos momentos le preocupaba más descubrir si lo que había pasado en la estación era real o, como él había llegado a pensar, tan solo había sido producto de su imaginación.

Se acercó a la cama y le observó de cerca. Estaba más pálido, más demacrado. Tenía heridas en su rostro, y una venda le tapaba el cuello. El mismo que él había lamido y besado con fruición.

Depositó un casto beso en su mejilla, aún temeroso de que nada hubiera ocurrido entre ellos. Dios, la sensación era mucho mejor de lo que recordaba. Más intensa, más real. Podía notar su barba arañándole la piel, y era una molestia excitante. El olor también era más intenso, aunque no se acordaba si en la estación había habido aroma alguno.

Enterró el rostro en su cuello, más ocupado en olerle y notar la rasposa caricia de su piel, que preocupado por traerle de vuelta. Su mano, que había estado paralizada cuando había estado en su regazo, ahora parecía que tenía voluntad propia. Mientras besaba con cuidado y ternura los bordes del vendaje, sus dedos se movían taimados sobre su pecho desnudo, donde se habían colado bajo sábanas y bata.

Tenía que besarle. En esa boca que le había excitado tanto como lo habían hecho después sus manos. Se incorporó decidido a reclamarle, convencido de que un beso suyo sería tan sublime como para obligarle a regresar de donde estuviera. O al menos a él se lo pareció; dulce, suave, cálido. Como el regreso al hogar, o la llegada de un tren a la estación. Tuvo que cerrar los ojos para asimilar la cascada de sensaciones que estaba experimentando.

Si los hubiera mantenido abiertos, se hubiera dado cuenta de que Snape también tenía los suyos alertas, observando cómo se echaba sobre él.

Por eso, al incorporarse, creyó que habían sido sus labios los que, cual príncipe de cuento, le habían despertado. Ver sus oscuros ojos le hicieron sentir omnipotente. Y como todo lo que quería en esos momentos era volver a besarle, lo hizo sin dudar. Tomó de nuevo sus labios, y hasta se atrevió a rozarlos con su lengua. Hasta que se dio cuenta de que no estaba siendo correspondido.

Oh. Había pensado que Snape recordaría. Aunque… ¿y si no había nada que recordar? ¿Y si realmente todo había sido un engaño de su mente?

⎯Yo… lo he hecho para despertarle ⎯se excusó, aunque en voz alta esa idea no tenía tanta lógica.

Por el modo en que Snape le estaba mirando, sin decir una sola palabra, él tampoco creía que tuviera mucho sentido.

⎯Lo siento. Solo quería agradecerle… Voldemort, y los años que… bueno, todo lo que ha hecho por mí. Lo siento, si hubiera sabido…

Sus balbuceos fueron interrumpidos por la llegada de la señora Pomfrey, que al fin dio con él después de buscarle por toda la enfermería. Después de todo sus amigos habían tenido razón, el joven había ido a ver a Snape.

⎯Al fin te encuentro, Potter. Deberías haber esperado, mira que eres testarudo. Aún no estás recuperado del todo, anda tómate esto. ⎯La enfermera puso un vial en sus manos y seguidamente dirigió su atención hacia el director⎯. Y tú ¿estás mejor, Severus?

⎯Le he despertado ⎯dijo Harry, sintiendo que debía explicar su milagro.

⎯Ya lo he visto, y no deberías haberlo hecho. Apenas lleva despierto un par de horas más que tú, Potter. ⎯Harry se quedó con la boca abierta, sin saber qué decir. De pronto sentía una urgencia terrible de salir de esa habitación⎯. ¿Qué quieres, Severus? ¿Tu varita?

Antes de que la mujer se la alcanzara, Harry retrocedió hacia la puerta. Si lograba salir antes de que Snape le hechizara…

⎯De eso nada, hombre terco y cabezota. Ya has quedado suficientemente agotado por los hechizos transcriptores de antes. Se lo permití al señor Shacklebolt y a Minerva, pero no más charla por hoy ⎯le regañó, antes de girarse hacia Harry, que se había detenido al ver que no habrían hechizos contra abusadores de enfermos⎯. El director no puede hablar, así que mejor vuelve otro día, Harry.

El joven asintió rápidamente, de hecho quería alejarse de allí cuanto antes. Pero a pesar de no poder gritarle, Snape se las arregló para retenerle, a fuerza de gesticular y estirar de la manga de la enfermera.

⎯Está bien, está bien. Tú mismo, te dejo con el chico, pero nada de magia ⎯concedió. Luego se dirigió hacia Harry, con un gesto amenazador⎯. Y tú no le excites más. No os conviene, a ninguno de los dos. Después de todo lo que habéis pasado… Quién lo hubiera dicho, tantos enfermos, una batalla en un colegio…

En el silencio que quedó en la habitación, su voz aún seguí llegando a través de la puerta cerrada.

Aunque Snape no pudiera gritarle, Harry no se quedó nada tranquilo. Estaba totalmente ruborizado, aludido por la recomendación de la enfermera, que él se había tomado muy personalmente.

Sin conversación no había más remedio que armarse de valor y mirarle a la cara, y cuando lo hizo tembló de emoción al ver que el hombre le estaba indicando que se acercase a él. Caminó hacia la cama como un reo a su ejecución.

⎯Lo siento ⎯repitió⎯. Me he precipitado, como siempre. ⎯Eso le granjeó una media sonrisa, así que se animó a seguir⎯: He asumido que ciertas cosas que han ocurrido, han ocurrido realmente, cuando en realidad no han ocurrido en absoluto.

A Snape no le hizo falta ningún hechizo para indicarle que callara. Luego repitió el gesto que había hecho para que se acercara, y Harry obedeció aunque ya estaba casi tocando la cama. Parecía que al hombre no le pareció suficiente, porque tras otro gesto, lo único que el joven pudo hacer fue inclinarse hacia él. A lo mejor podía susurrar algo, y pretendía hablarle al oído…

Cuando estuvo a su alcance, notó unos labios que se movían contra su oreja. Se esforzó en estar atento, pero no escuchó palabra alguna. Porque aunque no pudiera hablar, Snape estaba intentando hacerse comprender de otro modo. Uno mucho más impactante y placentero. ¡Le estaba besando!

⎯¿Eras tú? ⎯le preguntó, aún incapaz de creerlo. La sonrisa del hombre le recordó inmediatamente a la que le había regalado en la estación⎯. ¿Todo el tiempo? Cuando hablamos y… ¿cuándo desperté?

Unos expresivos labios le respondieron. Todo había sido real. Los besos, los sentimientos, el sexo…

⎯Oh, dios… tú no… cuando llegó el tren.

Snape volvió a callarle con un demandante beso, y luego señaló con determinación hacia su varita.

⎯No, no puedes. Te pondrás peor. Pomfrey ha dicho… ⎯trató de explicarse Harry. Pero aunque no pudiera usar su vibrante y profunda voz, parecía que Snape podía dominarle tan solo con sus gestos, y su resuelta mirada.

Una vez tuvo la varita en la mano, lo único que hizo fue lanzar un hechizo hacia la puerta. Cuando se la devolvió para que la colocara de nuevo sobre la mesita, se le quedó mirando con una avidez que le hizo temblar. Luego simplemente levantó las mantas de su cama, en una clara invitación a la que Harry no se pudo negar.

⎯Pomfrey ha dicho que no te excitara ⎯comentó el joven, casi temblando de anticipación.

Escuchar la risa de Snape, se le hizo tan conocido como calmante. Apoyó la cabeza sobre su pecho, tal como había dormido en la estación. Recordar aquellos momentos le hizo sentir muy extraño, y extremadamente cansado.

⎯Vaya día, ¿eh? ⎯Severus le contestó con más sonrisas y más besos, estos más suaves, más relajados, sobre todo su rostro⎯. ¿Realmente sucedió? ¿En mi cabeza?

Pudo leer en sus ojos, tal como Hermione y Ron se habían entendido antes, que a esas alturas; ¿qué importaba si no había sido real? Los dos lo recordaban, y hubiera sucedido donde hubiera sucedido, ahora estaban allí, en una cálida cama, vivos, juntos, y a punto de crear nuevos y ardientes recuerdos.


FIN


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MensajeTema: Re: En la estación por Danvers   En la estación por Danvers I_icon_minitimeMiér Nov 23, 2011 4:51 pm

Me encantó. Me gustó tanto que, y mira lo que te digo yo, ¡YO!, aunque los hubieras dejado muertos me hubiera quedado feliz, me encantó esa posibilidad de Sev y Harry tomando un tren hasta el más allá.

Por cierto, eso de:Mocoso testarudo. ¡Sabré yo, si soy yo!, me parto:lol:

Besitos, cariño, y gracias por participar
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MensajeTema: Re: En la estación por Danvers   En la estación por Danvers I_icon_minitimeMiér Nov 23, 2011 8:20 pm

me gustó mucho la historia, felicitaciones por ella Smile
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MensajeTema: Re: En la estación por Danvers   En la estación por Danvers I_icon_minitime

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