La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 La tristeza de Snape. CAPITULO IV

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Prince Alan

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MensajeTema: La tristeza de Snape. CAPITULO IV   La tristeza de Snape. CAPITULO IV I_icon_minitimeMiér Jul 21, 2010 10:52 pm

CAPITULO IV

Cuando Severus Snape ingreso al comedor, las mesas de las respectivas casas estaban completas, paseo su mirada por la de Griffindor hasta encontrar unos ojos verdes que le habían visto llegar y le observaban con cierta ansiedad, algo indecible transmitían ambas miradas. El joven Griffindor simplemente sonrió de manera casi tímida, en cambio el moreno profesor mantuvo su rostro sereno, sin mostrar una pizca de emoción mientras se acomodaba en su lugar, no se permitiría que alguien pudiera notar que algo especial sucedía en aquel salón y en especial entre su alumno y él. Sin embargo, la sonrisa de Harry no paso por alto a las miradas atentas de sus amigos y el profesor de DCAO.
- ¿A quién le sonríes, Harry? – pregunto con curiosidad Hermione.
- Es solo que veo que el profesor Lupin está mejor- mintió.
- Es verdad – comento Ron para luego llenarse la boca de comida.
Si bien, Severus Snape no le había devuelto la sonrisa, sabía que le había mirado y esa razón era más que suficiente para estar contento.
- ¡Qué bien!... una clase menos con Snape, menos posibilidades de que nos quiten puntos por abrir tu bocota – comento el pelirrojo amigo de Harry, quien aun no terminaba de tragar lo que tenía en la boca.
- Eres un gran amigo, Ron – dijo divertido Harry, ningún comentario podría arruinar la exquisita sensación que tenia.
- A propósito de Snape… ¿Qué tal tu clase? – pregunto con inocencia Hermione – no nos has contado.
- Bien, tuve que hacer la misma poción que hicimos en clase – contesto tratando de no manifestar ninguna emoción.
- ¿La hiciste bien? – Harry respondió afirmando con la cabeza – pero ¿Snape, habrá sido distinto a como es en clases?
- No mucho, me dejo solo trabajando, creo que eso me ayudo – fue su respuesta.
El resto de la cena la hicieron en silencio, Harry no quería hablar, de vez en cuando miraba hacia la mesa de los profesores y cuando era sorprendido por su maestro de pociones, simplemente bajaba la cabeza a su plato.
***********************************

Al día siguiente tenían clases de Defensa Contra las Artes Oscuras, clase donde algunos alumnos se enfrentaron a un Boggart. Cuando fue el turno de Harry, Lupin se interpuso entre la extraña criatura y el muchacho, luego de eso la clase fue finalizada sin mayor explicación. El muchacho quedo impresionado y temeroso. A eso debía agregar que su amigo Ron había leído en las borras de té presagios poco alentadores. Durante el almuerzo estaba sumido en sus pensamientos mientras era observado con preocupación por un profesor moreno y con cara de pocos amigos. El resto del día no mejoro su ánimo, ni siquiera la idea de presentarse ante Snape aquella tarde.
Cuando toco a la puerta del despacho de su profesor, lo hizo sin mucho ánimo, la puerta se abrió, el hombre que estaba parado allí le hizo pasar con un gesto, notando que apenas le había mirado.
-¿Le sucede algo, Potter? – pregunto para aliviar la preocupación que sentía.
- Nada, profesor, ha sido un día agotador
- Espero que se concentre porque hoy preparara una poción matalobos- Harry abrió los ojos asombrado de lo que había escuchado – es un poco complicada, pero confío que lo hará bien. Tome – le paso un libro voluminoso – los ingredientes están en la pagina 392 y, en esta ocasión, deberá buscarlos de entre los ingredientes que están en aquel estante – señalando un mueble más alto que el resto lleno de frasco y cajas de diferentes tamaños – puede empezar – le indico y esta vez se quedo sentado en su escritorio, observando al muchacho. La sola presencia del maestro puso nervioso a Harry, y temía arruinar las cosas luego de haber avanzado un poco en agradarle a Snape. – Lo noto un poco desanimado, Potter, ¿hay algo extraordinario que le haya sucedido en el día de hoy? – así como su estudiante se había preocupado cuando se sentía triste, quería devolverle un poco de aquel sensible gesto.
- Quisiera no pensar en eso, ni hablar de ello, si no le importa quiero concentrarme en esto – respondió el joven león. Leyó los ingredientes y fue hasta el estante que le señalara el pocionista, a su vista no estaba los que buscaba, intento ver las etiquetas de aquellos que estaban más arriba pero le fue imposible. Notó que a un costado de aquel enorme estante había una pequeña escalinata de madera, la acercó y se encaramó en ella. Revisó y se dio cuenta que los componentes de la poción estaban en la parte más alta, debía empinarse para alcanzarlas, se apoyó con una de las manos en el estante, lo cual hizo que se tambalearan y chocaran los frascos que en él había. Snape que observaba, se acercó y ayudó a Harry a no perder el equilibrio poniendo sus manos alrededor de la cintura del muchacho.
- Tenga cuidado, señor Potter, si rompe alguno de aquellos frascos deberá quedarse tiempo extra para arreglarlo – le dijo, notando un cierto temblor en el cuerpo del muchacho “¿Acaso me teme?” pensó Snape. El chico se alzó lo que más pudo para alcanzar el frasquito que deseaba pero sus dedos apenas podían rozarlo, tuvo que volver a apoyarse en sus pies pero no pudo evitar perder el equilibrio; el maestro reaccionó a tiempo, atrapando a su alumno entre sus brazos – Ya le dije, Potter tenga cuidado – soltó al muchacho, quien volvía a treparse en la pequeña escalera, el jefe de Slytherin lo sostenía de la cintura, Harry finalmente alcanzó su objetivo. El maestro le soltó para que bajase, sin embargo trastrabilló en el último escalón, sin embargo, los brazos de aquel oscuro hombre evitaron que cayera al suelo, pero había soltado el frasco y al romperse su contenido quedo vertido en el suelo. Severus sostenía a su alumno con fuerza mientras este recobraba el equilibrio y percibió un olor dulce que provenía del muchacho. El chico se enderezó pero aquellos brazos no le liberaban, mantenía baja la cabeza, temía ver en aquellos oscuros ojos enojo por su torpeza.
- Lo siento, profesor – susurró. Severus siguió estrechando al muchacho con uno de sus brazos, con su mano libre levantó el rostro de Harry desde el mentón para ver aquellos verdes ojos. Al encontrar la mirada de su profesor, se estremeció aunque no había enojo en ella, la intensidad de esos ojos parecían internarse en su ser. “¿Qué haces, Severus?” se cuestionaba el pocionista “Es tu alumno, no debes… ¡sus ojos!... ¡su boca!... Por Merlín, esto no me sucede ¿o sí? No quiero evitarlo, tan solo será un beso” tras estos pensamientos aproximó sus labios a los de Harry con infinita delicadeza, quien los recibió sin siquiera cuestionarse si aquello era correcto.
– Harry – susurró el nombre del muchacho mientras se apartaba para ver su rostro y ver que no oponía ninguna clase de resistencia, volvió a besar al chico con un poco más de deseo. Se abrió paso entre los labios del pequeño león, invadiendo la boca del chico con su lengua, explorándola, saboreándola, sintiendo como le respondía a sus labios. Los brazos de Harry subieron por el pecho de aquel hombre, donde se había apoyado hasta ese minuto, para abrazar el cuello a fin de mantener aquel beso. El hombre lo estrechó aún más a su cuerpo empleando ambos brazos, uno para atraer el joven dorso y el otro estrecharlo desde la cintura, deseando sentir todo el cuerpo de aquel niño.
Unos golpes en la puerta sobresalto a ambos, instintivamente se separaron uno del otro. Harry un poco desequilibrado se quedo de pie junto a la escalinata, mientras el maestro iba a abrir luego de que los golpes en la puerta se repitieran.
-¡Draco! …¿Qué quieres? – le inquirió con franco disgusto.
- Profesor… - vio que Harry estaba de pie en una actitud que no le conocía, suponía que Snape le estaría castigando, noto que había algo derramado en el piso – necesitaba hablar con usted – dirigió su gris mirada a su profesor.
- En otro momento, Draco, estoy ocupado –el rubio muchacho le miró con desilusión, sin decir más se retiro. El moreno hombre cerró la puerta. “Merlín, ¿Qué he hecho?... solo es un niño”, al mirarlo vio rubor en las mejillas del chico, dudaba de lo que debía hacer o decir – Póngase a trabajar, Potter, pronto será la hora de cenar – le dijo sin mirarlo, tomo su varita y con un solo movimiento, el frasquito estaba reparado, aunque el liquido quedó en el suelo. Se acerco a la escalinata, subió y saco otro frasquito del mismo líquido, pasándoselo a Harry, entonces sus miradas se cruzaron.
- Profesor, no creo que pueda hacer lo que me pide – le dijo bajando la cabeza.
-¿Por qué? – Severus bajo la escalerilla y se paro frente a su alumno, esperando que le mirara, pero no lo hacía. Delicadamente le tomo de la barbilla y le hizo levantar la mirada hacia sus ojos negros. – Puedes decírmelo, Harry – aquel hombre había dicho su nombre, pero no sabía cómo decirle que no podría concentrarse pensando en aquel beso, aunque le sostenía del mentón bajó la mirada – mírame – el chico obedeció, se miraron a los ojos en silencio y finalmente el maduro mago le dio un suave y breve beso – esto quedara entre nosotros, solo entre nosotros – Harry asintió – insisto en que prepares la poción – el maestro se alejo para sentarse a su escritorio. El chico retomo su trabajo, hizo un gran esfuerzo para concentrarse en lo que hacía, pues quería recordar la sensación de los labios de Severus Snape sobre los suyos, recordar el calor de su abrazo.
- Profesor, creo que he terminado –dijo tras un espacio de una hora, el aludido se levanto de su silla y se aproximo al caldero donde Harry preparaba la poción. Revisó con detenimiento.
- Excelente, Potter – se esforzó por sonar frío y duro. El joven Griffindor sonrió, temía haber arruinado la poción por estar pensando justamente en el hombre que tenía al lado – esto merece un premio – y sin más puso sus manos en la nuca del muchacho y le beso con calor, Harry sentía que de un momento a otro le faltaría el aliento, pero no quería huir de aquella boca. Sus manos se aferraron a la túnica de su maestro. Por su lado, Severus disfrutaba como su estudiante se agitaba y el deseo subía por sus venas. – Es suficiente, retírese – le dijo apartándolo de sí. –Es hora de ir a cenar, vaya – Harry obedeció, la promesa de tener una nueva clase al día siguiente era motivo suficiente para salir sin decir nada. “¿Qué es esto, Severus? No debes involucrarte con tu estudiante, es solo un niño… si se entera Dumbledore es probable que sea la última vez que hagas clases en Hogwarts… Debo evitar verlo a solas, es lo mejor” reflexionaba el maestro de pociones mientras embotellaba la poción que había hecho Harry.


Harry se dirigió directamente al comedor donde le esperaban sus amigos. Se sentía demasiado contento, temía que su mirada le delatara.
- ¿Cómo te fue con Snape? – preguntó Hermione, su natural preocupación por sus amigos estaba a flor de piel.
- Bien, hice una poción matalobos – dijo con alegría.
- Pareciera que las clases con Snape te están gustando – observo la castaña al notar un brillo distinto en los ojos de su amigo.
- La verdad es que debo concentrarme para no echar a perder las cosas y poder salir pronto de esa fría mazmorra – mintió, hubiera dado cualquier cosa por haber permanecido más tiempo junto a su maestro. Repentinamente notó que alguien le observaba fijamente, al levantar la vista vio los grises ojos de Draco Malfoy y en ellos se podía apreciar que estaba disgustado con Harry.- No recuerdo haberle hecho algo a Malfoy – pensó en voz alta.
- ¿Además de que nacieras? – ironizo Ron.
- ¿O que lo despreciaras la primera vez que se vieron? – señalo Hermione.
- A eso estoy acostumbrado, pero hoy tiene una mirada asesina, como si quisiera matarme con ella – indicó el niño- que vivió.
- ¡Que notoria diferencia, Harry! Como si no quisiera eliminarte… siempre – siguió bromeando Ron. El moreno y la castaña rieron, pero Harry estaba seguro que Draco tenía un motivo particular para mirarlo de aquel modo. En ese momento, Snape entraba en el comedor y se sentaba junto a Lupin, el moreno Griffindor sintió su corazón latir con violencia, pero el profesor no le dirigió ni una sola mirada, comió con rapidez.
- ¡Harry! – Angelina, la capitana del equipo de quidditch se le acercaba – mañana tenemos practica de 6 a 8.
- Lo lamento pero no puedo, estoy en detención con Snape – le dijo fingiendo pesar.
- El sábado es el partido con Ravenclaw, tenemos que practicar – reclamo Angelina.
- Lo sé pero… - en ese momento se le acercaba otro muchacho de la casa de Slytherin
- Hey, Potter, esto es para ti – le entrego y se fue sin decir más. Harry leyó pensando que se trataba de una nota del malhumorado Malfoy, pero se dio cuenta que era la caligrafía de Snape, su corazón se acelero.

“Señor Potter, mañana preséntese a su clase de pociones después de la cena. Profesor Snape”

Miro hacia la mesa de profesores, pero ya no estaba el profesor de pociones.
- Cambio en los planes, Angelina, puedo ir a la práctica – la idea de montar su escoba nuevamente le llenaba de alegría.
- Genial – dicho esto la muchacha se retiro- no faltes, Potter.
- ¿Snape te libero de tus clases? – pregunto con curiosidad Ron.
- No, solo cambio el horario
- ¿¿¿Snape??? – preguntaron al unísono Hermione y Ron.
- Tendrá algo que resolver – defendió Harry.



Luego de la cena, en la mazmorra de Snape se presentaba el rubio Slytherin, Draco Malfoy.
- Dime, Draco, ¿qué es lo tan urgente que querías hablar conmigo? – pegunto impaciente el profesor de pociones.
- El otro día nuestra conversación fue interrumpida por San Potter… - comenzó a decir molesto el blanco muchacho.
- Sabes bien que los temas estúpidamente románticos no me interesan, Draco.
- Puedo recordarle que apenas si había logrado decirle algo sobre eso – el muchacho se estaba impacientando por la falta de atención de su maestro.
- Recuerdo que me habías dicho que te sentías un tanto confundido – menciono el profesor comprendiendo que Malfoy no se iría si no conversaban el tema - ¿ahora es distinto?
- Lo es
- Cualquiera que sea la chica que hayas elegido, Draco, no creo que te rechace- Snape quería liberarse rápidamente de la presencia de su alumno.
- No es una chica – dijo Draco acercándose a su profesor que estaba sentado en la silla de su escritorio.
- Eso cambia un poco las cosas, pero aun así no creo que sea un problema… a no ser que… - miro al rostro de Draco – se trate de algún Griffindor – temía que le dijera que se había enamorado de Harry.
- ¡No!, él es un digno Slytherin – Snape sintió curiosidad pues de todos los alumnos de su casa ninguno le parecía digno de merecer el corazón de su protegido.
-¿Qué estas esperando? – le molestaba que el rubio muchacho no mostrara el determinado carácter propio de un Slytherin.
- Estar a solas con él
- Entonces, ¿qué haces aquí?... – al mirar los grises ojos de Draco comprendió que no se trataba de un estudiante. El muchacho tomo el rostro de su maestro entre sus manos y le beso – Draco, no… - le aparto y se puso de pie – yo no puedo corresponderte… soy tu maestro, amigo de tu familia…
- Me importa un carajo todo eso… - Snape se alejo del estudiante – deme una razón para que no pueda ser posible…
- Hay alguien en mi vida – no podía decir que estuviera enamorado, pero Harry era más importante en su vida que Draco.
- Miente, mi padre me dijo que no tenía a nadie – rebatió el rubio serpiente.
- Lo siento, pero no miento – el muchacho molesto salió corriendo hasta su casa.
“Me la pagara caro, profesor, por rechazarme, descubriré quien es esa persona… sea quien sea, hare lo necesario para que la olvides” se prometía a sí mismo, Draco.

**************************************

En medio de la oscuridad de su habitación apareció una luz y bajo esta una figura que avanzaba hacia su cama.
- ¿Quién es? – pregunto incorporándose para ver quién era, la figura era la de un muchacho de piel blanca, delgado, cabello negro y desordenado; estaba completamente desnudo.
- Profesor, necesitaba verlo – le respondía una voz que conocía muy bien, el mago que aun permanecía entre las sabanas se sentó en la orilla de su lecho, dispuesto a detener al chico si aquello era alguna treta malintencionada.
- ¿Qué quiere, Potter? – la imagen de aquel cuerpo desnudo parecía una tentadora invitación pero no podía dejarse arrastrar.
- Profesor, Snape, tóqueme – la voz susurrada de Harry le suplicaba, mientras tomaba una de las manos del pocionista y la acercaba a su pecho – tóqueme – ambas manos se acercaron a aquella piel, tan suave, tan lozana. Severus estaba extasiado, lo hizo aproximarse y su rostro se pego al abdomen del muchacho, para respirar el aroma de aquel muchacho, mientras sus manos recorrían el cuerpo con ansiedad. El muchacho lo aparto de si para besarlo con calma primero y luego con deseo.
- Harry – susurro apenas sus labios eran liberados.
- Profesor – dijeron en un siseo, esa no era la voz del muchacho que provocaba más íntimos deseos – mi nombre es Draco – al abrir los ojos veía que ante él estaba un muchacho de piel blanca, casi traslucida y cabello casi blanco, ante la impresión el hombre empujo al rubio niño.
-¿Dónde está Harry?
- ¿Qué importa? Me tienes a mí
- ¿Qué le has hecho, Draco? – grito con temor.
- Nada aún, será mejor que lo olvide, no permitiré que nadie se aproxime a ti- el chico se aproximaba y lo besaba con pasión.
- Suéltame, Draco, devuélveme a Harry Potter – temía que el Slytherin le hubiera hecho algo – dime donde está – el chico sonreía con malicia.
- Harry – llamo el profesor saliendo de la habitación – Harry – mientras corría por los pasillos del castillo - ¡¡¡Haaaaaarryyyy!!! – en medio de la oscuridad del bosque, cayó de rodillas en la húmeda tierra mientras sus ojos se llenaban de lagrimas.
En la habitación apenas iluminada por un tímido albor, el profesor de pociones se despertaba con el corazón latiéndole con fuerza, las mejillas mojadas y la respiración agitada “Harry” pensó, dándose cuenta que solo había sido una pesadilla.
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La tristeza de Snape. CAPITULO IV
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