La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 El odio que nos unió

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Araleh Snape
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Araleh Snape

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MensajeTema: El odio que nos unió   El odio que nos unió I_icon_minitimeJue Oct 24, 2013 3:12 pm

Resumen: A veces el odio es tan grande que el siguiente paso sólo puede ser para el amor.

Respuesta al reto especial de La Mazmorra del Snarry por el Día Internacional del Snarry.


Notas de la historia:
Todos los personajes son de la autoría de JK Rowling

Esta historia la tenía planeada publicar por capítulos durante el transcurso del mes, pero por razones de tiempo y porque me gustó más para publicar en este día especial va toda al mismo tiempo pero de cualquier manera quedó dividida en capítulos, ya lo entenderán cuando lean. Espero que les guste.

El reto trata de escribir sobre lo que más nos gusta de la relación de Harry y Severus y escogí precisamente que aunque inician odiándose su destino final siempre será amarse eternamente =)






El odio que nos unió <a href=El odio que nos unió 03


1. La noticia jamás esperada



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Era cerca de medianoche cuando unos golpes a su puerta despertaron a Severus Snape. Pensó en ignorarlos, nadie tenía derecho a presentarse en su hogar sin avisar, y mucho menos a esa hora de la noche y con semejantes modales. Sin embargo, la persona que tocaba no parecía dispuesta a darse por vencido.


Gruñó mientras se anudaba la bata sobre su pijama dirigiéndose hacia la puerta.


— ¡Ya voy! —gritó, aunque sabía que no podían escucharlo, tenía hechizada su casa sobre la calle de hilanderas con un buen sellado de silencio, pensó que quizá también debería aplicarlo a la puerta para que dejaran de aporrearla así.


Su molestia al ser interrumpido en su descanso se tornó en ira cuando descubrió la identidad del visitante inesperado. Intentó cerrarle la puerta en la nariz pero Harry Potter logró impedirlo a tiempo.


— ¿Qué demonios hace usted aquí, Potter? —le refutó impidiéndole la entrada con su propio cuerpo.

— Tenemos que hablar. —respondió el joven héroe mágico quien también lucía francamente molesto, la respiración contenida y su voz dura y cargada de odio demostraba que tampoco era feliz por estar en ese lugar.

— ¡Absolutamente nada tenemos que hablar! —insistió el hombre echando chispas por los ojos—. ¡Fuera de mi vista o le juro que se arrepentirá!

— ¡No me interesa, Snape, usted va a escucharme quiera o no!

— ¡Ya le dije que no tenemos nada qué hablar!

— ¡Hasta ayer no teníamos ningún motivo, pero hoy las cosas son diferentes! ¡Ahora va a dejarme entrar o diré a gritos los que tengo que decirle, y no me importa si el mundo entero se da cuenta de lo ruin que es usted!


Harry logró empujar a Severus para poder entrar a esa casa a la que miró con desprecio y repugnancia. Severus cerró la puerta de un fuerte golpe y se giró hacia su ex alumno con los puños apretados.


— ¡Mejor lo hubiera gritado afuera, Potter, como descarado que es, a mí no me interesa nada que tenga que ver con usted!

— ¡Eso lo sé bien, y precisamente por eso he venido, para que sepa lo que no le importa pero que jamás va a dejarlo tranquilo!

— ¡¿De qué demonios habla?!

— ¡Estoy embarazado! —gritó apretando también sus puños—. ¡Voy a tener un hijo del hombre que odio con todas mis fuerzas! ¡Voy a tener un hijo suyo, Severus Snape!


El impacto de la noticia afectó tanto a Severus que tuvo que retroceder para apoyarse en la silla más cercana. No podía creer lo que pasaba, nunca se esperó saber que sería padre algún día, mucho menos compartir esa paternidad con Harry Potter quien le aborrecía y al que él guardaba un profundo e insoportable rencor bien correspondido.


— Eso… eso no es posible.

— ¡Lo es! —afirmó Harry sin impresionarse por la afección de Snape, más bien parecía feliz de haber logrado desbalancearlo—. Va a ser padre, Snape, pero ni se emocione por eso porque no se merece nada de este hijo que llevo conmigo. Si se lo he dicho es precisamente porque quiero que sepa que nunca lo conocerá.

— ¡Pero acaba de reconocer mi paternidad, niño imbécil! —exclamó logrando recuperarse y volver a mirar a Harry con desdén.

— La he reconocido precisamente para que sepa que en algún lugar del mundo vivirá alguien que lleva su sangre, si es que le importa, pero que jamás formará parte de su vida.

— ¿Eso piensa? —cuestionó con una mordaz sonrisa de medio lado.

— ¡Eso pienso y eso haré! ¡Será su castigo, Snape, porque un monstruo como usted no merece ser padre!


Severus continuó sonriendo, aunque no era una sonrisa amable en lo absoluto, sus ojos negros continuaban destellando de rencor y ahora había malicia también. Harry tuvo que reprimirse para no mostrar que esa mirada fría y acerada aún podía hacerle sentir un tímido alumno de colegio.


— Acepto la paternidad, Potter. —siseó Snape caminando hacia él de manera amenazante—. Soy el padre de su hijo, y asumo y me responsabilizo de cuidarlo, de protegerlo a partir de este momento y hasta el día de mi muerte.


El rostro de Harry se tensó olvidándose del primer instante de asombro, imitó el gesto irónico de Severus para enfrentársele.


— Que pena. —susurró sarcástico—. En mala hora se le ocurrió que podía intervenir a su conveniencia. Usted no tiene ningún derecho, Snape, así que, como ya dije lo que tenía que decir, me voy.

— Me temo que eso ya no es posible, Potter.


Harry se dirigió a la puerta intentando no escucharlo más, pero Snape usó su varita para sellarla mágicamente.


— ¿Usted cree que eso va a detenerme? —preguntó Harry girándose hacia su ex Profesor mientras sacaba su propia varita—. Ya no soy su estudiante, Snape, no va a vencerme.

— Es demasiado tarde para que se retracte, usted ha venido a esta casa a otorgarme una paternidad y yo la acepté, la alianza mágica ha sido firmada, Potter, soy el padre de ese niño que lleva en su vientre y no puede alejarme de él si no quiere perderlo.

— ¿De qué está hablando?

— No me sorprende su ignorancia, Potter, es producto de esa característica soberbia suya. Bien, le informaré: usted lleva consigo algo que me pertenece, si sale de esta casa sin mi permiso perderá todos sus derechos sobre él y tendrá que entregármelo al nacer.

— ¡¿Está usted loco?!

— No es locura, es magia. —respondió con altanería—. Y no tiene caso que aluda a derechos o a peleas de abogados, no es cuestión de ninguna ley que exista sobre la tierra, muggle o mágica, que pueda romper lo que la sangre y voz de un hechicero ha decretado.

— No… eso no puede ser.

— Ni para vengarse hace bien las cosas, Potter. Si su intención al venir a esta casa era destruirme lo que debió haber hecho es acudir al Ministerio y denunciar una paternidad no deseada… pero como le dije, ya es demasiado tarde.


Harry no podía ni quería creer que aquello fuera cierto, nunca se le habría ocurrido la existencia de una ley mágica como esa. Retrocedió nuevamente hacia la puerta negándose a aceptar las palabras del Profesor.


— Mentira. —gruñó con intenso odio—. No confiaré en las palabras de un monstruo como usted, de un asesino…

— ¡Cuide sus palabras, Potter! —le advirtió Snape con la misma fiereza—. Recuerde que ahora está en mi casa y no le toleraré ninguna actitud indeseable.


Harry apretó con fuerza su varita, la ira nublaba su mente y lo único que deseaba era hacer daño a ese hombre que tenía frente a sus ojos.


— ¡Cru…! —empezó a decir, pero su voz se fue de repente y la varita escapó de sus manos yendo a parar a las de Severus Snape quien la recibió sin ninguna dificultad.

— Gracias por la eficiente demostración del lazo de paternidad, Potter. —siseó con burla—. Nunca antes tuve ocasión de presenciarlo y casi supuse que se trataba de un mito… hasta ahora. Espero no le quepa duda que es inútil intentar lastimar al padre de su hijo.

— ¡Maldito hijo de puta! —gritó corriendo hacia Snape con la intención de golpearlo con sus propias manos si era necesario, pero Severus logró esquivarlo con facilidad sujetándolo de las muñecas sin ninguna consideración—. ¡Me las va a pagar, Severus Snape, algún día le haré pagar por todo lo que me ha hecho!

— ¡Aquí el único con derecho a estar enfadado soy yo, Potter, que no se le olvide que intentó enviarme a Azkaban de por vida!

— ¡Porque usted es un cerdo! —le escupió mientras lograba zafarse y retroceder—. ¡Es un degenerado que me ultrajó de la manera más vil! ¡Nunca le perdonaré, Snape, no sabe el asco que me da estar en la misma habitación que usted!


Pero Severus no se mostró indignado por la acusación de Harry, mantuvo una sonrisa diabólicamente complacida por la ira de aquel tonto capaz de creerse sus propias mentiras, pero ahora era su turno de devolverle los malos ratos y lo haría con absoluto placer.






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2. Confidente de dos



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Por un segundo a Harry dejó de importarle las consecuencias e intentó salir de aquella casa, no podía soportar estar ni un solo segundo en la misma habitación que el hombre que más odiaba en el mundo. Sin embargo, la puerta no se abrió. Se giró furioso dispuesto a reclamar a Snape por continuar obligándolo a quedarse ahí, pero la aparición de Remus bajando lentamente la escalera, varita en mano, le dejó momentáneamente sin palabras al comprender que había sido él quien le impidiera salir.


— ¿Remus?... ¿qué haces aquí? —cuestionó confundido—. No, mejor ni me digas, no me interesa, sólo quita el hechizo o lo haré yo mismo.

— Sé que puedes quitarlo, Harry. —dijo con su voz suave y calma que en otras épocas había logrado relajar al joven Gryffindor pero que ahora le parecía irritante—. No obstante, te aconsejo no hacerlo, lo que te ha dicho Severus es cierto ¿quieres arriesgarte a perder ese bebé?

— ¡Eso no te interesa! ¡Quiero irme de aquí y no pueden impedirlo!

— Claro que no, eres libre de marcharte, pero bajo tu responsabilidad… ¿te arriesgas?


Harry usó su varita para desbloquear la puerta, pero apenas puso una mano sobre la manija y supo que no podría hacerlo, aunque ese bebé fuera producto de una infamia no podía correr ningún riesgo de perderlo, de una manera sorprendente y a pesar de sólo tener unas pocas horas de saber de su embarazo, ya lo amaba y deseaba más que nada en el mundo.


Pero ahora sentía una inmensa ira, el odio más profundo hacia Snape. Él era el culpable de todo lo malo que le había pasado en la vida y ahora arruinaba lo único bueno que creyó tener, quería arrebatárselo y lo odiaba aún más por eso.


Escuchó los pasos de Remus terminando de bajar la escalera, y con esa misma voz amable se dirigió a Severus.


— Acomodaré a Harry en la habitación de visitas ¿estás de acuerdo?

— Como quieras. —respondió indiferente—. Me da igual lo que suceda con este niño mentiroso y petulante.

— Severus, por favor…


Pero Severus bufó ruidosamente impidiendo que Remus continuara su recriminación.


— La cena estará lista en veinte minutos. —avisó dirigiéndose a la cocina.

— ¡No comeré nada que venga de usted! —gritó Harry sin girarse a mirarlos, continuaba con la mano aprisionando la manija que no se atrevía a girar.

— ¡No le estoy invitando, Potter! —respondió Severus con la misma agresividad—. ¡Usted es responsable de sí mismo y del bebé, y cualquier riesgo que imponga sobre él va perdiendo más de sus derechos!


Y enseguida se escuchó un portazo evidenciando que Severus se había marchado de la habitación. Fue entonces que Remus caminó hasta Harry sujetándole afectuosamente del hombro.


— Ven conmigo, necesitamos hablar.


Sin fuerzas para negarse, Harry aceptó la invitación de Remus y juntos se dirigieron hacia la planta alta de aquella oscura casa. A pesar de su congoja Harry estudió el lugar, la escalera llegaba hasta una especie de estancia alargada rodeada de puertas. Había una solitaria hasta el final y Harry supuso que debía ser la principal, de inmediato sus ojos destellaron de furia imaginándola casi como su enemiga al dar cobijo al ser más despreciable que conocía.


Remus abrió la puerta más cercana a las escaleras invitando a Harry a entrar. El joven de ojos verdes dudó por un par de segundos, dar un paso al interior de esa habitación era un paso definitivo en su vida. Al final lo hizo, pero prometiéndose que Snape iba a arrepentirse de todo hasta su último aliento.


La habitación era más grande de lo que parecía, tenía una cama enorme y muy alta, con pesados cortinajes en el dosel. Estaba mucho más iluminada que el resto de la casa y eso seguramente era por el precioso vitral antiguo que adornaba una imponente ventana.


— Es la mejor de la casa. —comentó Remus como si la estancia en aquel lugar fueran unas gratas vacaciones.


Harry no le hizo demasiado caso y fue a sentarse en el asiento de la ventana, desde ahí pudo ver el jardín trasero de la vivienda, bastante descuidado, con maleza por doquier y hasta un pequeño estanque enmohecido.


— Sé que estás enfadado…

— ¡¿Enfadado?! —interrumpió Harry indignado—. ¡Remus, él me violó y ahora tengo que vivir a su lado para no perder los derechos de MI hijo! ¡Es totalmente injusto, Snape debería estar en prisión y es tu culpa que no sea así!

— Él dice que no es cierto lo de la violación. —musitó apenado.

— ¡Y yo digo que sí! ¿Porqué le crees a él?

— Harry, a pesar de todos los defectos de Snape, no lo creo capaz de mentir en algo como eso.

— ¿Y yo sí, Remus? —le cuestionó ofendido—. ¿Porqué piensas que yo sí puedo mentir? ¿Cuándo, Remus, cuándo me convertí en un mentiroso para ti?

— No es que lo seas, pero creo que hay una explicación que debemos encontrar.


Harry negó con ira, miró al mejor amigo de sus padres sintiéndose muy decepcionado de él. Nunca hubiera creído que se pondría del lado de Severus y no del suyo.


— Yo estuve ahí, Remus. —respondió sin poder evitar que la voz se le quebrara—. Yo aún puedo sentir el asco al recordar cómo tocó mi cuerpo utilizándolo para sus más bajos deseos. Quiso humillarme y lo sigue haciendo sin ningún esfuerzo… y tú lo ayudas.

— Quise ayudarte también a ti pero te rehusaste, Harry, ni siquiera aceptaste el uso del veritaserum durante las audiencias.

— ¡¿Porqué iba a permitirlo, Remus?! ¿Porqué, si soy la víctima, tendría que aceptar verme sometido a acusaciones?

— El Ministerio tenía la certeza de que Severus se sacrificó demasiado durante la guerra, y tú llegaste ante ellos queriendo destruirlo, tergiversaste tantas verdades sobre los actos de Severus y ellos ya no podían confiar en tu palabra.

— ¡Dije la verdad!

— Bajo tu punto de vista. —aclaró suavemente—. Lo lamento, Harry, pero no pude quedarme de brazos cruzados ante semejante injusticia. Antes de morir, Dumbledore me envió una carta informándome de la verdadera lealtad de Severus y adjuntó su testimonio en pensamiento para que no fuera juzgado en caso de que sobreviviera. El Ministerio vio todo en el pensadero, sabe que siempre quiso salvarte y tú lo malinterpretabas, por eso no podían creerte.


Harry sacó todo el aire de sus pulmones, se sentía cansado de tener que defenderse y muy desilusionado de que nadie le creyera. Ni siquiera Ron y Hermione. A pesar de que en un principio ellos parecieron apoyarlo, fue cuestión de que Remus hablara con los chicos para que cambiaran de opinión. Harry ya no podía ni culparlos, a veces hasta dudaba de su propia coherencia. Sin embargo, enseguida recordaba su odio por Snape y estaba seguro de que jamás, bajo ninguna circunstancia, habría tenido sexo consentido con él.


Lo peor es que, pese a luchar por no hacerlo, aún tenía pesadillas con aquella noche. Volvía a sentir la angustia y desesperación por no poder apartar ese cuerpo sudoroso sobre el suyo, el miedo y el dolor cuando sus entrañas fueron invadidas contra su voluntad. Nadie iba a poder devolverle la confianza hacia los demás, estaba herido, y ahora que creía que por fin tendría a su lado a una personita que le amaría y que confiaría siempre en él, amenazaban con quitárselo para siempre.


Después de dejar a Harry instalado en su habitación, Remus salió para ir con Severus, vio luz bajo su puerta así que supuso que ya habría terminado de cenar y fue hacia su recámara.


— ¿Ya intentó convencerte de lo puro e inocente que es? —le cuestionó Snape al verlo entrar.

— Severus, tenemos que descubrir qué es lo que sucede, Harry sigue convencido de que tú lo violaste.

— Es un pequeño mentiroso, yo podré ser lo que sea, Lupin, pero jamás me habría atrevido a hacer una cosa como esa a nadie… mucho menos a él.

— Lo sé, pero…

— Ya no sigas. —le instó mientras se sentaba sobre su cama con cansancio—. No permitiré que nadie dude de mi palabra.

— Es que quizá te equivocaste.

— ¿Equivocarme? Potter fue quien me rogó que lo follara, suplicó y gimió como una put…


Severus no pudo terminar su frase, Remus le había cruzado el rostro con una bofetada. Y aunque en cualquier otra ocasión o con cualquier otra persona habría respondido de igual o peor manera, con Remus logró controlarse.


— ¡No vuelvas a ofender a Harry en mi presencia! —gruñó el feroz hombre lobo.

— Tampoco vuelvas a ponerme una mano encima, Lupin, te lo perdono esta vez porque te debo mi libertad al haber proporcionado las pruebas de mi inocencia, pero te aseguro que si me abofeteas una segunda ocasión vas a tener que maniobrar tu varita con tu culo.


Remus sonrió ligeramente antes de sentarse junto a Severus.


— Harry está sufriendo, Severus, sé más comprensivo con él.

— Lo que vive se lo tiene bien merecido, jamás voy a perdonarlo, Remus. —aseguró con la mirada fija en el piso y sus manos apretando furioso las mantas de su cama—. Quiso destruirme valiéndose de su fama, y continúa intentándolo. Pues no se lo voy a permitir, me defenderé de él a costa de lo que sea.

— Duele verlos tan enojados el uno con el otro. Ambos son muy importantes para mí, y hasta me parece que serían una hermosa pareja si lograran solucionar sus diferencias.

— Lo odio tanto como él a mí, primero muerto que volver a ponerle una mano encima. Ahora soy yo quien muere de náuseas por haber caído en ese momento de debilidad.


Remus prefirió no responder a eso, desanimado pensó que quizá ya era demasiado tarde para ellos, aunque todavía esperaba que pudieran congeniar, por el bien del bebé que estaba por llegar.


— Quizá no debiste reclamar al bebé de esa manera. —propuso sin mucha convicción.

— ¿Lo dices en serio?

— No. —negó sonriéndole un poco—. Me pareció que debía decirlo, por Harry, pero creo que en tu lugar habría hecho lo mismo.

— Lo sé, eres padre y me entiendes.

— Y a propósito de eso, es tarde, será mejor que regrese a mi recámara antes de que Teddy note mi ausencia.

— Nos vemos mañana, que descanses.


Después de que Remus se fuera, Severus se recostó sobre su cama y por primera vez en toda la noche su rostro dibujó una sonrisa.


Iba a ser papá.


Había envidiado tanto a Remus por tener un hijo como Teddy, y creyó que moriría sin conocer lo que se sentiría acunar entre sus brazos un pedazo de su alma. Pero ahora todo era diferente, un hijo suyo venía en camino y ni Harry Potter ni nadie iba a apartarlo de su lado.






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3. Desagradable visitante



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Al día siguiente, Remus se presentó en la habitación de Harry llevando al pequeño Teddy consigo. Casi nunca lo apartaba de su lado, para Remus su hijo era lo más importante en el mundo y también lo único que tenía después de haber perdido a Tonks en esa abominable guerra. Sin embargo, Harry ni volteó a mirarlo, continuaba sentado a la ventana tal como lo había dejado la noche anterior.


— Creo que no descansaste nada.

— No podré hacerlo hasta que salga de este lugar. —afirmó con tristeza—. Quiero irme a mi casa, Remus, por favor, dime que no va a pasar nada si lo hago.

— Lamentablemente no puedo asegurarlo, Harry, yo te aconsejo que te quedes unos días. El lazo mágico que se formó entre ustedes es impredecible, magia de la más pura, ni siquiera los expertos podrían asegurar su comportamiento. Si te vas, esa magia podría interpretarlo como un intento de separar a un hijo de su padre legal y reaccionar de manera peligrosa, incluso para ti.


Harry iba a protestar pero cuando levantó el rostro para hacerlo descubrió la presencia del pequeño Teddy que dormía en brazos de su padre. Todo sentimiento de furia desapareció de su corazón para ir corriendo a mirarlo. Hacía tiempo que no estaba con él, desde el juicio en que intentó culpar a Severus de crímenes de guerra y Lupin había aparecido para defenderlo.


— Que hermoso es. —susurró acariciándole el rostro angelical de un bebé de cinco meses—. Eres afortunado, Remus, nadie quiere quitártelo.

— Ahora. —aclaró ofreciendo a Harry sostenerlo, el joven Gryffindor aceptó y con el bebé en brazos volvió a su asiento junto a la ventana—. Pero intentaron hacerlo.

— ¿Quién? —preguntó asombrado pues no tenía conocimiento de ello.

— Después hablaremos de ese tema, ¿porqué mejor no vamos a desayunar?

— No quiero ver a ese hombre. —refutó con el ceño fruncido.

— Si te refieres a Severus no te preocupes, él suele desayunar temprano y después se encierra en su mazmorra a realizar pociones. A veces no sale hasta la hora de la cena o después, podría amanecerse realizándolas pero me ocupo de sacarlo de ahí de vez en cuando, no es bueno que pase tantas horas en la oscuridad.

— No hay más oscuridad que en su alma, ¡es un hijo de…!


Harry volvió a callar, no se atrevía a pronunciar palabras altisonantes teniendo a Teddy en sus brazos, pero además, no había calificativo lo suficientemente hiriente para Snape. Aceptó bajar a desayunar con Remus y se ocuparon de la cocina charlando de cualquier otra cosa que no fuera Snape.


Sin embargo, no habían transcurrido ni diez minutos cuando el Profesor hizo acto de presencia. Prefirió no mirar a Harry y con voz seria se dirigió a Remus.


— Tenemos visita.


Harry notó que el rostro de Remus palideció y su gesto amable de repente ya no estaba.


— Termina de desayunar. —le propuso Snape—. Estaré en la sala con él.


Remus asintió pero dejó el plato a un lado sin ánimo para probar ni un bocado más lo que despertó la curiosidad de Harry.


— ¿Sucede algo?

— Nada de lo que debas preocuparte.

— ¿Quién vino? Me da la impresión de que lo sabes.

— Se trata de Lucius Malfoy.


Harry frunció el ceño con sólo oír mencionar ese nombre. El ex mortífago fue otro que abogó por Snape, y lo peor de todo es que le creyeron ¡confiaron más en la palabra de un asesino que en la suya! El mundo estaba completamente loco.


— Supongo que Snape y él deben continuar con su dulce amistad. —gruñó para sí mismo.

— No te equivocas. —aseguró el licántropo mientras se ponía de pie—. Pero Lucius no ha venido por Severus… está aquí por mí.

— ¿Por ti? ¿Pero qué tienes que ver con ese hombre?

— ¿Recuerdas que te dije que intentaron quitarme a Teddy?... pues bien, ese fue Lucius Malfoy.

— ¡Pero Remus, él no tiene ningún derecho sobre tu hijo!

— Tiene poder, y Tonks fue familia de su difunta esposa, por lo que hay una línea de sangre que los relaciona, aunque sea débil, eso no importa cuando se pueden pagar los más costosos abogados.

— ¿Pero para qué querría Malfoy a Teddy?

— Es un metamorfomago, Harry, el único en toda la familia, los intereses son muchos.

— Pero dijiste que ya no había peligro ¿verdad? —cuestionó preocupado.

— Así es. Gracias a Severus que intervino. Malfoy y yo ahora tenemos un trato.

— ¿Qué clase de trato?

— Negocios. —respondió esquivando la mirada—. Harry, por favor, no salgas de la cocina hasta que Severus te diga que puedes hacerlo, y cuida de Teddy mientras vuelvo.


Remus se inclinó besando la frente de su hijo y se marchó sin decir nada. Harry se quedó en su lugar, quería salir y averiguar qué es lo que estaba pasando pero no podía dejar solo a un bebé así que aguardó impaciente.







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MensajeTema: Re: El odio que nos unió   El odio que nos unió I_icon_minitimeJue Oct 24, 2013 3:30 pm

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4. Conflicto de sentimientos



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No había pasado mucho tiempo, Harry casi se había olvidado de Remus y Snape, e incluso de Malfoy, por mirar embelesado la dulce carita de su ahijado. Soñaba con tener a su propio hijo en brazos, la sensación debía ser maravillosa. Era tan grande la emoción que sentía su sangre correr caliente por sus venas, el tiempo se le haría eterno hasta el momento en que pudiera besar la frente de su hijo.


El ruido de la puerta lo sobresaltó. La sonrisa que tenía en su rostro desapareció al instante instalándose un sabor amargo en su boca con sólo mirar el rostro frío y endurecido de Severus Snape.


— ¡No se me acerque! —le gritó poniéndose tan abruptamente de pie que al retroceder tiró su silla.

— Deme a Teddy, Potter. —dijo el hombre sin más emoción que odio en su voz.

— Sólo se lo daré a Remus.

— Lupin tuvo que salir, yo me haré cargo del bebé, regrese usted a su habitación y evíteme el desagrado de verle la cara el resto del día.


De un par de largos pasos Snape logró llegar hasta donde Harry había quedado pegado contra la pared y quitarle el bebé de sus brazos. El joven Gryffindor no tuvo tiempo de reaccionar, la postura erguida y poderosa de Snape le alteró los nervios. De inmediato su mente regresó hasta tiempo atrás cuando había sido víctima de un ruin hombre que le violentó sin importarle nada. El terror le nubló la mente y de pronto se vio saliendo fuera de la cocina por la puerta que daba al patio.


El corazón le retumbaba en la garganta, sus pupilas se dilataron por el miedo y el asco al rememorar el peor día de su vida. Apenas podía respirar y muy lejanamente escuchó cuando Snape se burló de él por el otro lado de la puerta. No pudo mover ni un solo músculo hasta que escuchó los pasos del hombre alejándose fuera de la cocina.


Lentamente se dejó caer al suelo abrazándose a sus rodillas. No iba a poder soportar estar cerca de Snape sin morir de dolor y repugnancia.


Cuando Harry volvió a ponerse de pie sintió las piernas enteleridas, había pasado horas engarrotado en la misma posición, casi sin sentir el frío del otoño, ni la lluvia que se desató al atardecer. Estaba todavía muy empapado cuando acercó la oreja a la puerta rogando por escuchar la voz de Remus, pero no fue así. De cualquier forma no podía pasar la noche en ese lugar y después de recordar que Remus le había comentado que Snape solía pasar horas en su mazmorra logró darse valor para entrar.


Lo hizo con todas las precauciones posibles, fue fijándose en cada recodo de los pasillos antes de atreverse y correr hasta su recámara donde por fin logró sentirse a salvo.


Un par de horas después, mientras miraba angustiado por la ventana cómo la luna se movía demasiado lentamente, volvió a sobresaltarse por el ruido de la puerta al abrirse, para su fortuna en esta ocasión era Remus quien apareció.


— ¿Dónde estuviste todo el día? —le preguntó intrigado por la prolongada ausencia de su ex Profesor.

— Cumpliendo un trato. —dijo tranquilamente para luego sentarse cerca de Harry.

— ¿Ese que Snape te obligó a hacer con Lucius Malfoy?

— No me obligó a nada, incluso hago el trato con mucho gusto.

— ¿Porqué no me dices de qué se trata?

— De Draco Malfoy. —respondió con una preocupada sonrisa—. ¿Harry, tú sabes que Draco está enfermo?

— No, pero no me interesa. —dijo con rencor—. Pero me interesas tú, a pesar de todo, ¿qué tienes qué ver con eso?

— La enfermedad de Draco es del alma, está dolido y lleno de odio.

— Bienvenido al club. —comentó sarcástico.

— Deberías interesarte, el problema con Draco es tu mejor amigo, Ronald Weasley.

— ¿Ron? —repitió ahora sí poniendo atención—. ¿Porqué Ron?

— Creo que Ron nunca quiso preocuparte, por eso no te lo dijo, pero Draco desarrolló una especie de obsesión por él. No sé exactamente qué pasó, pero hace unas semanas Draco hizo algo que, al parecer, no le funcionó y cayó en una especie de trauma que lo desquició.

— ¿Ron está en peligro?

— Está bien cuidado. Él dice que no tiene miedo de Malfoy, pero la verdad es que Draco ha formulado amenazas nada propias para alguien de su edad.

— No puedo creerlo aún, ¿Draco… sintiendo algo por Ron?

— No solamente “algo”. —aclaró con más preocupación—. Lucius me pidió que hablara con él, y en este tiempo he logrado que ocasionalmente ganarme un poco de su confianza y lo veo muy decidido a tener a Ron de una manera o de otra… En realidad me preocupo más de lo que pueda pasarle a Draco que a Ron si llega a darse cuenta que Ron no lo querrá.

— Por supuesto que no puede quererlo, ¡Malfoy ha sido siempre una basura con él!

— Y Ron no desaprovecha oportunidad alguna para decírselo, lo cual considero que es un error pero Ron no quiere escucharme, sólo está logrando encapricharlo más.


Harry prefirió no protestar pero le parecía que era lo más lógico, Ron no podía complacer al hurón sólo para hacerlo sentirse mejor. Quiso ponerse de pie para ir a la cama, se sentía inmensamente cansado pero un mareo lo obligó a sostenerse de la pared. Remus acudió de inmediato en su auxilio notando preocupado que el joven Gryffindor ardía en fiebre.


— Harry, estás enfermo, debo llamar a Severus ahora mismo.

— ¡No! Sólo debo haberme resfriado, pasé la tarde en el jardín, estaré mucho mejor si no llamas a ese hombre aquí.


Pero no fue necesario que Remus lo llamara, Severus entró justo en el momento en que Harry se desvaneció en brazos del licántropo.


— ¿Qué sucede?

— Harry tiene fiebre. —respondió Remus llevando al chico hasta su cama—. ¿Puedes seguir cuidando de Teddy para encargarme de Harry?

— No, mi obligación es hacerlo yo. —refutó interponiéndose en el camino para alejar a Remus de la cama—. No puedo quedarme sin hacer nada mientras peligra la vida de mi hijo.


Remus asintió y después de ver cómo Severus invocaba un par de pociones desde su mazmorra, salió dejándolos solos.


En su inconsciencia, Harry sintió unas manos de hombre rozando su rostro. Eran suaves y cálidas y por un fragmento de segundo se permitió disfrutarlas antes de saber a quién pertenecían, luego la agradable sensación se tornó en pánico. Ya no eran suaves, eran duras y agresivas, le sujetaban con fuerza mientras violentamente desgarraba sus ropas y luego… luego aquella horrible sensación en que un falo despiadado se adentraba en sus entrañas desgarrándole hasta el alma. Sintió su vida arruinarse, sintió el odio y la decepción apoderándose de cada uno de sus sentidos haciendo que hasta el miedo fuera menos.


— No. —rogó en voz alta pero débil—. No me toque.


Severus retrocedió al escucharlo pero luego creyó que deliraba, Harry ni siquiera había abierto los ojos, no podía saber que estaba ahí, quiso cambiar nuevamente la compresa fría de su frente pero otra vez la voz de Harry le detuvo en seco.


— ¡No quiero! —gritó en medio de su delirio—. Por favor, Snape… —sollozó desesperado—… por favor… no lo haga. No… no me gusta… no quiero… ¡nooooo!


La piel de Severus Snape nunca se puso tan pálida como en ese momento, y más aún cuando vio a Harry despertar en medio de su grito de horror, con las pupilas dilatadas de dolor. Por un segundo se miraron a los ojos pero antes de que Harry pudiera siquiera recuperar el habla, Severus salió corriendo de la habitación llevando en su corazón la mayor duda de su existencia.







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5. Obsesión… o amor.



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Unos días después, el rostro de Harry se iluminó al recibir una inesperada visita en su habitación. Corrió lanzándose a los brazos de su mejor amigo, sintiendo que por fin tenía alguien que podría comprenderle.


Brevemente le contó todo lo que había estado viviendo ahí. Ron le escuchó con culpabilidad, había decidido unirse a Remus y creer en la inocencia de Snape, después de todo, su exprofesor siempre le había parecido un murciélago injusto y prepotente pero nunca lo habría creído capaz de semejante infamia, no hasta ahora que veía la sinceridad en los ojos de Harry.


— Perdóname por no haberte creído antes. —se disculpó avergonzado—. No sé porqué siempre meto la pata contigo, Harry, pero te prometo que ahora te creeré aunque me digas que el cielo es azul.

— El cielo es azul.

— ¿Lo ves? Te creo y lo veo azul.


Harry rió comprendiendo que Ron bromeaba intentando levantarle el ánimo, escuchó su propia risa con extrañeza, casi había creído que no volvería a hacerlo así que agradeció mucho más la presencia de su desparpajado amigo. A su lado siempre parecía que todo carecía de importancia, la vida era más ligera y despreocupada.


— Ron, supe lo de Draco Malfoy ¿porqué no me contaste nada antes?

— Porque no tiene importancia. —dijo encogiéndose de hombros—. No sé qué le dio al hurón pero desde meses antes de que tuviésemos que abandonar el colegio empezó a acosarme. Al principio creí que se trataba de una broma absurda pero creo que realmente perdió un tornillo.

— No lo subestimes, como hurón que es tiene garras y sabe de artimañas. No quisiera que llegara a pasarte algo como a mí.

— Sé bien con quién estoy tratando, Harry, es sólo un idiota snob que piensa que puede tenerlo todo en la vida con sólo exigirlo, pero se tendrá que resignar que este cuerpecito mío jamás será para él.

— Sí que es un idiota, tú te mereces algo mejor, serías un tonto si lo aceptaras.


Ron bajó la cabeza riendo con torpeza por unos segundos. Harry no notó el breve titubeo de su mejor amigo pero recordó algo que le preocupó y le tenía intrigado.


— Ron, Remus me comentó que Draco se volvió más agresivo de un tiempo para acá ¿sabes qué fue lo que le provocó?

— No exactamente. Tuvimos una pelea la noche de la celebración del fin de la guerra.


Harry se estremeció al recordar aquella noche, había sido entonces cuando Severus Snape cometió la villanía que superó cualquier otra que hubiese realizado en su vida. Sin embargo intentó no mostrarse afectado, era momento de escuchar a Ron.


— ¿Porqué discutieron?

— Lo mismo de siempre. Me acorraló en una esquina de Hogwarts e intentó besarme, lo aparté de un puñetazo, le amenacé con que no volviera a intentarlo o lo mataría. Le dije que lo odiaba y se alejara de mí. Creí que se enfadaría, y bueno, sí lo hizo, pero también me amenazó, dijo que esa noche me tragaría mis palabras, que mi odio por él sería mi perdición… aseguró que esa noche me pondría a sus pies y le rogaría ser suyo.

— ¿Porqué diría eso?

— Ni idea, Malfoy es impredecible. No volví a verlo esa noche, sólo hasta el día siguiente, fue a buscarme a la Madriguera a reclamarme por mi estupidez. Esa ocasión estaba fuera de sí. Dijo que no sabía cómo es que había logrado escapar pero que no se daba por vencido.

— ¿Ron, no sientes curiosidad por saber lo que planeaba?

— No la suficiente como para acercarme a él ¿porqué?

— Es que puede ser que su trampa haya sido la misma que Snape hizo conmigo, sólo que yo no corrí con suerte.

— ¿Eso crees? Bueno, entonces tendré que buscar a ese rubio irritante.

— ¿Qué? ¡No, Ron, no lo hagas! Draco Malfoy es peligroso, no te arriesgues por mi culpa.

— Sé manejarlo, no te preocupes. Averiguaré lo que planeaba hacer y veremos si es algo que Snape pudo usar contigo, es lo menos que puedo hacer para compensar no haberte creído antes.

— Eso ya no importa, te ruego que te mantengas alejado de Draco, no me perdonaré si algo te pasa querer ayudarme.


Ron sonrió volviendo a encogerse de hombros, ahora tenía una empresa a la que no pensaba renunciar por nada del mundo.


Durante días Harry no pudo estar tranquilo esperando noticias de su mejor amigo pero éste seguía sin volver. Ya le había pedido a Remus que averiguara pero el licántropo aseguró que Ron estaba a salvo en su casa aunque Draco continuaba intentando vencer las barreras extra que la familia Weasley se había visto obligada a colocar.


A Severus casi no lo había visto en todo ese tiempo, parecía que el Profesor evitaba su presencia siempre encerrado en su mazmorra, eso le aligeraba el alma pero también a veces le preocupaba y se sorprendía rondando la oscura puerta de madera que conducía pisos abajo.


— ¿Qué tanto hace ahí? —se atrevió a preguntarle una vez a Remus mientras ambos estaban en la sala, jugando con Teddy.

— Sólo él lo sabe, quizá planeando conquistar al mundo… o ensayando un nuevo baile.

— Sé serio, Remus, en realidad sí puede estar planeando una más de sus maldades.

— ¿Porqué lo odias tanto, Harry?

— ¿Me lo preguntas? Parece que no vivimos en el mismo planeta, pero claro, ahora eres su fan.

— Sólo veo que no es una mala persona, y si realmente quieres saber lo que hace te lo diré, Severus perfecciona una poción matalobos para mí, si resulta es probable que ya no tenga que separarme de mi bebé en esas noches de luna.


Harry guardó silencio con el ceño fruncido, por más bien que le hablaran de Snape, en su vientre llevaba la prueba de su alma ennegrecida. Al verlo con el odio en su mirada, Remus suspiró profundamente mientras iba por un álbum medio escondido entre los estantes de la biblioteca.


— Míralo. —le ordenó dejándolo caer sobre las piernas de Harry.


Harry obedeció y desde las primeras páginas encontró apuntes, planes, mapas, hechizos de protección, todos y cada uno dispuestos para asegurar que Harry consiguiera vencer a Voldemort y salir vivo. Luego había recortes de El Profeta y hasta de Corazón de bruja con noticias de Harry Potter, de su victoria, de su posición de héroe mágico. Se notaba enseguida el cuidado al acomodarlos en el álbum para que lucieran mejor. En la última página estaba un ramillete de pasto seco que Harry no comprendió de inmediato hasta que vio una frase escrita con la letra de Snape: “Su amor huele a hierba fresca, esta noche fue mío”.


De inmediato arrojó el álbum al piso poniéndose de pie como un resorte, el corazón casi saliéndose de la garganta. Remus se acercó a mirar esa última página que no había visto antes pero que para él significaba algo diferente.


— Creo que no me equivoqué al pensar que tras de su supuesto odio, él te quiere, Harry.

— ¿Me quiere? —repitió alarmado—. ¡No, Remus, esto es asqueroso! ¡No es amor, es obsesión, ese hombre estaba encaprichado conmigo, esta es la prueba de que no estoy mintiendo! ¡Severus Snape es un monstruo, planeó la violación desde hacía tiempo! ¡Ese maldito álbum muestra sus trofeos!


Severus Snape hizo su aparición justo entonces, y al mirar el álbum en el suelo su rostro se frunció de ira.


— ¡¿Porqué demonios se lo mostraste?! —le reclamó a Remus.

— Creí que Harry entendería, pero su mente sigue nublada por el rencor. —respondió desilusionado—. Lo siento.

— ¡No tiene nada qué entender! ¡Todo eso del álbum era cuando creí que podía haber una pizca de inteligencia en usted, Potter, pero olvide lo que vio, ahora no vale ni un knut!


Severus se apresuró a tomar el álbum para echarlo a la chimenea y fuese consumido por el fuego.


— ¡No pretenda mostrarse ofendido, Snape! —le reclamó Harry sin tomar en cuenta la expresión apagada del Profesor cuando aquel pequeño ramillete quedó convertido en cenizas—. ¡El agraviado soy yo, usted sólo ha sido un cerdo!

— Guarden silencio los dos. —intervino Remus antes de que corriera sangre—. Están hablando sin pensar en las consecuencias, deberían hablar sobre lo que pasó esa noche, no tiene caso seguir con reclamos si ninguno de los dos entiende lo que sucedió.

— ¡Yo lo entiendo muy bien! —dijo Harry señalando a Snape—. ¡Él me violó!

— ¡Estoy absolutamente cansado de usted, Potter! ¡Si no fuera por mi hijo, ahora mismo le echaba a patadas de mi vida!

— ¡Lo que deberían de hacer es mostrarse los recuerdos que tienen de esa noche! —propuso Remus esforzándose por no perder la paciencia, pero tanto Harry como Severus le miraron como si de pronto le hubiera crecido otra cabeza—. Es que sólo de esa manera comprobarán la verdad.


Obstinados, Harry y Severus desviaron su mirada hacia lados contrarios, con los ceños fruncidos y los brazos cruzados en desaprobación. Unos golpes en la puerta los interrumpieron, Remus bufó exasperado antes de ir a abrir.


— ¿Ron, qué haces aquí a esta hora?

— ¡Tengo que hablar con Harry, con permiso!


Ron esquivó a Remus, e ignorando completamente la presencia de Snape, tomó a Harry de la mano para llevarlo escaleras arriba con todo el apuro del mundo.







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6. La verdad siempre triunfa



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Harry no podía asimilar aún lo que Ron le había contado. Era una historia demasiado complicada, como si el universo hubiera conspirado en su contra.


— No puedo creerlo. —musitó sentándose junto a la ventana.

— A mí también me costó trabajo hacerlo pero es la verdad, conseguí que Draco me la dijera. Él estaba realmente enfadado y desesperado por mis negativas, creó esa poción para darme una lección, por eso dijo que el odio que sentía por él sería mi perdición.

— Tomar aquello que fabricó te obligaría a someterte a él.

— A quien más odiaba.

— ¿Y Snape lo uso en mí?

— No, Harry, Snape no sabe nada. Draco tampoco sabe lo que sucedió con ustedes pero yo estuve haciendo memoria. Esa noche tú y yo encontramos aquella botella de whiskey de fuego en nuestra mesa ¿lo recuerdas?... bien, era para mí, a Draco no le importaba quién más bebiera de ella, pero mi madre llegó justo entonces y al querer esconder la botella se cayó al suelo junto con tu copa, mamá me quitó la mía y la volvió a dejar en la mesa mientras me daba el sermón de mi vida y tú aprovechaste su descuido y…

— … y la bebí.


Ron asintió y ambos volvieron a guardar silencio por unos segundos mientras asimilaban lo sucedido.


— Pero… no entiendo. —continuó Harry—. Yo me resistí, Ron, y Snape dice que no es cierto.

— Es el lado cruel de la poción, engaña a tu mente para que sufras cuando en realidad estás satisfaciendo a tu enemigo. Si tú rogabas piedad o sentías tus brazos luchando por zafarte, en realidad tu boca decía otras cosas y tus manos… bueno, no me atrevo a ser tan explícito pero creo que Snape dice la verdad y tú correspondiste a su mayor deseo.

— Su mayor deseo. —repitió con la mirada baja y decepcionada—. Follar, simplemente follar.

— No creo que haya sido sólo follar, de otro modo no estarías embarazado, Harry.

— ¿Porqué lo dices?

— Si lo piensas un poco más, Snape debió desear tenerte siempre a su lado, quería una vida contigo, una familia… y tú se lo diste.


Harry palideció ante la súbita sabiduría de su amigo, no sabía qué sentir con esa idea, sintió un ardor en los ojos, como si tuviera ganas de llorar hasta el último día de su vida.


Al día siguiente, durante la ausencia de Remus, Harry se atrevió a salir de su habitación y caminó hacia la de Remus, sabía que Snape debía estar ahí cuidando de Teddy pero le costó demasiado trabajo girar la perilla y cuando lo hizo el corazón ya le latía muy acelerado. Procuró no hacer ruido logrando que Snape no le viera de inmediato pero él sí pudo verlo, estaba recostado sobre una mecedora balanceándose suavemente con Teddy en su pecho.


Fue una imagen que le desconcertó, creyó encontrarlo simplemente sentado en algún cómodo sillón leyendo un libro mientras el niño dormía, pero ahora, incluso le veía una sonrisa en el rostro sin dejar de acariciar la espaldita del bebé.


Snape tenía los ojos cerrados, por eso no se dio cuenta cuando el lobo de peluche de Teddy cayó al suelo. Harry se apresuró a levantarlo antes de que el niño empezara a llorar.


— Aquí tienes, bebé. —le dijo cuando Teddy se despertó al sentir su mano vacía, el niño simplemente volvió a tomar su juguete regresando a dormir en el pecho de Snape.


Harry permaneció acuclillado junto a ellos, sintiendo la dura mirada de Snape sobre él pero ahora no podía culparlo. No se atrevió a mirarlo de frente pero sus mejillas empezaban a acalorarse.


— Remus es afortunado, Teddy es un bebé encantador ¿verdad?

— ¿Qué demonios quiere, Potter?

— Nada, yo…

— Entonces vuelva a su habitación y deje de molestar.


Harry asintió, quiso despedirse de Teddy con un beso pero al inclinarse se dio cuenta que también estaba acercándose demasiado al rostro de Snape, fue instintivo que sus ojos se encontraran por un instante. Harry podía percibir su olor a sándalo impregnando sus fosas nasales y como en un relámpago se vio a sí mismo abrazándose de Snape y gimiendo de placer mientras el hombre le hacía el amor con inmenso cariño.


La sensación que recorrió su piel lo asustó y salió corriendo de la habitación hacia el pasillo sin saber qué pasaba con él. Ya conocía la verdad, sabía que Severus Snape no le había violado intencionalmente, sin embargo, eso no debía cambiar en nada sus sentimientos por él, nunca lo había visto como un hombre deseable, siempre fue el cretino sarcástico que le daba clases y al que odiaba.


Pero ahora no sabía a dónde había ido todo ese odio.


Esa noche Harry esperó a que Remus regresara a casa para hablar con él. Le confesó el descubrimiento de Ron y su arrepentimiento por no haber confiado en Snape. Lloró en su hombro por todo lo mal que se sentía.


— Debes hablar con Severus, aclararle lo que pasó, ambos tienen que disculparse muchas cosas.

— Hoy quería hacerlo pero no me atreví, no creo atreverme nunca, Remus. Snape me odia y no va a perdonarme.

— Él te ama, Harry.

— Tal vez antes me amaba, Remus, ahora me odia y no puedo culparlo por ello. He sido injusto, le he ofendido, le he humillado, y lo peor de todo es que he lastimado su corazón… Él me amaba, Remus, y yo pisoteé su amor.

— ¿Y tú, Harry, qué sientes tú?

— No sé, estoy muy confundido. —confesó con agobio—. No entiendo cómo se puede dejar de odiar a una persona de un segundo a otro pero aún así puedo aceptarlo. Esta tarde cuando fui a hablar con él tenía la intención de proponerle mejorar nuestra relación por el bien de nuestro hijo, pero me di cuenta que no quería sólo eso, quería algo más… y luego empecé a recordar y todo se intensificó. Remus, no quiero confundir mi arrepentimiento con un sentimiento más intenso, no quiero lastimarlo más prometiéndole algo que quizá sea pasajero.

— Es muy maduro de tu parte ser prudente, Harry. Tienes razón en eso, Severus está herido y no merece una nueva ilusión rota.


Harry asintió, esperaría más tiempo, necesitaba estar seguro que lo que sentía era para siempre. Ahora que los recuerdos de esa noche habían vuelto a su mente podía verse teniendo una gran noche de amor junto al lado con Severus Snape, él diciéndole que lo amaba… y después, cuando el efecto de la poción pasó, los reclamos, las falsas acusaciones que rompieron el corazón de Snape y que ante sus oídos sonaban a una burla cruel que posteriormente se vio coronada con demandas y acusaciones públicas.


Iba a ser complicado, pero valdría la pena.


Remus fue quien confesó a Severus la verdad y esto fue un gran alivio para el exprofesor, todavía recordaba los delirios de Harry durante sus fiebres, había estado temiendo que en verdad se había equivocado y cometido una infamia contra quien amaba. Porque lo amaba, lo amaba aún con todas sus fuerzas, pero era orgulloso y la herida continuaba abierta. Su actitud con el chico no cambió en lo absoluto, apenas le dirigía la palabra cuando tenían que ir a un chequeo médico para el embarazo de Harry y nada más.


Fue precisamente regresando de una de esas consultas durante el sexto mes de embarazo que Harry quiso armarse de valor y prolongar más la compañía de Severus pero el hombre le ignoró y subió presuroso la escalera hacia sus aposentos pretextando estar demasiado cansado.


Eso deprimió a Harry pero no se rindió, aún cuando ya le costaba bastante poder subir las escaleras fue tras de Severus, sin embargo, en su apuro por alcanzarlo pisó mal uno de los escalones y cayó rodando hasta el piso.


Cuando despertó, Harry vio a Severus despidiendo a un medimago en la puerta de su habitación, de inmediato recordó todo y se llevó las manos a su abdomen respirando aliviado al sentirlo inflado como en los últimos meses. Antes de que Severus volteara, Harry fingió seguir inconsciente, no supo porqué lo hizo, sus ojos se cerraron sin que se los ordenara.


Escuchó que Snape caminaba hacia la cama y durante unos segundos que parecieron siglos lo sintió de pie a un lado. Estaba a punto de revelar que ya estaba despierto cuando la cama se hundió con suavidad revelando al Profesor sentándose junto a él.


Creyó que su corazón se escucharía por toda la recámara y más aún cuando la mano de Snape se posó en su vientre redondeado acariciándoselo muy suavemente, como si temiera despertarlo. Harry sintió una confortable calidez en su interior, el bebé parecía reconocer a su otro padre y correspondía a sus caricias con pequeños movimientos.


La puerta volvió a abrirse y Harry supo que se trataba de Remus por lo que continuó con los ojos cerrados.


— ¿Cómo está? —susurró el licántropo.

— El medimago dice que está fuera de peligro pero necesita reposo. Ve a descansar, Remus, yo me haré cargo de él.

— ¿Y tú cómo te sientes?

— Mal, no debí permitir que subiera solo la escalera, ha estado en peligro en esta casa, Remus, a veces pienso que cometí una terrible injusticia reteniéndolo. Por mi egoísmo nuestro bebé puede no nacer, soy yo quien no merece ser padre. Quizá… quizá debería renunciar a él.

— ¡No! —negaron Remus y Harry al mismo tiempo.


Severus giró a mirarlo y al darse cuenta que continuaba con su mano sobre el vientre de Harry supuso que nuevamente estaba teniendo pesadillas así que se apartó de inmediato.


— Lo siento… ya me voy.

— No, no se vaya aún, por favor. —pidió con timidez—. El bebé se sentía mejor, creo que lo necesita. Por lo menos esta noche quédese con nosotros.


En silencio Severus regresó sobre sus pasos ocupando el lugar en la cama junto a Harry. Ninguno de los dos dijo nada, fingiendo que lo hacían por el bebé se recostaron abrazados. Pero Remus, antes de irse, volteó a mirarlos y la expresión que ambos tenían en sus rostros destellaba algo más que amor por su hijo.







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7. Del odio al amor



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Cuando Harry despertó sintiendo que había dormido profundamente, notó que seguía unido a Snape, y no solamente un suave abrazo, estaban enredados de brazos y piernas de una forma que no resultada nada incómodo. Al contrario, sería capaz de pasar toda la vida en esa posición. Volvió a cerrar los ojos acomodando su rostro en el pecho de Severus y sin darse cuenta, un placentero suspiro salió de su boca.


Severus despertó en ese momento y al verse envolviendo a Harry con tanta posesividad intentó separarse sin despertarlo, pero el chico lo estrechó más.


— No se vaya. —le susurró sin levantar la mirada—. No quiero que se vaya.

— Potter…

— He sido un idiota pero quiero corregir mis errores. —le dijo en el mismo tono íntimo—. Necesito una oportunidad, por favor.

— ¿Oportunidad de qué?

— De hacer mío su deseo. —respondió Harry irguiendo su rostro para mirarlo a su rostro, logró hacer a un lado su timidez para sonreírle—. Quiero una vida contigo, Severus Snape, quiero una oportunidad para darte no solamente un hijo, sino una familia que compartamos entre los dos.

— Pero…

— Sé que me odias y lo entiendo, me porté muy mal contigo pero deseo con todas mis fuerzas esa oportunidad, necesito intentar volver a pegar los trocitos de ese amor que no supe ver. No sé si pueda lograrlo, no sé si un día puedas volver a amarme, pero te prometo que voy a intentarlo con todas mis fuerzas.

— ¿Estás totalmente convencido de lo que propones, Potter?

— Habla mi corazón ¿te arriesgas conmigo?

— Tal vez esté cometiendo un grave error pero no creo que me arrepienta de hacerlo.


La mirada de Harry se iluminó con las esperanzadoras palabras de Severus, él tenía fe en que lograría compensarlo, hacerlo feliz y ser feliz a su lado.


— Bésame. —le pidió fijando sus ojos en los delgados labios de su ex Profesor, los deseaba sobre su boca como el sediento al agua.


Severus sujetó delicadamente el rostro de Harry para acercarse hasta por fin unir sus labios en un suave y prolongado beso que resultó delicioso para ambos.


Por meses Severus se había lamentado por haberse enamorado de alguien que le detestaba. El odio de Harry le hirió su corazón con tanta fuerza que creyó que jamás podría perdonarse por fomentarlo. Por eso, esa noche en que el destino los unió en el lago de Hogwarts, cuando Harry se mostró diferente, cuando le dijo que deseaba que tomara su cuerpo más que nada en su vida, no pudo resistirse. Fue una noche en que sintió que tocaba el cielo con sus dedos, su hermoso Harry se entregó a él, parecía que en cuerpo y alma, pero no fue así. Cuando todo terminó no hubo planes, no hubo alegría, sólo reclamos y llanto por supuestamente haberlo forzado.


Pero ahora todo era diferente, el odio que los había unido dejó paso a un sentimiento más fuerte. Harry realmente le quería a su lado y él conseguiría que nunca se arrepintiera de aceptarlo en su vida.







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— Me parece que está exagerando, Profesor.

— Yo diré cuando exagero, Potter.


Remus levantó la mirada hacia las escaleras y apenas pudo contener la risa al ver a Severus bajando con Harry en brazos y totalmente sonrojado pero ninguno de los dos parecía enfadado, por el contrario, sus rostros no podían mentir.


— Veo que por fin han solucionado sus diferencias. —comentó cuando Severus por fin permitió que Harry pisara suelo firme pero sin dejar de abrazarlo—. Me alegro mucho por ustedes.

— La verdad es que jamás me imaginé que un día Snape me sostendría en brazos sin tener la intención de tumbarme a un precipicio. —bromeó Harry recostando su cabeza en el pecho de Severus.

— Pero ahora no te soltaré nunca, Potter, ni sabes en la que te has metido.


Harry rió girándose para besarlo, más feliz de lo que se había sentido jamás. Remus carraspeó cuando vio que se olvidaban de él pero ninguno de los dos le hizo caso, ni siquiera escucharon cuando la puerta se abrió y cuando Remus acudió a abrir se encontró con Lucius Malfoy.


Al ver a la nueva pareja besándose apasionada, el rubio aristócrata frunció el ceño y fue hacia ellos visiblemente molesto.


— Así que le has perdonado. —siseó con evidente recriminación consiguiendo que Harry y Severus rompieran el beso—. No puedo creer que seas tan tonto, Snape, este chico te hizo la vida imposible, si por él fuera ahora estarías pudriéndote en Azkaban pero parece que se te ha olvidado.

— No lo olvido, pero Harry tuvo sus motivos y no pienso discutirlos contigo.

— ¡Empeñé mi palabra con mil Magistrados, me gasté casi media fortuna en sobornar jueces para que desoyeran a este imbécil y todo para nada!

— ¡Basta, Malfoy! —intervino Remus con firmeza—. No tienes derecho a recriminar nada, y para que te enteres, el malentendido que provocó tanto lío fue causado por tu propio hijo.

— Tú deberías guardar silencio, Lupin, debes recordar que sigues en prueba. Si te vas a poner de parte de estos dos imbéciles tendrás que resignarte a las consecuencias, aún puedo reclamar la línea familiar de Teddy.

— Siempre has podido hacerlo. —respondió sin amedrentarse—. ¿Acaso piensas que me tragué el cuento de que rechazaste la integración de un metamorfomago tan fácilmente? Después del trato te olvidaste enseguida del poder de Teddy porque no era a él a quien querías, sino a mí.


Lucius abrió los labios con la intención de protestar pero ni un sonido salió de su boca. Severus hizo una seña a Harry para que no interviniera, aunque en realidad tampoco era necesario, Harry estaba estupefacto viendo a Remus actuar tan seguro de sí mismo, y sobre todo, notando su mirada depredadora, como si en cualquier momento el lobo fuera a surgir para comerse a Malfoy… o para otras cosas.


— Bien, ahora que todo ha quedado aclarado. —continuó Remus—. Será mejor que dejemos tranquilos a la nueva pareja y tú y yo vamos a darle un nuevo sentido a nuestro trato. Cuiden de Teddy un rato, por favor.


Remus tomó a Lucius del brazo llevándoselo consigo fuera de la casa. Harry no podía creer la manera tan dócil en que el altivo ex mortífago se dejó conducir. No pudo evitar correr a la ventana alcanzando a mirar cómo Lucius Malfoy besaba a Remus con ansiedad antes de desaparecer.


Nunca pensó que algo podría sorprenderle más que Severus siendo tan dulce con él, pero se había equivocado. En fin, aunque Lucius Malfoy no fuera su persona favorita en el mundo, parecía que sí lo era para Remus y eso lo hizo esbozar una sonrisa.






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Cuatro meses después, Harry y Severus organizaron una fiesta en casa para festejar el primer mes de vida de su pequeña Amelie e invitaron a sus mejores amigos.


— ¿Y Lucius? —preguntó Harry a Remus al ver que el rubio aún no llegaba.

— No demora, dijo que iba a arreglar un asunto de una vez por todas.


Tanto Severus como Harry intercambiaron una mirada de curiosidad, pero su cuestionamiento no tardó en ser respondido. Lucius entró a la casa llevando a su hijo sujeto del brazo, era obvio que Draco Malfoy no estaba ahí por su propia voluntad, sus ojos echaban chispas de furia. Instintivamente Harry volteó a mirar hacia un extremo del salón donde Ron observaba la escena con una expresión indescifrable.


— ¿Qué hace él aquí? —increpó Severus, no le gustaba la presencia de Draco pues aunque su poción había logrado un milagro no iba a serle fácil perdonar que Harry sufriera las consecuencias en su momento.

— Creo que es tiempo de que se disculpe por lo que hizo.

— ¡Jamás! —bramó el rebelde joven—. ¡Yo no obligué a Potter a consumir nada, al contrario, él debería disculparse conmigo por haber arruinado mis planes! ¡Es su culpa que todo haya salido mal, y además puso a Ronald en mi contra! ¡Lo perdí por su culpa! —concluyó enfurecido, sus ojos grises brillaban de lágrimas que jamás dejaría salir.


Un bufido despectivo desvió la atención hacia donde Ron caminaba hacia ellos con una sonrisa extraña en su rostro.


— Tonto, esa estúpida poción jamás hubiera funcionado en mí. —afirmó triunfante—. El único odio que siento por ti es porque no te das cuenta que no siento odio.

— ¿De qué demonios estás hablando?

— Tan imbécil como siempre, hurón. Te explico, ¿sabes cuál es el mejor método de conseguir que un idiota consentido por el mundo desee algo con todas sus fuerzas? Pues negándoselo. —dijo sonriendo petulante—. No te iba a complacer tu capricho para que después me desecharas como algo usado e inservible. Yo no te quería para un rato, te quiero para toda la vida y ahora sé que lo vas a pensar muy bien antes de arriesgarte a perderme.


La sonrisa de Ron cambió tornándose enamorada, acortó la distancia entre él y el rubio para sujetarlo por la nuca y unir sus labios a los suyos. Draco cerró los ojos correspondiendo al beso aún aturdido, levantó su temblorosa mano como si pretendiera acariciar la mejilla de Ron, pero ante la sorpresa de todos le estampó una ruidosa bofetada que separó al pelirrojo.


— ¡Estuviste jugando conmigo todo este tiempo! ¡Te atreviste a jugar con Draco Malfoy!


Hubo un silencio muy tenso, pero Ron no se mostró tan preocupado como los demás, se masajeó la mejilla herida antes de sonreír.


— Y valió la pena, porque ahora eres mío… ¿o no?


El rostro enfurecido de Draco se relajó y ante el asombro de los presentes, incluyendo los padres de Ron que jamás imaginaron ver actuar a su hijo de esa forma, Draco asintió lanzándose a los brazos de su pelirroja obsesión mientras le susurraba “Jodido tramposo, funcionó tu estrategia, creí que no podías gustarme más pero ahora… ¡mato a quien intente separarte de mí!”







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Media hora más tarde, Harry seguía sin poder despegar la mirada de dónde el arrogante Malfoy continuaba colgado del cuello de Ronald mientras le hablaba bajito y peinaba su cabello.


— Vas a tener que pellizcarme, Severus. —le dijo a su pareja quien sostenía a la bebé a su lado—. Por más que lo vea, sigo sin creerlo. Nada más míralo, Draco Malfoy mimando a Ron.

— Lo creo menos que tú, ¿y qué me dices de Lucius? —cuestionó volteando la mirada a donde el rubio mayor jugueteaba con Teddy mientras Remus los observaba con una sonrisa—. De pronto se ha convertido en un dócil enamorado.

— Es que se supone que Ron odiaba a Draco y que Draco lo aborrecía, y Lucius a Remus… el mundo se ha puesto al revés.

— ¿Y no te preguntas lo que piensan de nosotros? Después de todo vivimos en guerra desde que nos conocimos.

— Lo sé. —afirmó mirándolo sonriente—. Y agradezco al cielo por ese odio, sin él no habría pasado nada aquella noche y mi vida seguiría tan vacía y sinsentido. Ahora veo las cosas de una manera diferente, el universo no conspiró en mi contra, lo hizo a mi favor porque nuestra historia tenía que suceder aunque para ello fue necesario que primero te odiara.


Severus sonrió feliz, tomó un par de copas llenas de una deliciosa bebida burbujeante y ofreció una a Harry.


— Brindemos, por el odio que nos unió.

— Y por el amor que lo derrotó.








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FIN


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Neki Snape
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MensajeTema: Re: El odio que nos unió   El odio que nos unió I_icon_minitimeSáb Oct 26, 2013 2:19 pm

Oh T_T, lloré... de felicidad, claro ;') Dios, es tan hermoso, tan sublime, tan... oisaklfjasklfjhas xD
Araleh, siempre he amado tus historias :3 me las he leído todas y, aunque no podía dejarte comentarios porque no tengo cuenta en slasheaven, quiero que sepas que te admiro mucho *-*! Gracias por compartir este maravilloso aporte con nosotras. ¡Qué viva el Snarry!

Besos y abrazos~
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Yuki Fer
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MensajeTema: Re: El odio que nos unió   El odio que nos unió I_icon_minitimeMiér Jul 09, 2014 11:13 pm

Pero que historia woahh excelente me impresiono por un momento pense que realmente sev habia hecho eso pero luego lo que decia remus no podria ser cierto lo de sev pero harry tampoco parecia estar mintiendo...u_u ahh todo lo que provoco la posion de draco..bueno al menos sev y harry tuvieron un final feliz...n_n
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MensajeTema: Re: El odio que nos unió   El odio que nos unió I_icon_minitimeJue Jul 10, 2014 2:05 pm

Lo importante es que al final pudieron ser felices, era tan extraño por que los dos estaban convencidos de lo que había pasado, ambas versiones eran reales, lo bueno es que el malentendido se arreglo Very Happy
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Gabriela Cruz
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MensajeTema: Re: El odio que nos unió   El odio que nos unió I_icon_minitimeMar Ago 05, 2014 2:17 am

Me encanto, te felicito.
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severusprince23




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MensajeTema: Re: El odio que nos unió   El odio que nos unió I_icon_minitimeMar Ago 05, 2014 2:54 pm

ESTUVO MUY BUENO ME ENCANTO
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gpevazquezcor




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MensajeTema: Re: El odio que nos unió   El odio que nos unió I_icon_minitimeLun Jul 20, 2020 3:46 pm

Me encantó!! Es el primero que leo, soy nueva, me podían compartir historias similares. ❤
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MensajeTema: Re: El odio que nos unió   El odio que nos unió I_icon_minitime

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