DE QUIEN ES ?

Yo sé, es Dulce castigo, de Lirianis.

Ahora vuelvo, voy a buscar un fic

Ok, una fácil...


¡Ahhhh! La felicidad de tener una espaciosa cama para uno mismo. No muchachos grandes demasiado impacientes por darle uso a lo que consideraban su principal órgano, no más sábanas sudorosas ni manchadas y definitivamente: al fin podría leer una página completa sin que le estuvieran saltando encima y botando sus importantes lecturas a algún lugar de la habitación dónde seguramente conseguirían una arruga más.

Si. Eso era vida. Se dijo Severus Snape mientras se estiraba cuán largo era sobre el suave tejido de hilo blanco, tomaba sus lentes de lectura y empezaba a leer el voluminoso documento entre sus manos.

Empezó a leer cada letra, saboreando el significado de cada frase y sílaba.

“…Al fin podré hacer algo de investigación seria… - Pensó y retomó la lectura apreciando los trazos negros sobre el papel amarillento.

“Una poción contra las enfermedades del trópico… algo contra la malaria y esas cosas” – en un segundo había leído hasta la mitad de la hoja, algo estaba mal, pero siguió adelante.

“También debo revisar dónde queda exactamente Brasil, hay mucha selva ahí, después de todo” – sus ojos pasaron directamente a la otra página.

“Claro que debería también utilizar algún endulcolorante para las pociones… con eso de que las odia amargas y verdes…” – Pasó la página y se dio cuenta de que lo que leía tenía mucho menos sentido ahora.

“Malaria… Creo que los muggles tampoco tienen algo para eso… definitivamente podría enviar una carta al Departamento de Pociones Mágicas del ministerio brasileño” – Humedeció su dedo y pasó otra página. Que extraño, tres paginas en 20 segundos…

“Debería hacerlo mañana… Tal vez Potter no se vacunó… o no se vacunó convenientemente en todo caso… ¿podrán ser las vacunas relativas?…” – Por supuesto eso no tenía sentido, así que se encogió de hombros y pasó otra página más.

“Y después de todo, si va a la playa ¿Puede haber malaria en la playa?”

Severus cayó en cuenta, en ese exacto momento, que se había saltado unas cinco páginas ya del informe y lo que había leído hasta ahora no significaba más para él que un montón de letritas negras.

Tiró el informe y se fue a buscar esa tonta guía que Potter había comprado sobre Brasil. Frenéticamente observó las fotografías del equipo de Quidditch nacional, las mascotas, las extensiones de selva donde de hecho si había posibilidades de contraer malaria y que en efecto los magos estaba muy cercanos a tener una cura… nada concreto…

Severus dejó el libro caer, se puso su bata y revoloteando esta se fue a su laboratorio a sumergirse entre más libros y una leve idea que tenía para una poción basándose en una vacuna efectiva para otra enfermedad tropical que en ese momento no recordaba.

Suerte

Sueño Erótico de Amante de la oscuridad

Severus se había dedicado a sus clases con más ímpetu que antes, y eso viniendo del Maestro de Pociones era mucho decir, y también de temer. Ante la negativa de Dumbledore a decirle donde se encontraba Harry, su humor había empeorado visiblemente. Era cruel y cínico con sus alumnos hasta límites impensados.

Los pequeños magos, eran las víctimas de su terrible mal humor; tanto era así, que los más pequeños salían corriendo en cuanto le veían asomar por el pasillo, y durante sus clases, los de cursos superiores se encogían en sus asientos y de buena gana se habrían hecho un hechizo desilusionador.

En especial Hermione Granger y Ron Weasley, sobre todo la primera, eran el objeto favorito de las iras de Snape, pues les consideraba en gran parte causantes de la marcha de Harry.

Snape no desaprovechaba ocasión de quitarle puntos a su casa o humillarles delante de la clase, hacía con ellos lo que antes con Harry, pero los motivos eran muy diferentes; con la chica se ensañaba de forma especial, porque se había atrevido a enfrentarle y sobre todo porque la consideraba directamente responsable de la marcha de Harry de Hogwarts.

Si con Harry pretendía atraer su atención, con la castaña quería descargar la frustración que amargaba su alma desde que el joven se había ido del colegio. Sabía que era injusto, que si había un culpable era él, nadie más, pero nada calmaba la impotencia que sentía.

Entendió que se le había ido la mano el día que Hermione Granger salió de su clase echa un mar de lágrimas. La chica era una alumna ejemplar por su dedicación, por su inteligencia y por su firme carácter; que abandonara una clase por propia iniciativa era mucho decir, pero lejos de sentirse mal, le había invadido una íntima satisfacción, al saber que no era el único que sufría.

Ron, tras ver salir a su novia de la clase, tuvo que contenerse y mucho para no dar un puñetazo al miserable Profesor, algo que le hubiese supuesto la expulsión inmediata del colegio, pero en toda su vida había tenido tantas ganas de darle una buena lección a alguien como ahora. Sentía que hervía de rabia, al no poder defender al la chica que amaba del injusto trato del maestro de Pociones. Sabía que todo se debía a la ausencia de Harry, se descargaba injustamente con ellos, sobre todo con Hermione, y el pelirrojo se había hartado.

A pesar de que el director les había sugerido no contactar con Harry hasta que él lo hiciera…. Ron estaba convencido de que había llegado la hora de poner las cartas sobre la mesa. Enviaría un mensaje vía lechuza a su amigo para contarle todo lo que había ocurrido en Hogwarts desde que se marchó.

Ni siquiera se lo diría a Hermione, pues de hacerlo ésta seguramente se negaría a que enviase el mensaje y le expondría una serie de razones, entre ellas la más importante: la prohibición de Dumbledore, que le harían desistir de su empeño.

Las lechuzas eran capaces de encontrar a cualquiera a no ser que estuviese bajo tierra, y además, no se necesitaba autorización para que estás realizaran vuelos internacionales. Era hora de poner al día a Harry de todo lo que había sucedido desde su marcha, incluída la escena que presenció frente al retrato de la Dama gorda, a pesar de que seguía enfadado con su amigo por marcharse sin despedirse siquiera.

El Director había llamado al orden a Severus en un par de ocasiones, cuando las quejas de los padres se habían intensificado a causa del comportamiento del maestro con sus hijos, pero sus advertencias habían servido de poco o nada; empezaba a preguntarse si había sido buena idea dejar que Harry se marchara, desde que se había ido todo iba de mal en peor.

Severus se encontró con Ronald Weasley en la lechucería, cuando el chico iba a enviarle una lechuza a Harry. El pelirrojo no pudo disimular su resentimiento, hacia el hombre, era… un amargado, ojalá que Harry le olvidase de una vez y para siempre, y aunque en el fondo de su corazón, Ron sabía que eso nunca ocurriría, pues por alguna inexplicable razón su amigo se había enamorado de aquel cabrón sin sentimientos que era Severus Snape, deseaba con toda el alma que todo se terminase entre ambos definitivamente…Ni en un millón de años entendería qué había visto Harry en aquel oscuro hombre para enamorarse de él.

Se preguntaba con quien se querría comunicar Snape y se desconcertó un poco al ver a la lechuza partir sin ningún mensaje atado a su pata.