La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Pequeño asesino. Capítulo 1: Re-encuentro

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martuu

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MensajeTema: Pequeño asesino. Capítulo 1: Re-encuentro   Pequeño asesino. Capítulo 1: Re-encuentro I_icon_minitimeJue Abr 02, 2009 2:14 am

Hola! ^^ Pues bien, esta es la historia que escribí para el "Reto Inaugural, Gracias Rebeca".

Resumen: Alguien murió en Hogwarts, y Harry es mandado a investigar. Pero volver al colegio le hará toparse con su último y más significativo amante. ¿Podrá resolver el intrincado caso mientras lucha con sus contradictorios sentimientos? ¿Y si su ex también está en problemas?

Género: Romance, Intriga.

Advertencias: Muerte de un personaje, Chan.

FR: NC-17

DISCLAIMER: Todos los personajes y lugares pertenecen a J.K. Rowling y a todos los que hayan comprado sus derechos. Yo no tengo suficiente dinero para eso xD
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MensajeTema: Re: Pequeño asesino. Capítulo 1: Re-encuentro   Pequeño asesino. Capítulo 1: Re-encuentro I_icon_minitimeJue Abr 02, 2009 2:18 am

Capítulo 1: Re-encuentro
(Parte 1)


Harry observó crepitar el fuego de su chimenea. Era lo único que se oía dentro de su pequeña casa de Londres. Realmente le inquietaba el verse invadido por ciertos pensamientos que aparecían cuando se encontraba en la soledad de su hogar. Cada vez que estaba sólo, cuando las trivialidades del día eran enterradas en el inconsciente, cuando los recuerdos sobre las últimas experiencias vividas con sus amigos eran momentáneamente olvidadas, no podía evitar evocar el período más feliz de su vida, hacía apenas tres meses.

Harry había vivido una aventura llena de pasión con Severus Snape. No recordaba exactamente cómo había llegado a sentirse atraído hacia su ex profesor. Quizás se había enterado de golpe de lo sensual que sonaba su voz, o tal vez era que simplemente su corazón había comenzado a latir violentamente cuando Severus coqueteó con él por primera vez; lo que fuera. La cuestión es que, al contrario de lo que él mismo pensó, se sentía extrañamente excitado ante los avances de Severus, por lo que no había tardado mucho en manifestar él también su interés por el hombre. No es que se habían jurado amor eterno ni nada similar, de hecho ni siquiera habían determinado cual era exactamente la relación que tenían.

A los pocos días del inicial coqueteo, Harry se había entregado. En prácticas homosexuales era totalmente virgen, pero eso no representó ningún obstáculo para revolcarse con Severus en cuanto lo deseó. Habían hecho el amor por primera vez acostados sobre el frío suelo de piedra de las mazmorras privadas del mayor en Hogwarts, bien cerca de la chimenea encendida. Había sentido bastante dolor en lo más profundo de su ser por lo menos durante las primeras dos o tres embestidas, a pesar de que el hombre lo penetraba con suavidad y dedicación. Luego comenzó realmente a disfrutar. Sentir el pene duro de Severus clavado tan profundo lo había extasiado de tal manera que en ese momento no deseó nada más que dedicar cada segundo de su vida a hacer el amor con él. Sólo con tener consciencia de sus brazos fuertes estrechándolo, su maravillosa piel caliente, sus jadeos y su erección golpeando con insistencia su próstata, se había enloquecido de placer y había tenido el orgasmo más fuerte de su vida.

A partir de esa ocasión comenzaron a reunirse cada algunos días para follar salvajemente en el primer sitio donde cayeran. Luego del mes, habían decidido autodenominarse amantes. Nunca hablaban demasiado, salvo que las palabras tuvieran dobles intenciones, y tampoco le habían comentado a nadie sobre su amorío, por lo que eran continuamente muy discretos.

Harry estaba realmente muy contento a todas horas, incluso cuando su entrenamiento de auror se tornaba denso. No mantenía relaciones sexuales ni meramente amorosas con nadie más, y había averiguado juguetonamente que Severus tampoco lo hacía. Bastante tengo con lidiar con un pesado como tú, ¿esperas que pueda con uno más?, le había dicho con una sonrisita. No sabía las razones de la “fidelidad” de Severus, a él sencillamente no le interesaba estar con nadie más. No sentía el deseo, ni la necesidad. De hecho, se sentía enormemente satisfecho con su vida tal cual era desde que Severus había ingresado en ella. En él no podía encontrar el amor de una pareja como Dios manda, si lo único que se ofrecían el uno al otro era sexo bien apasionado y buenos momentos juntos, divertidos incluso. Se conocían bastante el uno al otro, como si fueran amigos desde hacía unos años, pero su relación jamás tuvo el mínimo tinte de compromiso. ¿Quien quería algo serio? Ni él ni Severus. Y Harry se sorprendió al darse cuenta de que eso era todo lo que deseaba. No quería amor, estabilidad, futuro... Sólo él y Severus satisfaciendo su eterno deseo, y divirtiéndose juntos y a escondidas. Para cariño tenía a sus inigualables amigos: Ron, Hermione, Remus y el resto de los Weasley. Lo tenía todo. Era feliz.

Pero su perfecta vida se desvaneció tan rápido como había llegado, cuando faltaban apenas unos días para que su “romance” cumpliera los dos meses. Harry había llamado a la puerta de su despacho, para darle la sorpresa al hombre ya que siempre ingresaba por la chimenea. Tenía la capa invisible puesta. Cuando Severus le abrió, se le abalanzó al mismo tiempo que cerraba la puerta y se quitaba la capa. Pero luego de que le identificara, lo había tomado de los hombros para separarlo de sí. El joven le había mirado extrañado.

- Harry... - había dicho seriamente sin soltarlo. El chico se asustó un poco. Hacía tiempo que Severus no se dirigía a él de esa forma - Harry, lo lamento pero... esto no puede seguir - le lanzó de sopetón.

- ¿Qué?

- Lo que escuchaste - confirmó muy serio - Mira, ha sido muy divertido pero... todo llega a su fin.

- ¿Todo llega a su fin? - repitió Harry incrédulo - ¿De qué hablas? - inquirió subiendo el tono.

- Harry, yo... de veras me ha gustado todo esto. Mucho. Pero ya no podemos seguir.

- Pero... ¿por qué?

- Por Dumbledore. Mira, Harry... él ha hecho mucho por mí - dijo enfatizando la antepenúltima palabra - No te imaginas cuanto...

- ¿Y eso que tiene que ver con lo nuestro? - preguntó cada vez más confundido.

- Harry, si él se entera de lo nuestro...

- Nada sucederá. Hace tiempo que me gradué de esta escuela, y tu ya no eres mi profesor. ¿Qué podría llegar a pasar?

- No importa que ya no seamos alumno y profesor. Nuestra relación sigue siendo incorrecta, y siempre lo será a los ojos de los demás.

- ¿¡Incorrecta!? Severus, ¿que sucede contigo? ¿Y desde cuando te ha importado la opinión ajena?

- No me interesa la opinión ajena, me interesa la opinión de Dumbledore.

- Pero... ¡nosotros no somos una pareja! ¡Ni lo seremos jamás! Y si nunca formalizamos... nadie tendrá por qué enterarse de esto.

- Dumbledore se enterará, tú lo sabes. Ahora nos estamos escapando de esa realidad porque Albus nunca está en el colegio por las vacaciones. Pero cuando regrese, ¿cuánto tiempo crees que tardará en darse cuenta?

- No sé, quizás muy poco. Pero en tal caso, ¿qué demonios importa? ¡Dumbledore estará feliz por nosotros!

- Él no estará feliz, Harry... Se nota que no lo conoces tanto como yo. A él no le hará gracia saber que estoy saliendo con alguien que hasta hace muy poco fue mi alumno, que es veinte años menor, y que como si fuera poco es su alumno preferido.

- ¿Alumno preferido, Severus? ¿Tú también vienes con esa tontería?- inquirió molesto.

- Tú sabes a que me refiero. Albus te quiere más que al resto del alumnado, llámalo como quieras.

- Bueno, ¿y eso qué tiene que ver? - preguntó a los gritos - No es argumento suficiente para justificar el que ya no quieras ser mi amante. Me molesta que me inventes estupideces en vez de decirme la verdad - agregó en voz baja.

- ¿Qué verdad? ¡Te estoy diciendo la única verdad que existe!

- No, no me estás diciendo nada - replicó con terquedad - Mira, si ya no te gusto más, o encontraste a otro que está mejor que yo, quiero que me lo digas; porque me sentiré un idiota si crees que con esa mentira de Dumbledore voy a creerte - dijo Harry amargamente.

Severus lo había mirado con el ceño profundamente fruncido.

- Yo no estoy mintiendo - murmuró mirándolo fijamente - Y te repito, me ha encantado esto que tuvimos, de lo contrario te hubiera sacado de mi vida en un abrir y cerrar de ojos. Pero a Dumbledore lo conozco hace demasiado tiempo. A él le debo fidelidad más que a nadie en el mundo. A él no le agradará esto. Si tuviéramos una relación formal, quizás... pero a él no gustará que yo tenga este tipo de cosas a mi edad. Ya no tengo veinte años, ¿sabes?

- ¿Qué cosas?

- Un amante... un amante demasiado informal, por cierto.

- ¿Informal? ¿Y eso qué significa exactamente?

- Bueno, no hacemos nada más que follar, ¿verdad? Quiero a Dumbledore como un padre, y él a mí como un hijo. Y tengo cuarenta años. Debería estar casado, al menos. Pero ni siquiera tengo una pareja normal. ¿Qué crees que pensaría Albus de mí, eh? Creería que soy un maldito libertino... un inmaduro. Y llámame patético si quieres, pero no estoy dispuesto... no puedo lidiar con la desaprobación de Dumbledore.




Harry se reclinó en su asiento y se masajeó las sienes con cansancio. Maldición. Se había sentido como basura cuando Severus le había dicho eso. Y él sólo lo había mirado con los ojos bien abiertos, sin poder decir ni una sola palabra. Ahora mismo le podría haber llamado mil veces patético por no aceptar que efectivamente era un maldito libertino, y que era otra cosa si no deseaba que Dumbledore se enterara. Pero no le dijo nada, ¿qué podía decir? Severus parecía extremadamente determinado. Así que lo único que hizo fue cruzar la sala hasta llegar a la puerta, abrirla e irse sin mirar atrás.

Después de tan repentino suceso, sólo pudo volver a su pequeña casa y sentarse en algún lado para poder procesar todo lo que había ocurrido e informarse a sí mismo que era cierto, y no un mal sueño.

Severus se había ido de su vida. Y Harry aún no terminaba de tragarse la noticia.

Habían pasado tres meses de aquello, y él había dejado ir al hombre sin pensar demasiado en el asunto, sin ponerse triste, ni mucho menos llorar. Quizás lo había comprendido, en parte. No porque hubiera creído completamente lo que dijo acerca de Dumbledore, sino por lo que pensaba que Severus quiso decir entre líneas. La verdad era que por más maravilloso que hubiera sido su amorío, algún día dejaría de serlo. Se volvería aburrido incluso, si se quedaban en lo mismo. Si fueran sólo amantes y nunca avanzaran de ese camino. Todas las relaciones deben cambiar, ¿verdad? Transformarse, hacerse más fuertes o empeorar hasta el punto de quebrarse. Pero la cuestión era que las relaciones son dinámicas. Y por más que Severus y él quisieran seguir en esa meseta, ser amantes durante mucho tiempo, y nada más ni nada menos que eso, su relación iba a cambiar de forma obligatoria. Harry le había tomado cariño a Severus, pero no se había enamorado. Aunque eso no quitaba que no lo recordara con nostalgia y con un poquito de tristeza, porque a fin de cuentas, cuando eran amantes él fue más feliz que nunca. Y esa certeza lo unía a Severus de forma irremediable.

Lo extrañaba, lo extrañaba mucho. En muchas ocasiones tuvo deseos de ir a Hogwarts o averiguar si tenía otro paradero para visitarlo, pero siempre se retractaba y decidía no hacerlo. Tal vez por vergüenza, o tal vez porque no sabía si Severus iba a estar de acuerdo con sus intenciones de volver a hablarse para ser sólo amigos. Harry tenía la intuición de que podía dejar en el pasado su deseo por el hombre y verlo casi como miraba a Ron o a Hermione. Pero nunca más había hablado con él desde aquella “ruptura” en su despacho, y no sabía si Severus quería compartir, al menos, una porción de su vida con él.

Harry observó su reloj de pared. Iban a ser las doce de la noche. Debía acostarse; mañana tenía que ir temprano al Ministerio.







A la mañana siguiente, Harry tomaba tranquilo su desayuno, que consistía en café con tostadas. Levantó la vista cuando una lechuza cruzó su ventana. El animal dejó un ejemplar de El Profeta, y se fue luego de que él le diera unas monedas. Aburrido, tomó el periódico para ver la nota de portada.

Su corazón saltó de su lugar violentamente, o eso creyó él, y sintió una puntada de miedo en el fondo de su estómago. El titular ostentaba una letra enorme con un tinte morbosamente dramático.


“MUERTE EN HOGWARTS”


Un nudo se apretó dolorosamente en su garganta cuando lo releyó un par de veces más. No había muchas personas en Hogwarts en época de vacaciones, así que las opciones eran... pocas. Con un mareo reparó en que Hagrid vivía en los terrenos del colegio. Incluso... incluso cualquier otro profesor podría haber ido allí por algún motivo.

Intentando enfocar su mirada y dejar de lado sus teorías, leyó el “copete” del artículo.

“En las horas de anoche, fue hallado muerto Argus Filch, celador squib del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Aurores y medimagos ya han ido al lugar y determinado que el hombre murió a causa de una maldición asesina. Dumbledore aún no se ha presentado para dar declaraciones a la prensa.”

Harry sintió la presión aflojar en su pecho. No le deseaba algo así al celador, pero prefería mil veces su muerte a la de cualquier otro. Siguió leyendo el resto del artículo. Al parecer, el cadáver había sido encontrado por uno de los fantasmas en las mazmorras, quien había acudido allí guiado por los maullidos desesperados de la Sra. Norris.

Demonios, el pobre de Dumbledore iba a tener a toda la prensa pisándole la suela; y probablemente algún malintencionado se quisiera aprovechar de la situación para ensuciar la reputación del colegio. Pero lo peor era que cosas así no sucedían en Hogwarts. Que él supiera, la única muerte había sido la de Myrtle la Llorona hacía más de 50 años. Por lo menos el culpable era Voldemort, un malo conocido. Ahora alguien había asesinado limpiamente a Filch, y si bien a más de uno le sobraban motivos, se preguntó quien odiaría tanto, pero tanto al celador para tomar la decisión de matarlo.

Se terminó de arreglar y salió disparado para el Ministerio. Quizás le encargaran hacer algo especial además de su entrenamiento. Le habían dicho que eso sucedía con los estudiantes de auror próximos a graduarse cuando la situación era lo suficientemente grave.




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Última edición por martuu el Jue Abr 02, 2009 2:25 am, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: Pequeño asesino. Capítulo 1: Re-encuentro   Pequeño asesino. Capítulo 1: Re-encuentro I_icon_minitimeJue Abr 02, 2009 2:23 am

Capítulo 1: Re-encuentro
(Parte 2)



- ¡Harry! - le gritó Ron en cuanto lo vio ingresar en la Sala de Prácticas Generales - ¿Has visto el diario esta mañana? ¿Viste lo que...?

- Sí, lo he leído - lo interrumpió - Terrible, ¿cierto?

- Sí... no tanto por Filch, sino porque nunca había ocurrido algo de semejante envergadura en Hogwarts. Es una locura.

- Y espero que esto no perjudique demasiado al colegio... No me extrañaría que los idiotas del Consejo quisieran cerrarlo. Incluso seguro habrá muchos padres que no querrán enviar a sus hijos cuando empiece el ciclo escolar.

- Sí, Hermione también ha dicho eso. Se puso como loca cuando se enteró.

- ¿Quién no? Por cierto, ¿ha llegado ya Hawthorn? - preguntó Harry refiriéndose a su entrenador.

- No - respondió - Lo cual me huele bastante mal.

- Quizás lo mandaron a Hogwarts para investigar junto a los otros aurores - aventuró un compañero que estudiaba con ellos - Es un gran profesional.

- No lo creo - dijo Harry - Hay muchísimos aurores. No nos van a quitar al jefe de entrenamiento, aunque él no sea el único que se encargue de educarnos como futuros aurores.

- Exacto, Potter - corroboró Hawthorn que acababa de llegar. Era un hombre estricto y severo, y por algún motivo, siempre llevaba el ceño fruncido - Maldición. Lo que ha sucedido en Hogwarts es una auténtica mierda. Lo peor es que según los últimos informes, no hay muchas pistas ni nada que indique “algo”. Ya han registrado todo el castillo, y no había presente ningún desconocido. Aunque todavía no han interrogado a los profesores.

- Pero... los profesores no estaban ahí en el castillo, ¿cierto? - preguntó Harry.

- No la mayoría. Sin embargo, muchos son amigos de Dumbledore, así que estoy prácticamente seguro que saben cómo quitar las protecciones del castillo.

- ¿Eso significa que los consideran como futuros sospechosos? - preguntó Ron.

- Seguro, Weasley. Cuando alguien es asesinado, absolutamente nadie del entorno queda a salvo. El único profesor que vivía en Hogwarts de forma fija era Rubeus Hagrid, que desempeñaba también labores de guardabosques. Pero eso no importa, él o cualquiera de los otros pudo haber ido para asesinar al celador y luego haberse marchado. Como sea, lo último que supe fue que los profesores que supuestamente no estaban presentes la noche del crimen, iban a trasladarse a Hogwarts para ser interrogados... Y en lo que ustedes refiere, es ésta una oportunidad para mostrar su futuro desempeño como auror. El departamento de aurores no es muy grande, y aunque hay diez de ellos ocupándose de lo más importante, sería realmente bueno tener a un par más ayudando a atar cabos. Como les digo, a veces las respuestas se encuentran en las cosas más simples, y me temo que hay muchos aurores que creen que para resolver un caso como este alcanza sólo con interrogar a todo ser humano que tenga algo que ver con el colegio e inspeccionar la escena del crimen. Pues no es así, por lo que quiero que vayan los cinco e investiguen. Ya tienen el permiso legal para hacerlo.

- Pero, señor... Hogwarts es muy grande - dijo un chico vacilante - ¿Cómo haremos para...?

- ¿Crees que no me di cuenta de eso, Singht? - gruñó el hombre mirando con molestia a un chico de pelo claro, quien pareció encogerse ante la mirada de su jefe - ¡Quiero que exploren todo! - gritó - ¡Quiero que pasen sobre cada centímetro de ese castillo y busquen hasta la más insignificante pista!

- No se preocupe, señor. Eso haremos - aseguró Ron con voz firme para calmar los humos. Hawthorn suspiró pesadamente.

- Más les vale. Y sepan que si encuentran algo verdaderamente relevante, no lo pasaré de alto ni yo ni los que serán sus futuros jefes luego de que se gradúen. Quedará en su historial y además tendrán la tranquilidad y satisfacción de haber ayudado a atrapar a un maldito. Váyanse, ahora mismo - bramó señalándoles la puerta - Y no traigan porquerías, por favor.






Los cinco muchachos partieron hacia un sitio donde pudieran desaparecerse. En menos de quince minutos ya estaban en los terrenos del colegio. Dentro, en el vestíbulo, había varios aurores hablando entre sí. Harry y Ron fueron hacia Kinsgley mientras los otros tres los seguían.

- Chicos - dijo con voz agradable y profunda - ¿Los han mandado aquí?

- Si - respondió Harry - Ya sabes, para recoger alguna que otra pequeña pista. ¿Alguna novedad de último momento? Hawthorn nos dijo que ya llegarían los profesores para ser interrogados.

- Ya llegaron todos. Están cada uno de ellos en sus respectivos despachos. Ahí mismo se les hará el cuestionario. Estábamos organizándonos para eso, justamente.

- De acuerdo - dijo Ron - Entonces será mejor que acatemos las órdenes de Hawthorn y los dejemos a ustedes hacer lo suyo.

- Nos vemos luego, chicos - dijo el hombre despidiéndose con un guiño - Cuídense.

- Adiós, Kinsgley.

- Bien, nosotros también deberíamos dividirnos - propuso un joven llamado Erwan.

- Sí. ¿Quién desea ir a las mazmorras? - inquirió Ron - Bueno... - vaciló - creo que debería reformular la pregunta. Nadie desea realmente ir allí, ¿verdad?

- A mí se me eriza la piel sólo de pensar que estaré en un sitio donde hace poco mataron a alguien. ¿Y qué tal si el cuerpo sigue allí? - expresó Singht claramente temeroso.

- Se supone que vas a convertirte en auror, deberías ser más valiente. Bien, entonces... ¿a quién no le molestaría demasiado ir a las mazmorras?

Por unos segundos nadie dijo nada.

- De acuerdo - suspiró Harry - Yo iré.

- ¿Quieres que vaya yo, compañero? ¿O que al menos te acompañe?

- No, no te preocupes - tranquilizó al pelirrojo - Creo que podré sobrevivir.

- De acuerdo, pero si encuentras algo raro, avisa.

Harry se despidió y bajó las estrechas escaleras que llevaban a las mazmorras. No tenía idea de cual era el sitio exacto donde habían encontrado a Filch... ni si habían retirado su cadáver. Con un leve estremecimiento, siguió caminando con su varita firmemente asida. Realmente preferiría encontrarse cara a cara con el asesino que con los restos del celador.

Caminó lentamente, probando de cuando en cuando algún hechizo que comprobaba presencia de magia, y examinando absorto el suelo y las paredes. Unos metros más, y llegó al sitio donde había sido hallado el cadáver. Una silueta estaba perfectamente dibujada en el suelo donde los restos yacieran, aunque por suerte éstos ya habían sido retirados. Todo estaba a unos cuantos pasos de la puerta del aula de Pociones. Entró allí también, pero luego de múltiples hechizos de control, no encontró nada extraño. De hecho, estaba prácticamente igual a cuando él estaba en séptimo. Rozó con sus dedos una de las mesas, con más exactitud en la que él y Ron acostumbraban a sentarse, en un gesto de nostalgia. Volver a recorrer el colegio a sus anchas, sin tener que esconderse como lo hacía tres meses atrás, le llenaba el corazón de alegría. Además, no estaba en cualquier sitio, sino en las mazmorras, con todo lo que eso había comenzado a significar para él. Pero todo estaba opacado por el motivo por el cual estaba allí. Recordando el rostro adusto de Hawthorn, dejó de lado sus sentimientos encontrados y salió del aula para seguir explorando.

Más allá, al fondo, se veía el retrato que conducía a la Sala Común de Slytherin. Tuvo la primer idea de ir a hablar con el ocupante, pero al acercarse unos pasos descubrió que el retrato estaba vacío. Se dio la vuelta caminando en dirección a la salida de la mazmorra, y en pocos segundos tuvo frente a sí la puerta que conducía al despacho de Severus.

Sintió una emoción extraña en el pecho, y observó fijamente la madera oscura y gastada. Dios, se moría de ganas por entrar allí. Pero otra vez, todas las inseguridades caían sobre él implacablemente. Sabía que Severus estaba exactamente allí, esperando que un auror o varios le hicieran el interrogatorio. No perdía nada golpeando... a menos que Severus estuviera particularmente molesto porque lo hicieran venir a Hogwarts por la muerte de alguien que le tenía sin cuidado, y por el probable hecho de que, por ser profesor y vivir en época de clases en las mazmorras, lo señalaran como uno de los principales sospechosos.

Pero hacía tiempo que él ya no lo recibía con una cara larga, al contrario; lo saludaba con una hermosa sonrisa para luego besarlo intensamente. Aunque claro, ya sabía que esta vez no iba ser recibido así. Se preguntó si sería prudente visitarlo cuando estarían a punto de tocarle la puerta los aurores, y que en tal caso, tuviera que esconderse, o dejarse ver y atenerse a las posibles murmuraciones.

No, definitivamente no sería prudente.

Con una sonrisa nerviosa, se adelantó un poco y golpeó la puerta suavemente con sus nudillos. La mano le temblaba, pero no tanto como todo en su interior se enredaba y revolvía violentamente. Su corazón, estómago, respiración, piernas... todos eran víctimas de sus crecientes nervios. Pero antes de que pudiera intentar centrarse en recuperar la compostura, la puerta se abrió sin ninguna antelación, sin ningún “Pase” para poder prepararse para nada.

Se congeló en su sitio cuando vio el rostro serio de Severus; ni siquiera pudo esbozar la sonrisa que pensaba darle como saludo. Sólo pudo mirarlo fijamente, vigilando su reacción. Su gesto típicamente áspero se relajó luego de observar durante menos de un segundo los ojos verdes de Harry, y luego cruzó sus facciones algo parecido al desconcierto.

No hacían más que contemplar, quizás nerviosamente, la mirada del otro. Demonios, pensó Harry. Severus no estaba contento de verlo; no aparentaba estar particularmente malhumorado, pero tampoco le daba una señal favorable. Ya sabía desde el principio que era una mala idea ir allí. Quizás ahora sólo le restaba la opción de huir. Salir corriendo e ir a reunirse con Ron, aunque quedara como un estúpido frente al hombre. Bajó la mirada de los ojos negros al fin, que a esa altura ya le quemaban, e hizo un ademán de voltearse; pero su murmullo lo detuvo.

- Harry...

El chico volvió a mirarlo con el corazón palpitando dolorosamente, y sintió de repente sus mejillas muy calientes. La voz grave de Severus se oía maravillosa cuando hablaba en voz baja. Recordó cómo muchas veces le había pedido que utilizara ese recurso directo en su oído mientras lo poseía duramente. Tragó saliva procurando alejar esos pensamientos impúdicos de su mente.

- Severus, yo... lamento molestarte, se que están a punto de venir los aurores, pero... pasaba por aquí y me apeteció venir a... visitarte - titubeó mirándolo a los ojos sólo por momentos.

- De acuerdo - expresó el profesor lentamente.

Harry permaneció pasmado ante esa respuesta. Severus pareció notarlo.

>> Puedes pasar... si quieres - agregó con cierto tono insinuante, para luego concederle una pequeñísima sonrisa. Harry, asombrado pero al mismo tiempo radiante, se la devolvió tímidamente. El profesor volteó sin decir nada más y entró de nuevo a su despacho, pretendiendo ser acompañado por el joven. Harry no perdió el tiempo y enseguida lo siguió.





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