La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 La familia que siempre quise. Capítulo 28.

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Araleh Snape

Araleh Snape


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MensajeTema: La familia que siempre quise. Capítulo 28.   La familia que siempre quise. Capítulo 28. I_icon_minitimeSáb Jun 29, 2013 1:50 pm

CAPÍTULO 28



UNA BODA MUY TRISTE












Ron lloraba aferrándose al cuerpo del profesor, llamándole desesperado sin obtener ninguna respuesta, aún incrédulo al pensar que le hubiera salvado la vida. A unos pasos estaba el cuerpo de Blaise, ni el mismo Ron supo en qué momento le envió un desmaius pero lo último que quería era que escapara sin pagar lo que había hecho.



— Profesor Snape… despierte, por favor. —suplicó gimoteando angustiado—. Si no lo hace me van a matar… ni Harry ni Adam me perdonarán que haya muerto por mí… ¿Porqué tenía que hacerlo? No era necesario… ¡Por favor, no puede estar muerto! ¡No quiero que esté muerto, despierte, se lo suplico!



Ron no sabía que hacer, necesitaba ayuda pero no quería dejarlo solo, aún se resistía a pensar en que el hombre podía estar muerto, y se sorprendió de sentir un gran dolor por ese pensamiento y no era sólo por Harry o por Adam, él mismo sabía que su vida no sería la misma sin los inofensivos ataques del padre de su novio, que hasta extrañaría su mal humor, volvió a abrazarlo con fuerza, suplicándole para que reaccionara. Fue entonces que escuchó el eco de unos pasos a lo lejos y gritó con todas sus fuerzas por ayuda, estaba dispuesto a desgarrarse la garganta para que lo escucharan y darle a ese hombre una oportunidad de vivir.



El alma le volvió al cuerpo al ver que era Harry quien corría en su auxilio, estaba seguro de que solamente él podría ayudarlo. Al ver la escena, Harry sintió que el mundo le caía encima, pero no se detuvo a pensar en nada, corrió hacia donde Ron sostenía el cuerpo de Severus y se lo quitó de encima con suavidad.



— ¿Qué pasó? —preguntó intentando serenarse para revisar a Severus.

— Blaise me envió un Avada, Harry, y el profesor me salvó, invocó un protego pero de cualquier forma le pegó el hechizo… por favor, dime que no está muerto.

— Está vivo. —dijo Harry en un suspiro de alivio luego de checar su pulso—. Lo llevaré a su habitación, por favor, Ron, avisa a Dumbledore y a Pomfrey.



Ron asintió y mientras Harry levitaba a su pareja a su habitación, corrió con rumbo al salón en busca de ayuda. Unos minutos más tarde, Harry terminó de acomodar a Severus sobre la cama, le había cambiado de ropa y colocado un pijama, ahora podía darse tiempo y se enjugaba las lágrimas que no había podido detener ante el miedo que había sentido al verlo como sin vida en el suelo. Esperó pacientemente a que llegara ayuda, aunque tenía muchas esperanzas de que el hechizo de protección lo hubiera salvado sin ninguna consecuencia, colocó la varita de Severus sobre el buró, mirándola con intenso cariño por haberlo dejado con vida luego de ese ataque, puso la suya a un lado y sonrió entre lágrimas al verlas emanar sus hermosas chispas violeta, estaba seguro que ellas también estaban felices de seguir juntas.



Dumbledore no tardó en llegar junto con la enfermera quien rápidamente se concentró en revisar al profesor. Tras de ellos llegaron Ron y Adam, el pelirrojo decidió que era mejor avisarle también a su novio, era imprescindible que estuviera enterado. Todos permanecieron en silencio mientras esperaban que la profesional diera su pronóstico, y cuando se incorporó volviéndose a sonreírles con suavidad, todos respiraron aliviados.



— El profesor se pondrá bien, no hay de qué preocuparse, parece que el hechizo de protección fue realmente poderoso, no tengo idea de cómo lo consiguió pero creo que desvió el rayo del Avada lo suficiente para que no le pegara, sin embargo, supongo algo de su fuerza le impactó así que lo que sucedió es de considerarse, no cualquiera puede sobrevivir a uno. —dijo mirando sonriente a Harry—. Además, presumo que el joven Blaise no debe tener experiencia para concentrarlo lo suficiente. Lo mejor es dejarlo descansar, les aseguro que estará bien para la boda de mañana.



Dumbledore asintió contento ante la buena noticia, se despidió y salió junto con la enfermera, aún debía ocuparse de Blaise y su mirada no dejaba lugar a dudas que el destino del Slytherin se avecinaba muy oscuro. Por su parte, Ron se resistía a moverse de su lugar, las lágrimas no dejaban de brotar por sus ojos, se veía incluso más afectado que el propio Adam, quien a pesar del susto, lucía más tranquilo con las palabras de Poppy.



— Ron… él va a estar bien. —le dijo Harry al ver que su amigo no tenía ninguna intención de marcharse—. No te sientas culpable, no lo eres.

— Harry, ¿estás seguro que está bien?... es que, realmente parecía haber muerto.

— No, Ron, tú estabas demasiado angustiado para darte cuenta, cuando yo llegué ví que su pulso ahí estaba, débil, pero estaba. Además, acabas de escuchar a Promfrey, el rayo no le pegó como creíste y…

— Me salvó la vida, Harry… ¿Porqué? —interrumpió confundido, sin dejar de mirar a la cama donde el hombre continuaba inconsciente—. No lo entiendo.

— Ron, durante años, Severus nos odió, pero en todo ese tiempo siempre estuvo pendiente de nosotros, nos cuidó sin que lo supiéramos. —respondió Harry abrazando a su acongojado amigo—. Yo te doy mi palabra de que Severus es un hombre intachable, con el corazón más grande que he conocido, y sé que aunque peleé contigo, te está tomando aprecio. Esta noche te ha dado la prueba más tangible de que le importas, tanto por ti, como por su hijo, porque ha aceptado que ustedes no podrían vivir el uno sin el otro… acepta eso, Ron, y mañana puedes empezar desde cero con él.



Ron asintió y aceptó marcharse con Adam. Al quedarse solo con Severus, Harry se volvió a mirarlo sonriéndole con tristeza. “Sev…” Murmuró para sí mismo. “Acabo de darme cuenta que piensas que yo sí puedo vivir sin ti, y eso no es cierto”



Harry se sentó en una silla a llorar, pero no tuvo mucho tiempo de desahogarse, un quejido proveniente de la cama lo hizo saltar y correr al lado de su pareja. Su corazón se detuvo por unos instantes al ver lágrimas resbalando por las comisuras de los párpados cerrados de Severus, y con cuidado, tratando de no despertarlo, se recostó a su lado, limpiándoselas con sus dedos, quitándole algunos cabellos del rostro para que estuviera más cómodo.



Le observó durante un rato con preocupación, esperando que no estuviera sufriendo de ningún dolor. Con suavidad le acarició la frente esperando poder hacerle sentir que todo estaba bien, mirándolo plenamente enamorado, esperando poder brindarle un alivio a lo que estuviera provocando ese extraño llanto. De pronto, los labios de Severus se abrieron con lentitud.



— No intentes hablar, amor. —le dijo cariñoso, besándole en la frente—. Debes reponerte… duerme, amor, sólo duerme.

— Darina… —murmuró Severus con más lágrimas rodando por sus mejillas—. Darina…



Harry guardó silencio, pero el dolor que sintió fue el más grande de su vida. Otra vez Severus llamaba a Darina en su inconsciencia, y sus lágrimas… eran por ella. Era la primera vez que lo veía llorar y era por la mujer de su vida. Increíblemente nada explotó, ni un alfiler se movió de su lugar, Harry sonrió con una profunda tristeza, se recostó sobre el pecho de Severus dándole su amor, aunque ahora temía que él echaba de menos otro calor.




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Cuando Severus despertó aún no amanecía, Harry no había dormido ni un segundo, lo único que hacía era abrazarlo y mirarlo, pero en cuanto el hombre se giró buscándole le sonrió con el mismo cariño de siempre, como si jamás hubiera escuchado aquel nombre.



— ¿Weasley? —preguntó Severus débilmente—. ¿Está bien?

— Sí, mi amor, Ron está a salvo gracias a ti… te has convertido en un héroe ¿sabías?

— Un grave error en mi lista. —gruñó con fastidio que Harry sabía no era real—. Ahora no podré librarme de esa boda tonta.

— Pero nos divertiremos viendo a Ron agradecido contigo.

— Ese inútil es un troglodita, jamás entenderá nada… no es que me importe tampoco.

— Lo quieres, no puedes ocultarlo más.

— ¡Potter, estás delirando!

— No creo, porque siento que te amo más que nunca y eso no puede ser producto de alguien que delira, amor.

— ¿Qué hora es? —preguntó poniéndose serio de repente.

— No deben ser más de las cuatro de la madrugada. Será mejor que sigas durmiendo, mañana es un día muy especial y necesitarás mucha fuerza, Severus.



Severus asintió y cerró sus ojos para volver a dormir. Harry volvió a recargar su cabeza sobre su pecho, pero sólo por unos segundos para que no notara nada extraño, enseguida se giró dándole la espalda y tal como pensó, Severus no lo retuvo, y haciendo lo mismo, esa noche por primera vez durmieron sin abrazarse. Aunque eso de dormir era sólo un decir porque ninguno de los dos pegó los ojos, Harry aprendió a llorar sin hacer ningún ruido, y Severus a simular dormir cuando su mente se encontraba muy lejos, en otro tiempo y en otro lugar.




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Al día siguiente todo parecía haber regresado a la normalidad, Harry y Severus bromeaban entre sí sobre la boda para la que faltaban pocos minutos, e incluso Snape había reído a carcajada abierta luego de que Ron fuera a verlo para agradecerle por haberle salvado la vida, el pelirrojo había sido recibido por un rayo verde que lo hizo desmayarse, aunque luego de despertar gracias a un enervate de Harry comprendió que sólo había sido producto de una broma de su ahora ex profesor.



— ¡Usted nunca cambiará, me odia! —se quejó Ron con amargura y enfado.

— Weasley, me has resultado muy susceptible. —respondió Snape sin dejar de reír—. Me debes la vida, así que aunque sea por cortesía deberías reírte de mis bromas.

— ¿Cuáles bromas? ¡Pude haber muerto de un infarto!

— Exageras.

— Severus… déjalo en paz. —pidió Harry—. Ron ha venido a agradecerte, dale una oportunidad para hacerlo.

— En realidad ya se me quitaron los deseos de agradecer nada. —aseguró Ron con dignidad mientras se dirigía a la puerta—. Mejor me voy.

— Ah, no… primero mi agradecimiento. —dijo Severus interponiéndose en la salida—. Anda, Weasley, quiero oír lo que tengas que decir.



Lo que Severus no esperó fue que Ron se lanzara a sus brazos y se aferrara a él con fuerza. Su risa desapareció por completo y miró a Harry en busca de ayuda, no tenía ni idea de cómo debía reaccionar en esos casos, con palabras bien podía sacar una frase sarcástica, pero de un abrazo tan sincero… ¿cómo hacerlo? Torpemente palmeó la espalda del pelirrojo en espera de que lo liberara pronto, aquel abrazo era algo bochornoso.



— Gracias. —murmuró Ron sin levantar la mirada, escondiendo su rostro en la túnica de Severus mientras Harry lo veía todo con lágrimas de emoción en el rostro—. Nunca olvidaré lo que hizo, profesor, y le estaré profundamente agradecido el resto de mi vida… mi madre le manda decir que organizará una fiesta en su honor y mi padre me aseguró que hablará en el ministerio para que le den algún premio o algo así.

— Pero… no es para tanto. —aseguró Severus totalmente aturdido—. Sólo hice lo que cualquier padre haría… ¡Y me refiero a Adam, no fue por usted!

— Yo sé, pero aún así, déjeme decirle que aprecio su intervención y que si puedo hacer algo por usted, lo que sea, cuente con eso.

— Ya, ya… esto es demasiado cursi para mí. —respondió ante la mirada de desaprobación de Harry—. Mejor váyase a arreglar, o mi hijo se desesperará si llega tarde al altar.



Ron asintió y por fin levantó la mirada para ver a los ojos del padre de su novio. Severus intentó sonreírle, pero era tanto su nerviosismo ante esa demostración de afecto que apenas sí pudo conseguirlo. Cuando finalmente se fue Ron, Severus silbó aliviado y caminó hacia Harry abrazándole cariñoso.



— Tu amigo es... desconcertante. —admitió Severus todavía abrumado—. Nunca me imaginé que fuera a abrazarme, cuando mucho esperé que diera un “gracias” muy forzado y ya.

— Te dije que Ron era muy bueno, espero que de ahora en adelante se lleven bien.

— Será difícil pero lo intentaré.



Harry sonrió, y poniéndose de puntillas para darle un beso en la frente, pudo ver algo extraño por encima del hombro de Severus. El reflejo del espejo los mostraba junto con otra cosa, Harry ladeó la cabeza para poder leer mejor el letrero que aparecía y estalló en una gran carcajada cuando descubrió que las letras formaban las palabras “Presidente club fans de Ronald Weasley” que bailaban y se distorsionaban formando otra frase “Doy mi vida por mi yerno” y enseguida “Suegro del año” que estaban plasmadas en la espalda del traje de gala de Severus. Bien, parecía que se avecinaba otra guerra, pero podía ser más divertida que cualquiera.




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Unos minutos más tarde, todos se encontraban reunidos en el jardín de la Madriguera. Harry se esforzaba para que Severus sonriera, pero seguía enfurecido de no poder quitarse la capa en ningún momento, no hubo tiempo de cambiarse de traje y además no tenía otro, en ningún lado consiguió otra vestimenta de gala y por más hechizos que realizó las letras seguían ahí… ¿quién iba a pensar que un inútil pudiera realizar un hechizo así?... aunque sospechaba que algo tenían que ver ese par de gemelos irreverentes que no dejaban de sonreír satisfechos cada vez que volteaban a verlo sudar llevando su capa en pleno mes de junio.



— Sev, sonríe, amor, eres el padre de uno de los novios, no puedes tener esa cara. —le suplicó Harry en voz baja—. Anda, no seas malito, una sonrisita no te cuesta nada.

— Sonreiré cuando pueda vengarme de ese Weasley… ¡que idiota fui al creerle!. Ni siquiera es tan creativo, obtuvo ayuda y mi primera broma fue muy parecida, además…

— Sev, en primer lugar, Ron no mintió, y no seas injusto con él. Además, ¿Por qué simplemente no pones un hechizo para refrescarte y ya?

— ¿Y hasta ahora lo dices?... vengo sufriendo con esto casi dos horas

— Oye, el inteligente espía eres tú. —le dijo sonriendo divertido.

— ¿Y no se supone que eres el salvador del mundo mágico? —se defendió mientras sacaba su varita y pronunciaba el hechizo sin ningún resultado, al cabo de tres intentos más gruñó desesperado—. ¿Alguna otra brillante idea, Potter?

— No me culpes. —dijo conteniendo la risa—. Si quieres podemos hablar con los gemelos, ellos deben tener el contra hechizo de lo que hicieron.

— ¡Prefiero morirme de deshidratación que aceptar que ganaron!... pero será solo por esta vez, que no se quejen cuando la estirpe Weasley desaparezca con ellos.

— Sev, no seas gruñón. Lo único que hacen es seguir jugando contigo, así que por lo que más quieras, no vayas a hacerles nada este día, mucho menos a Ron.

— Está bien… lo haré por ti.



Harry asintió pero enseguida desvió la mirada fingiendo admirar el ambiente festivo preparado por Molly, en realidad le dolía saber que no era verdad, que lo que Severus más quería no era él. No obstante, no era momento para lamentarse y respirando hondo volvió a sonreír justo en el momento en que la ceremonia daba comienzo.



La boda fue realmente hermosa, y los novios no disimulaban el amor que se tenían, todo salió tal como una emocionada Molly había planeado. Posteriormente se ofreció una fiesta ahí mismo en el jardín, una fila de hermosas farolas adornaban el lugar alrededor de una pequeña pista de baile.



Harry y Severus se sentaron en una de las mesas, ya no reían y un silencio se había apoderado de ellos ahora que nadie les ponía atención. Ninguno de los dos probó bocado de la comida que se ofreció, estuvieron callados, tomados de la mano, observando a quienes no comían ponerse a bailar. Adam y Ron eran de los segundos, y al hacerlo abrazados llamaban la atención de la pareja, sobre todo de Severus, cuyo rostro no había estado tan serio desde hacía meses. Harry estaba más concentrado en la mirada de su pareja, y sonriendo se animó a hacer algo para remediar aquel silencio.



— ¿Quieres que bailemos? —le invitó poniéndose de pie.

— Harry… ahora no. —respondió sin mirarlo—. ¿Sabes? Creo que será mejor que lleve a Sally al castillo, ya luce cansada y no es justo que Molly la esté cuidando. Tú quédate aquí, así no te perderás la fiesta. Nos vemos luego.



Harry asintió y Severus se puso de pie, luego de darle un beso en la frente, el hombre caminó hacia donde estaba su hija a punto de quedarse dormida en una banca junto a Molly quien la abrazaba maternalmente.



— Gracias por cuidarla, Molly, pero será mejor que me la lleve al castillo. —dijo sosteniéndola en brazos.

— Pero no es necesario, Profesor, puedo arreglarles una habitación enseguida, así no se perderán la fiesta

— Sólo me iré yo con Sally, Harry se queda, así podrá disfrutar del baile. Molly, de verdad, muchas gracias por el cariño que le dan a Adam… cuídenlo mucho.



Molly iba a responder algo pero el profesor de pociones ya había emprendido el camino hacia el interior de la vivienda para poder usar la chimenea. Harry lo siguió con la mirada, y antes de que entrara corrió hacia él consiguiendo alcanzarlo antes de que desapareciera por la chimenea.



— Quédate, Harry. —le pidió Severus cariñosamente al verlo entrar—. No es necesario que me acompañes.

— Lo sé. —dijo sonriéndole intensamente—. Pero no quería que te fueras sin decirte que te amo, que te entregué mi corazón y que te amaré hasta el último segundo de mi vida, Severus.



Harry se puso de puntitas para besarlo, fue un beso suave y muy dulce que Severus le correspondió plenamente, y aunque no podían abrazarse por la presencia de Sally dormida en los brazos de su padre, se mantuvieron unos segundos con las frentes unidas en completo silencio, hasta que al final sonriendo, Harry fue quien se separó, dio un beso en la frente de Sally y regresó hacia el patio.



Harry sonreía, y no se negó cuando los gemelos lo llevaron a la pista de baile y organizaron una danza muy divertida. En ningún momento pensó en volver al castillo aquella noche, pidió poder quedarse en uno de los sillones de la sala, ya no podía compartir habitación con Ron pues Adam estaba con él, al día siguiente irían a Hogwarts para despedirse de Severus y de Sally y entonces emprenderían un viaje corto de un par de días a una playa que Dumbledore les había conseguido, con una hermosa cabaña donde podían pasar su luna de miel.



Era ya casi mediodía cuando Molly decidió despertar a Harry, estaba seguro de que le gustaría despedirse de sus amigos y éstos ya se encontraban en el castillo desde hacía rato. Harry sonrió al despertar, y agradeció que no le hubieran dejado dormir más tiempo, era hora de volver a Hogwarts.



Cuando atravesó la chimenea hacia su habitación, suspiró hondo antes de levantar la vista. Aún tenía esperanzas, pero al ver a Adam y a Ron sentados sobre su cama, supo que su presentimiento se había cumplido, y aún así, tuvo que ir a sentarse en la primera silla que encontró.



— ¿Se fue? —preguntó con un hilo de voz.

— ¿Lo sabías? ¿Discutieron acaso?

— No… ¿Alcanzaste a verlo, Adam?

— No. Sólo encontré un par de cartas, una para mí y ésta que está dirigida a ti, Harry.



Harry sujetó la carta que Adam le ofrecía, pero nada más la tuvo en su mano y con la varita le envío un hechizo que la hizo arder y desaparecer en llamas.



— Pero, Harry… ahí podría explicarte. —protestó Adam con preocupación.

— No necesito explicación. —dijo sonriendo ante la extrañeza de sus amigos—. Yo sé porqué se fue y no quiero tener en mi mente ni una palabra que venga de él sobre esto, Adam, así es mejor, créeme.

— Mi padre te quiere, Harry, yo lo sé.

— Sí, es posible. Adam, si lo ves, si llegas a saber de él, dile que recuerde lo que le dije al despedirnos anoche… dile que no importa el tiempo que necesite, que yo lo esperaré siempre. Que aún si hubiesen pasado cien años, si ambos vivimos y él quiere volver, puede hacerlo… dile que toda mi vida continuaré aguardando su regreso.



Harry se puso de pie y sonriéndoles a sus amigos decidió salir de esa habitación que ahora le dolía tanto por su vacío del hombre que amaba. Ron y Adam se miraron con tristeza, ninguno de los dos sabía que hacer o que decir, pero cualquier deseo de una luna de miel había desaparecido por el momento.




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Harry se dirigió a la torre de astronomía, se sentó en una de las ventanas con los pies colgando al vacío, no tenía intención de tirarse, pero necesitaba sentir el viento en todo el cuerpo, ahora sí se permitió llorar, desde la mañana anterior había contenido las lágrimas en todo momento, sabiendo que esa noche ya no dormiría con Severus Snape.



Comprendió que aquello que hubiese estado soñando en su inconsciencia lo había hecho darse cuenta que no podía estar a su lado, que había una mujer entre ellos aunque ella ya estuviese muerta. El llanto de Harry era tan sereno como el de dos noches atrás, como el que había aprendido a tener para controlarse, para que su dolor fuera sólo suyo y no terminara proyectándolo hacia el exterior.












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MensajeTema: Re: La familia que siempre quise. Capítulo 28.   La familia que siempre quise. Capítulo 28. I_icon_minitimeJue Ago 01, 2013 6:40 pm

sensei porque.....lloro1 lloro1 lloro1 No No No 
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