La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 1 mes para el recuerdo...por Anyuchiha, 3 de mayo

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anyuchiha

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MensajeTema: 1 mes para el recuerdo...por Anyuchiha, 3 de mayo   1 mes para el recuerdo...por Anyuchiha, 3 de mayo I_icon_minitimeSáb Mayo 04, 2013 1:37 am

Uff por poco, son las 11 y media pm aqui en mexico n_n

Título:El amor que salvo un reino

Autor (a): Alisevv

Link: El amor que salvo un reino


Fragmento

Capítulo II

El pequeño jardinero


—Adelante— musitó Hermione, quien terminaba de retocar su peinado frente al espejo de su tocador, antes de escuchar como la puerta se abría suavemente.

—¿Ya estás lista, hermanita?— se escuchó la voz cariñosa de Harry—. Mira que los primeros invitados están a punto de llegar y padre quiere que los acompañes a recibirlos en la entrada.

—Ya casi— replicó la joven, mientras se colocaba un collar al cuello e intentaba abrocharlo.

—A ver, déjame ayudarte— pidió Harry, mientras apartaba las manos de la chica y cerraba el broche con habilidad—. Estás preciosa.

—Gracias, tu siempre tan galant…—Hermione no terminó lo que iba a decir, asombrada al ver la apariencia del joven a través del espejo—. Por Dios, Harry, ¿dónde conseguiste esa ropa?

El aludido sonrió mientras daba una vuelta en redondo.

>>—¿Piensas bajar al jardín vestido así?— el chico sonrió más ampliamente—. Si padre se entera te va a despellejar vivo— le advirtió.

—No se va a enterar— replicó Harry despreocupadamente.

—¿Cómo puedes estar tan seguro?— argumento ella—. No sé, mientras más lo pienso menos me gusta la idea que husmees desde los jardines. La gente pasea por allí, cualquiera podría verte y decírselo a padre.

—No es la primera vez que lo hacemos, ¿lo olvidaste?

—Pero antes éramos unos niños— replicó ella, recordando las veces que ambos habían visto las fiestas de la mansión desde los árboles del jardín—. Tú ya tienes casi dieciocho, estás a punto de presentarte en sociedad, debes ser discreto. Y ésta es la fiesta más grande que se ha dado en la mansión, habrá mucha gente.

—Y por eso mismo quiero curiosear— puso la carita de cachorro que siempre derretía a toda la familia—. Voy a ser muy cuidadoso, te lo prometo. Y si alguien me ve, diré que soy Ben, el hijo del jardinero.

—Pero podrían reconocerte— ella hizo un último intento.

—Tendría que ser alguien cercano a la familia, recuerda que aún no he sido presentado en sociedad y no hay tanta gente que me conozca en Londres— le sonrió para tranquilizarla—. Además, no voy a estar mucho rato. Sólo llego, curioseo un rato el salón, trato de ver al tal Príncipe y me voy, ¿vale?

—¿Lo prometes?

—Prometido— se acercó a su hermana y le dio un beso en la mejilla—. Y ahora, bella joven, mueve el culo antes que manden un regimiento a ver por qué te tardas tanto— miró sonriente mientras la chica se dirigía a la puerta—. Y ya sabes, deslumbra a ese Príncipe y a toda su escolta, ¿vale?

—Vale— y con una última sonrisa, Hermione salió de la habitación.


ºººººº

—Parece que llegamos— comentó Sirius, al ver que el carruaje en que viajaban enfilaba un camino bordeado de árboles, al final del cual se encontraba una hermosa mansión, profusamente iluminada—. Es hermosa— agregó, admirando la casa.

—Sí, claro— admitió su acompañante sin muchas ganas.

—Severus, hombre, cambia esa cara. Se supone que vamos a una fiesta, no a un funeral.

El otro se limitó a mirarlo, ceñudo.

>>Mira, no tienes que decidir nada hoy, ¿cierto?— el Príncipe negó con la cabeza—. Entonces, tómatelo con calma y diviértete— siguió su amigo, tratando de animarlo—. No te presiones y deja que todo marche, ya veremos cómo se presenta la noche.

No muy convencido, Severus asintió y, relajando el ceño y colocando una expresión de seria cortesía, se dispuso a bajar del carruaje, que acababa de detenerse ante las escalinatas de la lujosa mansión.

Con aire marcial, descendió y empezó a caminar hacia la entrada, al tiempo que las notas del Himno Nacional de Moribia comenzaban a resonar en el tranquilo aire nocturno.

Mientras subía los escalones, fijando la mirada en sus anfitriones, que esperaban en la iluminada puerta, escuchó un susurro ahogado a su lado, tan bajo que sólo él pudo oírlo en medio de los acordes de la solemne música.

—Amigo, creo que me enamoré.

Extrañado, giró brevemente la cabeza para observar a Sirius, y notó que éste miraba a sus anfitriones con aire embobado. O mejor dicho, a la linda muchacha que estada parada junto a los que, a luces vistas, eran los amos de la casa.

Tomando nota mental de que más tarde se burlaría adecuadamente de Sirius, se encaminó hacia James Potter, quien le sonrió al tiempo que hacía una ligera inclinación como muestra de respeto al rango del recién llegado.

—Bienvenido a la Mansión, Su Alteza— lo saludó el Marqués con aire solemne—. ¿Cómo estuvo el viaje?

—Algo largo, pero en general bastante bien— replicó Severus—. Le agradezco enormemente el haberse tomado tantas molestias en organizar esta fiesta.

—Fue un placer, se lo aseguro. ¿Y cómo se encuentra su señor padre?

—Ha estado algo delicado de salud— Severus frunció el ceño de manera inconsciente, pero fue tan breve que nadie lo notó—. Le manda muchos saludos; me pidió decirle que extraña terriblemente sus entretenidas partidas de ajedrez ‘en las que él siempre ganaba’, palabras textuales.

James Potter lanzó una carcajada.

—Ya veo que mi amigo Albus no ha cambiado nada en estos años— dijo alegremente, antes de señalar a su lado—. Permítame presentarle a mi esposa, Lily, y mi hija, Hermione.

—Es un placer— musitó Severus, inclinándose para besar con galantería las manos de las damas, quienes le correspondieron con una respetuosa genuflexión.

—Sea bienvenido, Su Alteza— contestó Lily con una sonrisa.

—Les presento a Sirius Black— continuó Severus, y Sirius se adelantó un paso—. Capitán General de la Guardia del Reino y mi mejor amigo.

Mientras Sirius saludaba a los anfitriones, Severus pudo notar, divertido, que al parecer el flechazo de su amigo era correspondido plenamente, la joven hija de los Marqueses también miraba a su Capitán con la boca abierta y ojos de carnero degollado.

“Bueno, parece que la noche no va a estar totalmente perdida después de todo, al menos no para todos” , pensó divertido, mientras era guiado por sus anfitriones al salón principal .

ººººº


Un par de horas después, Severus hubiera podido jurar que tal vez para Sirius la velada no había sido un desperdicio, pero para él era todo un fiasco. Había tenido que bailar con una variedad de doncellas y donceles a cual más fastidioso, y aguantar a sus insoportables madres enumerando las ‘virtudes’ de sus vástagos. Lo que más le disgustaba, es que todos parecían querer venderse como si de ganado se tratara, todo por obtener la maldita corona en sus tontas cabezas.

La única joven que parecía medianamente sensata era la hija de los dueños de casa, pero debía reconocer que no era su tipo. Además, Sirius estaba realmente entusiasmado con la muchacha, tanto que había pasado bailando con ella buena parte de la velada.

Mientras reflexionaba, observó que su amigo y la joven en cuestión se acercaban hacia él, sonrientes.

—Venimos a rescatarte— dijo Sirius en cuanto llegaron a su lado.

—¿A rescatarme?

—Su Capitán considera que le haría bien tener un respiro— explicó Hermione, mirando a su alrededor con intención—, así que me ofrecí a mostrarles la casa.

Algo le decía a Severus que las razones de su amigo no eran tan altruistas como aparentaba, pero, definitivamente, era cierto que necesitaba un respiro, así que se dejó guiar gustoso hacia una salida lateral.

Caminaron un buen rato por los lujosos y, gracias al cielo, silenciosos pasillos, hasta que entraron en una espaciosa salita, en la que Severus se sintió inmediatamente a gusto.

—Esta es la salita que usamos cuando estamos solos o si nos visitan familiares o amigos cercanos— explicó Hermione—. Es la preferida de toda la familia.

—Es muy acogedora— comentó Sirius.

Mientras Sirius y Hermione conversaban animadamente, y con la intención de darles un poquito de privacidad, Severus empezó a inspeccionar la habitación. Había una estantería de caoba, con unos cuantos libros, la mayoría de aventuras. También unas cuantas partituras esparcidas sobre un escritorio y una flauta, junto con unas hojas sueltas de papel y un tintero.

En un extremo de la habitación, una cálida chimenea chisporroteaba alegremente, y frente a ella se encontraban varios cojines enormes, esparcidos por el suelo. Al lado del ventanal mas grande, se encontraba un bastidor de madera, donde se extendía una tela a medio bordar, representando una escena medieval. Sí, era más que evidente que ése era el refugio diario de toda la familia.

Su sagaz mirada pasó luego a los cuadros de las paredes, fijándose interesado en el mayor de ellos, un hermoso retrato de familia.

—Le gusta— preguntó la cálida voz de Hermione, justo a su lado.

—Es muy bello— contestó Severus, mirándola con cortesía, antes de girar nuevamente al cuadro—. ¿Supongo que la pequeña de cabello alborotado y sonrisa traviesa es usted?

—Ni mencione lo del cabello— suplicó Hermione, risueña—. Fue mi lucha durante toda mi adolescencia. Y sí, soy yo, ahí tenía cinco años. Mi hermano mayor, Neville, tenía ocho, y Harry cuatro.

En ese momento, Severus se fijó en el pequeño que lo miraba con travesura desde el cuadro, con el cabello negro alborotado y unos preciosos ojos verdes que se escondían tras unos lentes de montura redonda. Reflexionó que el pintor debía ser un gran artista para haber logrado tanto detalle, aunque dudaba que hubiera persona alguna en el mundo que pudiera tener unos ojos verdes tan hermosos.

—No creo haberlos visto en la fiesta— musitó Severus, casi para si mismo, sin poder despegar la vista de los ojitos verdes.

—Neville está en la India, pertenece al ejército de Su Majestad— explicó Hermione—. Y a Harry no se le permitió asistir a la fiesta.

—¿Por qué?— preguntó Sirius, curioso.

—Harry es fértil y no cumple dieciocho años hasta dentro de tres semanas— siguió aclarando la muchacha—. Entonces se hará su fiesta de presentación en sociedad. Hasta entonces no se le permite asistir a reuniones públicas.

—Realmente las reglas de la Corte son complicadas en Inglaterra— declaró Sirius con un mohín.

—Harry diría que son un soberano fastidio— se rió Hermione—. ¿En su país no son iguales?

—Digamos que allí son un poquito más permisivos.

Luego de charlar amigablemente un buen rato, los tres abandonaron la acogedora estancia, para desconsuelo de Severus, ya que se encontraba muy a gusto en ese lugar. Cuando estaban a punto de regresar al salón de baile, se encontraron con Remus, que llegaba con una bebida en la mano.

—Tío Remus— llamó Hermione con voz cantarina—. ¿Ya conociste a Su Alteza, el Príncipe Severus?— Remus sonrió y se inclinó, respetuoso—. Y el Capitán Sirius Black.

—Te estaba buscando— dijo Remus a Hermione, luego de las presentaciones—. Lily me acaba de preguntar por ti- miró a los invitados, sonriendo comprensivo-, y creo que también los extrañan a ustedes.

—Entonces es mejor que nos apuremos en regresar.

—Si me disculpan— terció Severus—, creo que necesito unos minutos más de paz.

—No hay problema— comentó Remus—. El Capitán Black puede venir con nosotros y así distraemos un rato a la concurrencia, que deben estar pensando que ustedes dos se fugaron— los demás sonrieron, divertidos—. Mientras tanto, Su Alteza sí puede fugarse hacia el jardín, que a esta hora es una maravilla, se lo aseguro. Siga por ese pasillo y encontrará una puerta de cristales. Es la salida.

Con una sonrisa agradecida, Severus inclinó la cabeza a guisa de despedida y siguió el rumbo que Remus le había indicado. El camino a su momentánea libertad.


ººººº

—Demonios— mascullaba Harry por lo bajo, mientras trataba de estirarse para observar mejor el salón de baile, intentando distinguir entre el sinfín de bailarines un indicio que le indicara cuál era la persona que estaba buscando—. Es que mamá tiene razón cuando dice que me pongo a leer y me olvido del mundo. Si no hubiera estado tan entretenido, hubiera bajado hace horas, a tiempo de ver la llegada del dichoso Príncipe— se estiró a lo largo de la rama, intentando conseguir una vista mejor—. Pero la historia estaba tan buena y estaba llegando al final— la rama gruñó en protesta y Harry contuvo el aliento—. Maldición.

Esperó unos momentos, intentando asegurarse que la rama no volvía a crujir, y entonces se estiró un poquito más.

>>—Hay demasiada gente— se lamentó—. Tal vez si pudiera acercarme más— un nuevo movimiento y la rama, demasiado débil para su peso, volvió a gruñir.

>>—Sólo un poco más— musitó.

—¿Qué demonios haces allá arriba, muchacho?

Sobresaltado, Harry hizo un movimiento brusco, perdiendo el equilibrio. Alarmado, intentó asirse con todas sus fuerzas a la rama, pero ésta, cediendo al fin a su peso, se quebró con un fuerte crujido.

Un grito agónico salió de los labios del joven, mientras se sentía caer en el vacío, pensando, en ese breve segundo, que se rompería la crisma y su padre le armaría una bronca descomunal.

Pero el golpe que esperaba no llegó, pues fue atrapado en el aire por unos fuertes brazos, que lo sostuvieron con fuerza contra un pecho duro.

Todavía asustado, levantó la cabeza y observó fijamente a su salvador. Y en ese instante, bajo la brillante luz de la luna llena, Severus se dio cuenta que, por mucho que hubiera buscado, el pintor del retrato nunca hubiera podido conseguir un color tan maravillosamente verde como los brillantes ojos que lo miraban en ese instante, enmarcados en una hermosa y asustada cara.

Claro, esa sensación duró sólo unos momentos, pues segundos después, esos mismos ojos lanzaron rayos de furia y esa tierna cara se vio endurecida por un ceño terriblemente fruncido.

—¿Cómo se le ocurre hablarme mientras estaba allá arriba? ¿No ve que me sorprendió y pude haberme matado?— reclamó el joven, irritado, todavía en brazos del mayor—. Y haga el favor de soltarme.

Sin más, Severus abrió los brazos y dejó caer a Harry al suelo, antes de hacer una burlona inclinación.

—Sus deseos son órdenes.

Aún más furioso si ello era posible, Harry se levantó de un ágil salto.

—¿Acaso se volvió loco?— lo increpó—. ¿Cómo me dejó caer al suelo?

—Usted me pidió que lo soltara— replicó el otro con una sonrisa burlona.

Furioso más allá de lo imaginable, Harry sacudió el polvo de su ropa y dio media vuelta, dispuesto a marcharse.

—Un momento, jovencito— Severus lo detuvo por el codo—. ¿Se puede saber qué hacías allá arriba y vestido de esta manera?

El joven lo miró, indignado. ¿Cómo se atrevía ese desconocido a tutearlo e interrogarlo en su propia casa?

—Eso a usted no le importa.

—Pero que carácter, por no hablar de la educación— señaló Severus con ironía, riendo internamente. Había reconocido al joven en cuanto miró sus ojos, pero por la facha que lucía supuso, acertadamente, que no iba a estar muy dispuesto a confesar quien era—. Y debo estar en desacuerdo contigo. En la mansión se encuentra gente muy importante y la seguridad es imprescindible, así que debo insistir. ¿Quién eres y qué hacías vigilando la casa desde ese árbol?

—Yo no estaba vigilando la casa— al ver que el hombre no soltaba su brazo, esperando respuesta, decidió contarle la mentira que había planeado decir en caso de que lo descubrieran—. Me llamo Ben y soy el hijo del jardinero.

—Así que el hijo del jardinero. Eres un poco altanero para ser un simple empleado, ¿no crees?

—Y usted es demasiado grosero para ser sólo un…— se detuvo un segundo, buscando la palabras—… un simple escolta del Príncipe. También es un simple empleado, aunque vista mejor que yo— terminó, moviendo el brazo en un vano intento por soltarse—. Suélteme, ¿quiere?

—No, no quiero— la sonrisa del hombre se amplió—. Así qué, según tú, ambos somos de la misma condición, unos simples empleados a sueldo, ¿no?— musitó, mientras acercaba a Harry aún más a su cuerpo.

—Eso mismo— replicó el joven, no pensaba dejarse amedrentar por ese extraño.

—Entonces, no te importará que me cobre apropiadamente el favor que te hice, ¿verdad?

—¿Favor? ¿Qué favor?

—Pues si mal no recuerdo, acabo de evitar que te mataras al caer de ese árbol.

—¿Qué usted qué? ¡Si fue por su culpa que me caí!— al ver que el hombre sólo sonreía, y viendo la imposibilidad de soltarse, se rindió—. Vale, le agradezco que me salvara de matarme, ¿contento?

—Aún falta mi pago.

—Soy el hijo del jardinero, no tengo dinero— Harry soltó un bufido, ese desconocido era exasperante.

—No necesito dinero.

—¿Entonces…?

Antes que Harry pudiera prevenirlo, ni tan siquiera intuirlo, Severus hizo un ágil movimiento y soltó su codo para rodear la cintura del muchacho y cerrar su esbelta figura contra su fuerte cuerpo, tan estrechamente que apenas el aire podía correr entre ellos. Sin otra palabra, bajó la cabeza y atrapó los dulces labios del joven en un beso hambriento y sensual.

Sorprendido, no sólo por lo repentino del gesto, sino por la oleada de excitación que lo embargo al contacto con esa recia pero sedosa boca, Harry jadeó, oportunidad que aprovecho el Príncipe para colar su lengua y profundizar el beso. Sintiendo que sus piernas se debilitaban, Harry se aferró a los hombros de Severus, incapaz de separarse, sin voluntad para otra cosa que disfrutar de la maravillosa sensación que experimentaba por primera vez en su vida.

Cuando el hombre terminó el beso, el joven lo miró, aturdido, aún perdido en las delicias de la caricia.

—Definitivamente, me considero más que satisfecho con el pago recibido— comentó Severus con voz ronca.

Nuevamente furioso, ante lo que consideraba una nueva burla del hombre, Harry salió de su ensueño y, alzando la mano, la estampó en el rostro descarado.

—Es usted un grosero y un ególatra insufrible— casi escupió las palabras—. Espero no volver a verlo en mi vida.

Y sin más, Harry dio la vuelta y escapó corriendo hacia la casa. Severus llevó una mano a su mejilla, mientras una suave sonrisa curvaba sus sensuales labios.

—No, pequeño jardinero— musitó con ternura—, tus deseos no van a poder ser cumplidos. Nos vamos a volver a ver muy pronto— ahora su mano fue hacia sus labios y los acarició, recordando el beso—. Y voy a esperar ese momento con verdadera ansiedad.

Continuará….



Este fanfic me encanto, despues de leer el de Una promesa trajo el amor, busque mas fanfics de Alisevv y me encontre con este, aunque hubo partes en las que quise asesinar a Severus y en las que me comi las uñas de angustia por Harry, ademas es mi tiempo favorito de la historia...ahh...y adoro el Mpreg n_n
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Araleh Snape

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MensajeTema: Re: 1 mes para el recuerdo...por Anyuchiha, 3 de mayo   1 mes para el recuerdo...por Anyuchiha, 3 de mayo I_icon_minitimeDom Mayo 05, 2013 8:46 pm


Una joya de historia, se le recuerda con mucho cariño, la época en que se desarrolla contribuye mucho a realzar el romanticismo.
Recuerdo que fue cuando me dije "creo que ya debería ir empezando a guardar mis fics favoritos" XD
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