La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Las Apariencias Engañan. Cap 06. ¿El lado humano de Snape?

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Beyrus
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Beyrus


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MensajeTema: Las Apariencias Engañan. Cap 06. ¿El lado humano de Snape?   Las Apariencias Engañan. Cap 06. ¿El lado humano de Snape? I_icon_minitimeLun Feb 23, 2009 10:15 am

Aquí os dejo el capítulo 6, un beso!! sunny

6. ¿El lado humano de Snape?

Cuando pude reaccionar, después de quedarme paralizado al ver al profesor Snape con la vista clavada en el lugar donde yo me encontraba, me dispuse a revisar la capa invisible. ¿Quedaría alguna parte de mi cuerpo a la vista que delatara mi posición? Pero no, me cubría entero así que aunque lo pareciera, su vista en realidad debía estar fija sobre otra cosa que no era yo. Volví a revisar que todo estuviera en orden, ¿quizás no me tapaba del todo los pies? Al bajar la mirada descubrí porqué Snape estaba mirando hacia donde yo me encontraba.

En la mesa en la que había estado apoyado, se debía haber encontrado también la tapadera de una sartén que ahora reposaba en el suelo, cosa que no era muy normal en una cocina en la que trabajaban elfos domésticos, por su disciplina y orden. Con toda probabilidad la había tirado yo al apoyarme, sin darme cuenta. ¿Es que nada podía salirme bien?

Snape se había aproximado hacia donde me encontraba, seguramente sin tener la certeza de que yo andaba por ahí. Tenía la esperanza de que él creyera que la tapadera se había caído accidentalmente, por una corriente de aire o por cualquier otro motivo. Crucé los dedos, esperando que no se le ocurriera que yo podía estar paseándome por las cocinas con mi capa invisible.

Mis piernas parecían haberse convertido en cemento, estaba como petrificado por el absurdo hecho de sentir al hombre tan próximo a mí. Mi corazón latía con fuerza y contuve el aire en los pulmones para no hacer siquiera ruido al respirar. Snape estaba tan cerca que apenas podría tocarme alzando un brazo, pero en lugar de eso, se agachó y recogió la tapadera, colocándola sobre la sartén que todavía seguía en la mesa. Parecía que no había ni contemplado la posibilidad de que yo pudiera estar por allí.

-Vaya, parece que se ha caído esto de la mesa –murmuró para sus adentros con un tono despreocupado.

En el fondo me alegraba de que no me hubiera pillado porque así, podría seguir observándole clandestinamente. Sólo tenía curiosidad por lo que estaba haciendo, me dije a mí mismo, aunque me descubrí recorriendo con la mirada de forma inconsciente, el cuerpo de mi profesor. No me dio tiempo a analizar mi comportamiento porque de pronto, y pillándome desprevenido, alargó una mano y agarró la capa de invisibilidad dejándome al descubierto. Me sentí palidecer. ¡Menuda pillada! Vi como la vena del cuello se le hinchaba, la frente se le arrugaba y su boca parecía haberse convertido en una fina línea de lo apretados que estaban sus labios. Aquello no era una buena señal.

-¡¡¡Potter!!! –exclamó por millonésima vez en el día, yo ni me moví del sitio-. ¿Qué se supone que está haciendo aquí?

-Yo... eh... bueno... –farfullé, y mi estómago no dudó y explicó la razón por mí. Bajé la vista ligeramente avergonzado.

-¿Tiene hambre, Potter? –me preguntó con las cejas alzadas, mostrando su sorpresa. Parecía que estaba de buen humor. Algo insólito procediendo de él.

Yo asentí. Era lo más amable que me había dicho en la vida y tenía miedo de hablar y cabrearle de nuevo. Él dio media vuelta alejándose de mí para aproximarse a Dobby, que observaba la escena desde el lugar donde había estado troceando las verduras, con la boca abierta.

-Coja algo de lo que estábamos preparando y sírvaselo al señor Potter. Es mejor que tirarlo.

-Dobby pondrá un plato a Harry Potter enseguida, a Dobby le gusta servir al amo Harry, señor –contestó el elfo con efusividad.

Abrí los ojos de par en par, no me podía creer lo que acababa de escuchar. Dobby en un instante me sirvió un plato de comida. Parecía que habían estado cocinando espinacas con patatas cocidas. Por encima tenían algo parecido al queso, después de pensarlo supuse que sería bechamel, como nunca la había probado, no estaba muy seguro. En realidad tenía muy buena pinta, así que lo engullí sin levantar la vista. Snape se acercó sigilosamente a la mesa donde me encontraba. Yo seguí con lo mío. Prefería no decir nada que pudiera acabar con su positivo estado de ánimo, si es que se le podía denominar así a su extraño comportamiento.

-Por cierto, se me olvidaba. Veinte puntos menos para Gryffindor por merodear por el castillo de noche y otros diez puntos por saltarse el almuerzo y la cena para luego venir a por comida a la cocina, en horas intempestivas.

-Pero... –dije, levantando la vista del plato, pensaba que estaba en son de paz-, ¡no es justo!

-No interrumpa a un profesor cuando está hablando, Potter –dijo con su voz impenetrable-. Y el lunes tiene detención en mi despacho, a las ocho.

-Señor… –dije, ligeramente sonrojado.

-¿Sí, Potter? –susurró.

-El lunes es San Valentín –le informé. Lo que menos me apetecía en ese momento era pasar aquel día limpiando calderos en su despacho. No esperaba que mi protesta sirviera de algo, pero al menos tenía que intentarlo.

-Tiene razón –dijo para mi sorpresa. Sus mejillas parecieron tomar un ligero color carmín pero no estaba muy seguro de si había visto bien o no, en realidad la cocina no estaba demasiado iluminada-. No pienso pasarme el maravilloso día de los enamorados -dijo con ironía-, encerrado con usted. Entonces su detención será el martes. No creo que tenga muchas citas que cancelar, por no decir ninguna –contestó mordaz.

-Eso a usted no le importa –refunfuñé.

-No. Pero dejó bien claro que estaba algo necesitado esta mañana, Potter. No estaría mal que se buscara una novia para descargarse. ¿O debería decir un novio?

-¡Eso es sólo asunto mío! ¡Deje de meterse donde no le llaman! –grité ofendido e indignado. Dobby observaba la discusión sin saber qué decir. El profesor ni siquiera levantó la vista para mirarme.

-Noto una ligera frustración en su tono de voz, Potter –contestó mientras se dirigía a la puerta, cuando llegó allí, se giró y me miró con una sonrisa maliciosa en el rostro que no me gustó nada-. ¡Ah! Y veinte puntos menos para Gryffindor por gritar a un profesor.

Puse cara de fastidio, pero preferí ignorarle. Me había quitado cincuenta puntos de golpe. Cuando me comí dos platos más de las espinacas de Snape, me despedí de Dobby, que no paraba de agradecerme que hubiera ido allí a visitarle mientras recogía y limpiaba los platos, y después decidí que era hora de irme a dormir. La comida estaba buenísima, pero ni bajo un cruciatus lo hubiera reconocido delante de alguien.

Cuando entré en la habitación estaban todos durmiendo, para mi alivio. Así que yo hice lo propio, pensando que a partir de ese día iba a sentirme más solo que nunca. Aunque junto a la sensación de soledad había otra extraña que me acompañaba y no sabía muy bien lo que era. Sólo estaba seguro de que el corazón me latía con rapidez y que no podía dejar de pensar en el hecho de que Snape se había dado cuenta de que no había ido a comer ni a cenar. ¿Había estado pendiente de mí? Me quedé dormido con aquellos confusos pensamientos rondando por mi mente.

Dormí un montón. Cuando me desperté, lo primero que hice fue mirar mi reloj, y ya era la hora de comer. La habitación ya estaba vacía, seguramente habrían ido todos a Hogsmeade y lo más probable era que aprovecharan y comieran fuera, como solíamos hacer siempre que salíamos. Mejor, así no tendría que aguantar caras largas mientras comía abajo, y no me apetecía verme obligado a ir a las cocinas por la noche y volver a perder puntos para mi casa.

Antes de terminar de asearme para ir al Gran Comedor se apareció Dobby en medio de la habitación, dándome un tremendo susto.

-Buenos días, amo Harry –me saludó, con su acostumbrada reverencia.

Le sonreí. En verdad, echaba de menos hablar con alguien agradable que no fuera tan prejuicioso como lo habían demostrado ser, los que consideraba mis amigos.

-¿Qué te trae por aquí, Dobby? –pregunté un poco extrañado. Los elfos domésticos sólo se aparecían cuando los llamabas o se lo ordenabas y yo no había hecho ninguna de las dos cosas.

-El profesor Snape, amo Harry, me mandó para que le avisara de que era la hora de la comida. Harry, señor.

Fruncí el ceño, más confundido que antes. ¿Pero, qué mosca le habría picado al profesor? Aquél ni se acercaba a su comportamiento habitual. ¿Estaría bajo un Imperius? ¿Alguien habría tomado Poción Multijugos y se estaba haciendo pasar por él? Decidí indagar un poco.

-¿Y a qué se debe que quiera que me avises para la comida, Dobby? ¿Es que se piensa que soy tan estúpido que no sé a qué hora es?

-Me dijo que no quería verle de nuevo merodeando por las cocinas de noche. Y que si no quería perder más puntos, debía ser más responsable y comer bien, para no tener hambre más tarde, amo Harry, señor.

-No hay quién le entienda –murmuré más para mí mismo que para el elfo. De pronto me vino a la mente una pregunta sobre Snape-. Oye, Dobby, ¿y qué hacía el profesor tan tarde ayer, en la cocina?

-El profesor Snape cocina a veces, amo Harry. Cuando está de buen humor dice que le gusta cocinar y viene por la noche. A mí me gusta ayudar y Dobby cocina con él.

Torcí la boca en un gesto de incredulidad. ¿Cuando está de buen humor? Quién lo diría, yo pensaba que Snape no conocía ese estado de ánimo.

-Y... ¿ayer Snape estaba de... buen humor? –dije no muy seguro. Todavía me costaba decir en la misma frase su nombre y aquellas palabras.

-Sí, amo Harry. El profesor Snape me contó que había tenido un buen día. Dobby no entendió muy bien, pero amo Snape estaba contento.

Me quedé un instante callado pensando en lo que me acababa de decir Dobby. ¿Qué le habría pasado para considerar que había sido un buen día? Chocar conmigo no, desde luego.

-Vaya, y le da por cocinar –dije pensativo y con un ligero tono irónico-. ¿Y luego tira lo que ha cocinado? –le pregunté al elfo, al recordar las palabras que había dicho antes de darme un plato con comida. El profesor parecía ser algo excéntrico.

-No, amo Harry. Él nos manda que le pongamos un hechizo de conservación y luego la llevamos a San Mungo, señor. Siempre nos recuerda que no debemos decir nada. ¡Yo no debería estar contando esto! Amo Snape se enfadaría mucho si se enterara –gimoteó e intentó golpearse con la pared, pero no pudo porque yo ya estaba preparado y le sujeté a tiempo.

-Vaya. Ahora resulta que es hasta solidario... –dije sorprendido-. Muchas gracias Dobby, ya puedes marcharte. Y no hace falta que te auto castigues. No se va a enterar de nada. Bueno, voy a bajar antes de que piense que no me has avisado.

-Amo Snape es bueno con Dobby –afirmó y al instante volvió a hacer una reverencia sonriendo de nuevo-. ¡Adiós, amo Harry!

Y con un plof se desapareció.


Y para ver el dibujito de este capítulo, pinchad aquí y podréis verlo. Nos vemos!!! Smile
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MensajeTema: Re: Las Apariencias Engañan. Cap 06. ¿El lado humano de Snape?   Las Apariencias Engañan. Cap 06. ¿El lado humano de Snape? I_icon_minitimeDom Ene 04, 2015 8:57 pm

si mi amado sev es todo un amor...>.< aunque por fuera es todo un ogro..XD hahahhhaaha
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