La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Death Eater takes a Holiday. Capítulo 51-I. Cena con Albus, desayuno con Jessica o tres comidas cuad

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alisevv

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MensajeTema: Death Eater takes a Holiday. Capítulo 51-I. Cena con Albus, desayuno con Jessica o tres comidas cuad   Death Eater takes a Holiday. Capítulo 51-I. Cena con Albus, desayuno con Jessica o tres comidas cuad I_icon_minitimeMar Sep 14, 2010 2:23 pm

Death Eater takes a Holiday. Capítulo 51-I. Cena con Albus, desayuno con Jessica o tres comidas cuad Blufire Death Eater takes a Holiday. Capítulo 51-I. Cena con Albus, desayuno con Jessica o tres comidas cuad Blufire Death Eater takes a Holiday. Capítulo 51-I. Cena con Albus, desayuno con Jessica o tres comidas cuad Blufire Death Eater takes a Holiday. Capítulo 51-I. Cena con Albus, desayuno con Jessica o tres comidas cuad Blufire
Death eater takes a holiday
Capítulo 51 - I

Cr¡ena con Albus, desayuno con Jessica o tres comidas cuadradas,
y un bocado de Severus - I

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Harry caminó hacia el castillo en silencio. Albus marchaba a su lado. Severus estaba al otro lado del joven, sosteniendo su mano. Harry deseaba que pudieran hacer eso en público, sin una poción de invisibilidad, pero se conformaría con lo que pudiera conseguir. Pronto, los tres magos entraban en la estancia principal. Harry sintió que la mano de Sev se deslizaba, soltándole. Los estudiantes pululaban alrededor, pues era casi la hora de la cena. La máscara de ‘caminar erguido y orgulloso’ cayó al ver un rostro conocido. Una linda pelirroja estaba guiando a unos pocos estudiantes de primero hacia el Gran Comedor. Ella hizo un gesto con la mano y le llamó, haciendo que brillara su nueva insignia de Prefecta.

—¡Harry! —exclamó.

—¡Ginny! —sonrió a su hermanita honoraria. Pudo escuchar un jadeó de una de las últimas estudiantes de primero.

—¿Conoces a Harry Potter? —escuchó a la asombrada niña mientras atraía a Ginny para abrazarla.

—Realmente necesitaba encontrar una cara amiga esta noche. Es bueno verte —le susurró al oído.

—¿Te vas a quedar a cenar? —preguntó, esperanzada.

—Sí, pero no en el Gran Comedor. Me reuniré contigo la próxima vez, ¿vale? —murmuró, y la dejó para alcanzar a Albus y a Sev. Mientras decía adiós con la mano, notó que dos chicas de primer año no se habían apartado de Ginny; rieron nerviosas cuando también se despidió de ellas.

Dijo su contraseña privada ante la gárgola y subió a la escalera en espiral. Estaba a punto de tomar su varita para sanar su ojo cuando sintió a alguien cerca.

—¿Construyendo una nueva base de fanáticas con las de los primeros años? —susurró la sedosa voz a su oído.

No contestó, pero rodeo con sus brazos el cuerpo que no podía ver a su lado y recostó la cabeza en un amplio hombro. El breve consuelo terminó tan pronto como las escaleras se detuvieron.

Albus se detuvo ante una mesa dispuesta para tres. Estaba hablando con un elfo doméstico y les hizo una seña para que entraran.

—¿Por qué no vienen a sentarse? Severus, tienes el antídoto contigo, ¿no? Estoy seguro que a Harry le gustaría ver a sus dos compañeros de cena.

El joven pensó en lo que el Director acababa de decir y se dio cuenta que él podía ver a Sev. El maestro de Pociones observaba a Harry, tratando de descubrir qué había cambiado.

—Él no necesita una capa ni una poción para ser invisible.

Severus, quien era nuevamente visible, apareció al lado de su pareja. Harry tenía conocimiento de que Albus podía hacerse invisible, pero no sabía que podía ver a los demás. Hizo repaso mental de todas las veces que había correteado por el castillo en compañía de Ron, tratando de recordar si en alguna ocasión se habían encontrado con Albus. Se ruborizó al pensar en la mano de Sev en su trasero al arribar a Privet Drive. Iba a hacer un comentario sobre el aparente deseo oculto de exhibicionismo de Severus, pero los pensamientos de Privet Drive estaban llenando su cabeza en ese momento.

Al menos su tía les había escuchado. Se había visto insegura de hablar, como si estuviera esperando permiso de su esposo. Vernon se había comportado como un absoluto imbécil desde el momento que llegaron hasta su puñetazo. Mientras se iba viendo estrellas, decidió que nunca volvería a posar sus ojos en ese hombre.

—¿Quieres hablar sobre esto? —preguntó Albus con amabilidad al ver la expresión agitada de Harry.

—¿Acaso importa lo que yo quiera? —bufó Harry, arrepintiéndose de inmediato de su tono—. Eso fue descortés, me disculpo —musitó, bajando la vista hacia el piso.

—Está bien, Harry. Sé que tú no puedes ver el objetivo de la visita de esta noche, pero un día serás capaz de mirar hacia atrás y sabrás que hiciste lo correcto, incluso si ellos eligieron rechazar tu protección. Irónicamente, la protección que la casa te ofreció todos estos años debe ahora establecerse para ellos. Pero, desgraciadamente, tú fuiste dejado ahí para tu protección, y eso tampoco funcionó como yo esperaba. Un día te darás cuesta que las cosas no siempre salen como uno lo espera, pero a veces es la intención lo que más cuenta.

Harry no estaba muy seguro de qué contestar a eso, pero fue afortunadamente interrumpido por la llegada de un elfo con una bandeja de comida tan grande que debería haber sido imposible para la criatura transportarla. Notó que estaban incluidos todos sus platos favoritos.

Severus seguía mirando a Harry con atención, todavía inseguro de cuál era la diferencia.

>>Escuchamos tu discusión con tu tío. ¿Rescataste los artículos que querías? —indagó Albus, obteniendo un asentimiento como respuesta.

—Sí —sacó los objetos de sus bolsillos, recordando apenas en ese momento que estaban allí—. Son sólo algunas cosas que quería recuperar, nada demasiado importante.

Miró los objetos, extendiendo las manos para que ellos los vieran. Albus levantó una foto de debajo de algunas baratijas y sonrió ante los tres rostros radiantes que le sonreían a su vez. Harry, Ron y Hermione en Hogsmeade, uno al lado del otro, riéndose de algo. Caminaban felices calle abajo entre la multitud de estudiantes que disfrutaban su fin de semana en Hogsmeade.

>>Colin Creevey me la envió el último verano que pasé en Privet Drive. Vino con una invitación para su fiesta de cumpleaños —bufó ante el recuerdo, pensando cuán patético era; ésa había sido su primera invitación a una fiesta de cumpleaños—. Afortunadamente, vino por el correo muggle y no ocasionó muchos problemas —la foto había sido estrujada y arrugada por su primo, quien había machacado el sobre antes de entregársela a su padre para su inspección.

Albus hizo un gesto con la mano, logrando que las arrugas desaparecieran y la foto quedara como nueva. Extendiendo su varita, terminó lanzándole un hechizo de conservación antes de devolvérsela al chivo.

—Es una foto muy bella, Harry.

El anciano sabía por qué la foto era especial. Había sido tomada antes de que la vida de Harry hubiera empezado a complicarse realmente. En algún momento al principio de su cuarto año; probablemente, antes de la selección de los Campeones que competirían por el Cáliz de Fuego.

>>¿Valió la pena el viaje escaleras arriba? —preguntó enigmáticamente.

Harry no estaba seguro si era una aseveración o una pregunta. Estaba convencido de que su guardián había lanzado un vistazo a su ojo morado al decir eso. Inconscientemente, metió su cabello detrás de su oreja.

—Sí —contestó con convicción—. De vez en cuando, he pensado en lo que había dejado atrás. No estaba seguro de si seguiría allí, y por alguna razón me preocupaba no saber. Valió la pena subir las escaleras —la última parte la confirmó más para sí mismo que para Albus.

—Quítatelo —exigió Severus con firmeza, sobresaltando a Harry, quien giró para mirar a su pareja con el ceño fruncido, sin estar seguro a qué se refería—. ¡El glamour, quítatelo! —gruñó el hombre—. No lo descubrí hasta que vi ese movimiento que haces con tu cabello para verificar que tu cicatriz está oculta.

Ahí fue cuando Severus notó la diferencia. El pequeño pedacito de cicatriz que Harry todavía conservaba cerca de la oreja estaba oculto.

—No es importante —replicó Harry sin mostrar emoción.

—¡Tú eres importante! —gritó Severus, golpeando la mesa con la mano abierta y haciendo tambalear una coma de vino. En un intento por serenarse, tomó la mano de Harry y la apretó—. Él no merece respirar el mismo aire que tú. Nunca, por el resto de tu vida, volverás a estar en la misma habitación con ese hombre. Si de mí dependiera, ni siquiera estarían en el mismo mundo —frotó el dorso de la mano del joven con su pulgar—. Por favor, quítate el glamour —pidió, lo más calmadamente que pudo.

Harry cerró los ojos por un largo rato. Cuando los abrió, un anillo púrpura apareció en su ojo izquierdo. De no encontrarse en una situación tan seria, Severus se hubiera recreado en el pensamiento de lo orgulloso que estaba al verle hacer magia sin varita. Harry sintió cómo la mano que sostenía la suya se tensaba, y levantó la vista hasta los ojos de ónice, notando la tristeza en sus profundidades.

>>¿Por qué me lo ocultaste?

—Si te lo decía, las cosas hubieran… —su voz se apagó—. Sólo deseaba salir de esa casa lo más pronto posible.

—¿Temiste que matara al bastardo?

Harry no quería admitir ante ellos, ni ante sí mismo, que le hubiera encantado ver a su pareja defendiéndole del malvado bastardo. Hubiera disfrutado ver a Severus perdiendo el control y devolviéndole el puñetazo a Vernon.

—Si le hubieras matado, se habría perdido el propósito de que yo hubiera ido allí a reemplazar las protecciones —esperaba que su tono sonara como si el incidente no le estuviera afectando en absoluto.

Severus no apreció el hecho de que intentara banalizar la situación, y no ignoró que Harry no había contestado su pregunta.

—Estoy impresionado de cómo te comportaste. Pienso que tu compostura debe ser elogiada. Nunca dejaste de mostrar lo mejor de ti, incluso cuando tenías todo el derecho de maldecirle hasta perder el sentido —musitó, sorprendiendo al chico por tan claro cumplido. El hombre puso su mano bajo la barbilla de Harry, levantando su rostro para ver el daño más de cerca—. ¿Puedo? —preguntó suavemente, deseando curar a su pareja.

—Por favor —contestó el joven en un tono igual de suave, casi un susurro. Mientras el desagradable color morado se iba de su piel, sentía el cuidadoso toque del pulgar de Severus bajo su ojo, donde el morado había sido más oscuro.

—Lo siento, Harry —se disculpó Albus, sacando a los otros dos magos de su trance—. No te volveré a pedir esto nuevamente.

—Yo no lo permitiría —le interrumpió Severus.

—Aunque aprecio que ambos se preocupen por mí, ya son un hombre crecido que toma sus propias decisiones. Si hay algo relacionado con mis parientes, debo saberlo —sabía que Severus pensaba que Albus no debería haberle importunado con ese asunto desde un principio—. Pude haberme negado, y estuve muy cerca de hacerlo. Pero considerando todas las cosas, al menos debía intentarlo. No tengo intención alguna de volver a verles.

—¡Es deplorable que a ese muggle no se le haya hecho responder por sus anteriores trasgresiones!

Harry tomó nota mental de que Severus utilizaba muchas palabras rebuscadas cuando estaba extremadamente enojado. Respiró profundamente, sabiendo que esa conversación sucedería, ya fuera que él lo quisiera o no. Estaba asombrado de que Severus no le hubiera hecho daño físico a Vernon hasta el momento, y con esta revelación adicional… Merecía respuestas, al menos por haberse contenido.

>>Harry, sabes que yo vi el sobre marcado ‘Evidencia’. ¿Por qué no fue detenido por sus acciones? —el tono de Sev era mucho más suave que el anterior.

—Iba a presentar cargos, a hacer que él viera lo miserable que había sido y quería… no sé lo que quería, pero no iba a permitir que se librara de eso. La gente estaba muriendo por mi causa, y me tomó mucho tiempo entender que yo no era quien había matado a Cedric, sino Voldemort

>>Pero Sirius, lo de él era otra cosa. Seguro, le había asesinado un Mortífago, y eso nos llevaba nuevamente a Voldemort. Pero en realidad, fue Vernon. Vernon fue la razón para que le escribiera a Sirius. Yo sabía que no era seguro enviarle cartas, pues él estaba preocupado por mí. Cuando la situación llegó a un punto en el que supe que necesitaba ayuda, escribí a Siri. Voldemort no mató a Sirius, Vernon lo hizo.

—¿Qué cambió? —preguntó Severus suavemente—. ¿Por qué no presentaste cargos?

—No tenía garantía de que fuera encontrado culpable. Tendría que atravesar todo el procedimiento, creando un circo mediático en el proceso. Me etiquetarían como un chiflado, y no tendría nada para demostrar lo contrario. En otras palabras, puede que hubiera ganado, pero, ¿qué habría conseguido? ¿Lograr que pagaran una indemnización? No necesito dinero. Eso no cambiaría lo que me habían hecho. Mi padrino estaba muerto y nada podría traerlo de vuelta. No había nada que pudiera compensarme por la pérdida del último lazo familiar que me ataba a mis padres. ¿Puedes imaginar la reacción del público?

No mencionó que había escuchado a Albus y Minerva discutiendo las posibilidades. Minerva predijo que los Dursleys estarían muertos antes de que se cumpliera un mes de que saliera a la luz cómo se había encontrado a Harry casi muerto y su completo maltrato. Severus tenía una mirada que daba miedo y el joven no quiso abordar el punto.

>>Al final, retiré los cargos antes que pudieran ser procesados en el Ministerio. No quería tener nada más que ver con los Dursley.

Severus asintió, comprensivo. Ahora tenía muchas cosas en las que pensar.

La comida continuó más relajada; conversaron sobre asuntos triviales y acerca del entrenamiento de Harry con Kieran. El joven se ruborizó, pero les contó sobre su reciente piel naranja y la falta de pelo. Albus también le mencionó que podía visitar a Remus alguna vez, pues para ayudarle a encontrar un lugar donde quedarse durante la luna llena, le había dado la misma lista de pisos disponibles que había dado a Harry cuando estaba buscando apartamento. El más joven se sintió aliviado al notar que el humor de Severus no se había amargado mientras hablaban sobre Remus. Al acercarse la noche, Albus ofreció a Harry quedarse en su habitación de la torre, sugiriendo que quizás no fuera buena idea que se apareciera luego de una tarde tan pesada.

El Gryffindor aceptó, reconociendo la invitación por lo que era. Él era perfectamente capaz de aparecerse en el momento que quisiera, pero el anciano necesitaba ofrecerle la protección que podía darle como su guardián, ser para él lo que no eran sus parientes.

Severus agradeció a su anfitrión y dio las buenas noches. Harry se sintió desamparado al darse cuenta que Sev iba a partir, pero el hombre no había traspasado aún la puerta cuando se giró para preguntarle si le gustaría que le llevara una poción para dormir sin sueños. Recordó que su chico una vez le había contado que solía tener pesadillas las noches que pensaba en su familia cuando estaba cerca de la hora de acostarse. El joven sonrió, agradeciendo su consideración.


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Harry salió del baño con el cepillo de dientes en la mano. No pudo evitar sonreír al encontrarse con Albus en el pasillo. El anciano lucía un camisón de dormir azul claro con apliques de constelaciones y un sombrero a juego. El joven estaba seguro de haber visto una estrella fugaz volar sobre el hombro de su guardián.

—Que pases una buena noche, mi muchacho —dijo Albus cordialmente.

—Buenas noches, Albus —contestó, y se detuvo al ver que la luna sobre el sombrero del anciano eclipsaba al sol, haciendo que dicho sombrero cambiara a un tono más oscuro de azul—. ¿Dónde compraste esas ropas? —le preguntó, divertido, sabiendo que la mayoría de sus ropas eran hechas a la medida. Ciertamente, Madam Malkin no ofrecía una variedad de túnicas para magos excéntricos.

De regreso en su habitación, se sentó ante el pequeño escritorio ubicado en una esquina. Escribió una rápida nota para Hermione, contándole que las cosas habían salido cómo había previsto y que iba a pasar la noche en Hogwarts. Sabía que ella estaría preocupada y esperando que abriera su red flu para poder llamarle y asegurarse de que se encontraba bien. Selló el pergamino, y giró en redondo al escuchar una sedosa voz proveniente de la chimenea.

—¿Escribiendo cartas de amor o contestando correos de tus admiradores? ¿Quieres que convoque una lechuza para ti? —preguntó Sev, viendo la carta que Harry acababa de terminar.

—No, probablemente de un paseo hasta la lechucería más tarde. No estoy muy cansado.

Ignorando la insinuación, el joven observó cómo Severus salía de la chimenea, y deseó poder mostrar tanta elegancia cuando viajaba por ese medio.

—Creí que ése era el propósito de mi visita —Severus sacó un vial de Poción para Dormir sin Sueños del bolsillo de su túnica—. Ciertamente, no estás vestido apropiadamente para hacer un viaje hasta la lechucería —comentó, notando su estado de semi desnudez. Su mano se deslizó por un lado de la camiseta hasta enganchar su pulgar en los interiores de seda—. Menudo escándalo si te vieran —bromeó.

—Sabes que yo vivo de los titulares —replicó Harry, haciendo un buen trabajo al mantener el tono neutral a pesar de la urgencia de echarse a reír—. No soy nadie sin mi público —presionó su mano contra su frente con un gesto teatral.

—Ya puedo ver los titulares: ‘El Destape del Chico de Oro’ —Severus se sentó en la cama, sonriendo a su aparentemente loco amante.

—No, estamos hablando de escándalo, ¿recuerdas? —Harry se sentó a su lado, colocando una pierna sobre la de Sev—. El titular podría decir: ‘El Salvador del Mundo Mágico en Tórrido Affair con su Ex-Maestro de Pociones. Según rumores, un muy drogado Severus Snape fue recientemente encontrado encadenado a la cama de Potter, lugar donde había sido mantenido como esclavo sexual durante todo el verano.

—Juraste que no contarías ni a un alma sobre las cadenas —entonó Severus, muy serio. Harry no pudo aguantar la risa.

—¿Disfrutaste siendo encadenado en el pasado? —le sonrió—. ¿La gente hace cosas pervertidas cuando se aburren del sexo habitual?

—No tienes ni idea —replicó secamente. No pudo evitar pensar que hasta hacía pocos meses Harry había sido virgen. Probablemente, no conocía muchas perversiones. Todavía—. ¿Y no te parece que follar sobre una escoba es algo inusual?

Harry suspiró ante el recuerdo.

—Eso fue algo —musitó con un gemido—. Puede que ni siquiera necesite la poción para evitar soñar. Me apetece tener sueños calientes y lujuriosos sobre ti. ¿Tienes una poción para eso? —preguntó, pero luego recordó el polvo ‘Dulces Sueños’

—Te dejaré esto por si cambias de opinión —el maestro de Pociones colocó el vial en la mesita de noche—. Dejaré encendida mi chimenea privada, así puedes avisarme si necesitas ir por red flu —le rodeo con los brazos antes de besar su sien, y Harry trepó sobre su regazo.

—Siempre has estado ahí para mí, Severus —rodeó la cintura del hombre y descansó su cabeza sobre su pecho—. No cambies nunca —pidió, muy feliz de estar entre sus brazos.

Esas palabras significaban mucho para Severus. Estaba acostumbrado a que fueran señaladas sus faltas. No era un profesor bien apreciado, y no siempre estaba de acuerdo con los demás profesores o los miembros de la Orden, debido a diferencias de opinión y sospecha general. El saber que Harry le amaba ‘como era’ caldeaba su corazón. La cabeza que descansaba cómodamente contra su pecho se movió, alzándose. El hombre miró los hermosos ojos verdes y vio amor y alegría. Esperaba que su propia expresión revelara los mismos sentimientos.

Frotó sus labios contra los de Harry y se retiró para mirar sus ojos una vez más antes de besarle tiernamente. Fue un beso lento y gentil. No había batalla por la dominación cuando sus lenguas se entrelazaron, sólo una suave exploración, probándose uno al otro.

Harry pudo sentir cómo Severus le levantaba mientras frotaba su cuello con la nariz como un gato. Suspiró, disfrutando la sensación mientras su pareja depositaba besos a lo largo de su cuello y la línea de su mandíbula. Ensimismado en su deleite, no se dio cuenta que su amado le había bajado de nuevo.

Severus continuo frotando con su nariz y paladeando el cuello de su pareja mientras le depositaba en la cama, cubriéndole con las mantas y acostándose a su lado por encima de éstas. Masajeó ligeramente el cráneo de Harry, tranquilizándole hasta que estuvo a punto de quedarse dormido. El mago más joven sonrió, adormilado, mientras Sev continuaba sus atenciones, sus narices frotándose una contra otra. Cuando no consiguió más respuesta de su pareja, y estuvo seguro de que estaba profundamente dormido, levantó la olvidada carta del escritorio y atravesó la chimenea rumbo a su recámara.

Luego de convocar una lechuza para enviar la carta a Hermione, tomó una larga ducha caliente. Mientras el agua vaporosa caía en cascada sobre su cabeza, pensó en el hombre que amaba. Era duro imaginar que había sido un niño abusado que una vez vivió con esa pobre excusa de familia. Aunque su intención habías ido tener una ducha relajante, resultó el efecto contrario al recordar la diminuta despensa bajo las escaleras. Esas horribles personas le habían tratado muy mal durante años. No sólo habían suministrado a su sobrino apenas el mínimo necesario para vivir, sino que también le habían sometido a fuerte angustia física y mental. ¿Qué podrían ocasionar años de negligencia y abuso en una persona psicológicamente estable? No quería pensar lo que hubiera sido de Harry de no haber contado con el beneficio de una consejera como Erin Kirkland. De su Harry.


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En un restaurante de comida sana ubicado a cierta distancia de su casa, los señores Granger disfrutaban de una noche fuera para celebrar su aniversario.

—Debimos insistir para que nos acompañara. La conoces, no puede apartar sus libros el tiempo suficiente como para prepararse una comida decente —decía la dama con firmeza.

Sirviendo a su esposa otro vaso de vino, el señor Granger la consoló, diciéndole que estaba seguro que su pequeña era lo bastante inteligente como para colocar sus necesidades antes que cualquier libro.

Mientras tanto, en la salita de estar de los Granger, un gran libro con cinco marca libros distintos yacía desechado en el piso. Acostada en el sofá, sin blusa, Hermione cerraba su mano alrededor de un mechón de cabello rojo, presionando la pecosa cara de Ron contra su seno. El joven chupaba y mordisqueaba la tierna piel, maravillado con su sedosa suavidad, jugueteando con la areola y observando cómo se arrugaba, para luego bajar en una trayectoria de besos hasta su ombligo, mientras jalaba de los pantalones de ella más allá de las caderas y jadeaba.

—¡Guau, afeitaste tu vello!

La investigación de Ron fue interrumpida cuando una gran lechuza negra voló a través de la ventana abierta, sobresaltando a ambos.

>>Es una lechuza de la escuela —comentó Hermione, al tiempo que desataba la carta que la orgullosa ave llevaba en su pata, etiquetada con el emblema de Hogwarts—. Es de Harry.

Ron leyó la carta sobre el hombro de ella. La chica se sintió aliviada al saber que su amigo había regresado a casa, o al menos a Hogwarts. Ya averiguaría la historia completa cuando hablara con él. Ron, por su parte, estaba formando un plan.





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MensajeTema: Re: Death Eater takes a Holiday. Capítulo 51-I. Cena con Albus, desayuno con Jessica o tres comidas cuad   Death Eater takes a Holiday. Capítulo 51-I. Cena con Albus, desayuno con Jessica o tres comidas cuad I_icon_minitimeSáb Dic 10, 2016 5:33 pm

Que tierno fue Severus con Harry. la verdad a mi también me hubiera gustado ver como Severus le hubiera dado una paliza a ese Vernon, pero bueno conformémonos con que solo este con Harry y lo consuele
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