La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 42. Invitado a cenar

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alisevv

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MensajeTema: Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 42. Invitado a cenar   Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 42. Invitado a cenar I_icon_minitimeMiér Feb 24, 2010 8:46 pm

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Death eater takes a holiday
Capítulo 42

Invitado a cenar
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Harry estaba sentado en su sofá, reclinado contra un cálido hombro mientras miraba una película en su televisor nuevo. Estiró el brazo perezosamente para alcanzar un pretzel cubierto de chocolate de la mesita de centro, que tenía varias golosinas esparcidas sobre su superficie. Cuando una cuchara de chocolate con chispas de chocolate apareció frente a sus labios, la devoró encantado.

—Dios, extrañaba esto —gimió Hermione—. No habíamos tenido una ‘noche de cita’ desde hacía tanto —se quejó.

—Sí. Por cierto, apenas podías soportar a tus asfixiantes padres por otro minuto —comentó Harry con humor.

—Ugg, dímelo a mí. Los amo, Harry, de veras. Pero no sabes cuán difícil es vivir en la escuela por tanto tiempo y de repente tenerlos encima de ti día sí y día también. Mi mamá está enloqueciéndome —declaró, hundiendo la cuchara nuevamente en el pote de helado—. Te extrañé. No hemos tenido ninguna conversación jugosa en mucho tiempo.

—¿Es eso todo lo que soy para ti? ¿Quién te crees que soy, el profesor de ‘cómo complacer a un hombre 101’? —protestó con fingido enojo, y tomó un pequeño vaso de la mesita, que contenía un cálido líquido color ámbar. Tomó un sorbo e hizo una mueca.

—No puedo creer que bebas esa cosa —dijo ella, quitándole el vaso y tomando también un sorbo—. Agg —hizo una mueca, miró el vaso con fijeza y tomó otro sorbo—. Demonios, esta cosa es fuerte —jadeó.

—Estoy harto de la cerveza de mantequilla y esto es todo lo que tengo. Severus lo toma a veces, pero he descubierto que es más entendido en vinos. Esto no es malo si quieres colocarte bien. Sev odia cuando digo eso, creo que le recuerda mi edad —aclaró con una sonrisa.

—Él es sexy —dijo ella sin aliento; Harry casi escupió su pretzel. Hermione soltó una risita ante la expresión de asombro de su querido amigo—. Lo sé, lo sé, pero él genera algo en ti. Desde que les vi besándose en vacaciones, y luego, cuando Ron dijo que le había visto cuidándote mientras estuviste en la enfermería, comencé a pensar distinto de él. Y tú te ves tan feliz, tan contento.

Ninguno de ellos había notado el parpadeo del fuego, mientras Severus echaba un vistazo para ver si Harry estaba solo. Ellos habían hablado sobre la posibilidad de ser más abierto con los amigos del Gryffindor, pero Severus era una persona reservada, y todavía no se sentía demasiado cómodo con eso. Apenas le había concedido que no se colocaría su fachada mientras sus amigos estuvieran alrededor, tal como hacía para el resto del público.

Convenientemente para él, nunca andaba por ahí cuando Harry estaba con sus amigos. Miró de nuevo a hurtadillas y notó que ambos habían salido de la salita. Los había visto recostados tan cómodamente uno contra la otra que dudaba que ella se hubiera ido tan rápidamente. Escuchó con cuidado y pudo distinguir que las voces venían de la cocina.

>>Creo que necesitas otro trago —le animó Hermione.

—Oye —tomó otro sorbo de su vaso, pero esta vez no hizo ninguna mueca—, ¿crees que vas a dominarme porque esté borracho?

—Oh, vamos, Harry, por favor —suplicó—. Solo quiero verlo una vez. Juro que no se lo diré ni a un alma.

—No, él no lo apreciaría, estoy seguro.

Harry no estaba sonando tan confiado como intentaba. Ella sabía que el alcohol estaba trabajando a su favor. Severus seguía escuchando con atención; no estaba preocupado por la fidelidad de su amante, pero aún así estaba muy interesado en lo que la bruja querría de él.

—Por favor, puedes utilizar el hechizo que aprendiste, el que hace que se muestre la imagen en el aire. El hechizo de proyección —pidió ella mientras se sentaba en el sofá con un recipiente lleno de palomitas de maíz recién hechas—. Ey, ven rápido, ésta es la parte buena.

Harry regresó para encontrar a Hermione mirando la televisión fijamente.

—Eres una romántica —comentó, mientras el hombre de la pantalla abrazaba a la heroína, besándola apasionadamente.

Ella bufó; como si Harry no fuera también un romántico. No había pasado mucho tiempo antes que los créditos empezaran a pasar por la pantalla y Hermione comenzara a incordiarle nuevamente. Sin escucharla del todo, el chico pudo distinguir un ruido proveniente de la cocina. Kieran y Sev le habían enseñado a estar especialmente consciente de lo que le rodeaba, y él había estado practicando con diferentes sonidos. Estaba seguro que Severus acababa de Aparecerse en la cocina. Aguardó a que su pareja atravesara la puerta, y entonces se dio cuenta que el señor espía no pensaba hacer notar su presencia todavía.

Iba a divertirse un rato con Severus, y enseñarle que debía ser cortés y saludar a él y a sus amigos, en lugar de andar probando la habilidad de Harry para ser consciente de su entorno, pese a que, probablemente, su hogar tuviera mejores protecciones que el mismísimo Ministerio de Magia.

—Supongo, pero te lo digo, he esperado mucho tiempo para verlo. No puedo entender por qué te haces el difícil.

Severus se había congelado pensando qué querría ella que Harry le enseñara. Estaba a punto de entrar en la salita y dar a conocer su presencia, pero antes que pudiera atravesar el umbral, Harry asintió y Hermione le lanzó el hechizo, haciendo que la escena apareciera en el aire frente a ellos.

Allí, más grande que la vida, estaba el rostro de Severus. Una escena muy corta se repetía una y otra vez. Él estaba sonriendo. Una sonrisa que llenaba la cara e iluminaba los ojos. Sin casi nada más que el cielo azul de fondo era, aparentemente, un recuerdo de Harry mientras él estaba volando sobre el caballo de Hagrid. El Slytherin no tenía idea de que alguien le estuviera observando arriba en el cielo. Él estaba ahora parado justo detrás del sofá. Los otros dos rostros miraban la escena que se repetía ante ellos; ninguno de los dos parecía haberse dado cuenta que él se encontraba allí. O eso pensaba Severus.

>>Harry, parece una persona completamente diferente. Es como si supieras que algo existe, pero nunca lo has visto y te preguntas si será verdad. ¿Sabes a lo que me refiero?

—Lo que sé es que has bebido demasiado —se rió él, pero sabía que lo que ella decía era cierto; Severus se veía tan diferente con una gran sonrisa—. Esa imagen fue del primer día que Sev montó el caballo alado de Hagrid, para volar alrededor del castillo —explicó, sus ojos todavía fijos en la sonrisa de Severus, más grande que la vida misma—. ¿Crees que podrás llevarme a cabalgar alguna vez?

—¿Yo? —preguntó Hermione, confundida.

Severus sonrió, feliz de que Harry hubiera detectado que estaba ahí y no hubiera sido tomado desprevenido.

—Creo que se estaba refiriendo a mí —susurró el maestro de Pociones en la oreja de la chica, provocando que la pobre diera un gran brinco. Harry soltó una risita mientras observaba cómo saltaba y giraba tan rápidamente que prácticamente aterrizó sobre su regazo. La sostuvo entre sus brazos, apoyándola ante el repentino mareo que estaba experimentando.

—¡P-p-profesor Snape! —balbuceó, y de inmediato intentó agitar su varita para hacer desaparecer la enorme imagen del hombre sonriendo. Severus se hubiera echado a reír ante su reacción, si no hubiera pensado que la visión de él riendo haría que la pobre chica se descolocara del todo. La otra razón por la que no estaba riendo era que el movimiento de varita de la intoxicada chica casi había sacado un ojo a Harry. Afortunadamente, él no estaba llevando sus lentes de contacto y los anteojos recibieron la mayor parte del impacto.

Hermione estaba a punto de farfullar una ciénaga de disculpas por su deficiente puntería pero se detuvo impactada, parpadeando. Severus se había inclinado sobre el respaldo del sofá; había retirado con cuidado los anteojos de la cara de Harry, y su pulgar acariciaba un pequeño punto rosado, donde los lentes habían dejado una marca. Su toque sobre la piel del joven era tan tierno y acariciador, que ella casi gimoteó ante la vista. Definitivamente, había bebido demasiado.

Harry sonrió.

—Estoy bien —susurró, tranquilizando a Severus.

—Disculpa, Harry —dijo la chica, quién había vuelto a encontrar su voz. Se levantó, excusándose mientras se disponía a partir.

—¿Qué haces? —preguntó su amigo, abatido—. No te vayas.

—Yo debo estar de acuerdo —agregó Severus, sorprendiendo a ambos—. A juzgar por el poco nivel de líquido que queda en la botella, si en este momento se va a casa por la red flu, creo que aterrizará antes de alcanzar la alfombra de la salita de estar de sus padres.

Hermione estaba a punto de protestar, argumentando que sus padres no tenían una alfombra cerca de la chimenea, cuando se dio cuenta que una persona sobria probablemente habría dejado pasar ese comentario. Severus sugirió que tuviera cuidado al consumir alcohol que no hubiera sido embotellado antes de su nacimiento, y había lanzado una diatriba sobre tener una botella de whisky decente para paladares sin criterio.

Harry sólo reía, pues nunca había visto esa expresión en el rostro de Hermione. La mirada de estar completamente desorientada, como si le resultara difícil comprender una palabra de lo que el profesor estaba diciendo. Harry estaba seguro que Severus estaba utilizando algunas palabras rimbombantes adicionales para confundir la embriagada cabeza de su amiga.

Los tres insólitos compañeros estuvieron conversando durante la siguiente hora. Hermione hizo su mejor actuación de sobriedad y madurez posible. Harry, simplemente se relajó, disfrutando la primera vez que pasaba un tiempo con su amado en compañía de uno de sus amigos. Brevemente, se preguntó cómo habría resultado la noche si Ron hubiera estado allí. En realidad, no creía que Severus hubiera salido de la cocina de haber estado alguien más. Era un lento proceso que el Slytherin no estaba dispuesto a apresurar, incluso aunque sólo había un selecto grupo de personas que sabía sobre la relación de ellos dos.

Cuando Hermione se fue, Severus admitió que su conversación era soportable cuando no competía con alguien más para ofrecer información. Harry quiso protestar, objetando que el mayor había disfrutado su compañía más de lo que aparentaba, pero ahora tenía algo más en su mente. Estaba juguetón, y sorprendió a un confiado Severus, lanzándose en sus brazos. El otro le vio venir, pero no estaba preparado para las piernas que rodearon su cintura, obligándole a caer sobre el sofá.

Atacando su boca con vigor, Harry apretó sus piernas alrededor de la cintura de su amante, presionando deliciosamente contra él. Su agresiva lengua continuó saqueando la boca de Sev, hasta que un sonido de incomodidad le impulsó a separarse.

—Perdona —musitó, divertido, sacando una bolsa de caramelos de entre los cojines del sofá.

Severus le miró, curioso, comentando que casi nunca le había visto comer tal exceso de chucherías.

>>Los padres de Mione son dentistas. La mejor golosina en su casa son las galletas de avena endulzadas con jugo de frutas —explicó Harry, haciendo una mueca—. Ella necesitaba una dosis.

—Si yo necesitara una dosis, ¿también complacerías mis deseos en el verdadero estilo Gryffindor, con exceso? —gruñó.

—Eso depende de tus deseos —contestó, mordisqueando a lo largo de la mandíbula de Sev—. Puedo ser un Gryffindor, pero mi parte Slyterin se aseguraría de que fuera algo que yo disfrutaría —le tomó en un beso duro y dominante. Tan rápido como le empezó a besar, se alejó de nuevo—. Ey, ¿yo también puedo conseguir un deseo como todos los demás?

Severus rió entre dientes. No estaba acostumbrado a ver a Harry achispado y lo encontraba muy divertido.

—Dime —ronroneó—, ¿cuál es tu deseo?

—Hmm, ¿lo que deseo? —arrastró las palabras lentamente, pensando en su respuesta. Serpenteó encima de Sev, frotando la cadera contra la del hombre—. Deseo estar arriba —dijo con una sonrisa traviesa.

—¿Así que eso? ¿Y qué, te ruego me digas, te ha hecho creer que yo permitiría tal cosa? —preguntó con suficiencia.

Harry le miró primero aturdido, luego indignado. Severus no pudo seguir conteniéndose y empezó a sonreír, ganándose un golpe de Harry cuando éste se dio cuenta de que estaba bromeando,

—¿A eso le llamas puñetazo? Olvidas que he estado entrenando contigo cuatro veces por semana desde que comenzó el verano; conozco tus debilidades —declaró con una sonrisa malvada.

—No me asustas —replicó el joven, serpenteando nuevamente sus caderas contra las de Severus—. Sólo estás tratando de distraerme porque no quieres que yo esté arriba —expresó, arrastrando ligeramente las palabras.

—Deberías asustarte —sentenció, desabotonando los pantalones de Harry, tirando de su franela, deslizando los dedos por debajo del tejido de algodón. Los ojos verdes se abrieron de par en par mientras los largos y delgados dedos, que habitualmente le daban tanto placer, se movían ligeramente, subiendo por sus costados. Harry prácticamente gritó:

—¡No! ¡No te atrevas a hacerme cosquillas! —suplicó, retorciéndose para alejarse, haciendo que Severus gimiera ante la fricción.

—Debo hacer que te retuerzas con más frecuencia —gruñó.

Harry contuvo la respiración; afortunadamente, ahora los dedos estaban acariciando sus caderas con suavidad. No sería buena cosa vomitar sobre su amante, especialmente cuando estaba tratando de convencerle para que le dejara estar arriba.

—Ey, deja de distraerme. Quiero hacerte sentir tan bien como tú me haces sentir —hizo una pausa, tratando de verificar si la oración tenía sentido—. Ni siquiera soy tan grande como tú, ¿o acaso eso es malo? —de repente, se sintió inseguro de sí mismo.

—Estoy seguro que te sentiría delicioso enterrado profundamente en mi interior, es sólo que preferiría saberlo de antemano, para poder prepararme mejor. Y, no creo que quieras estar embriagado tu primera vez.

—¿Mejor preparado? Creí que ése era mi trabajo —musitó Harry, deslizando la mano hasta alcanzar el trasero de Sev.

—No me refiero a eso, y lo sabes.

Harry emitió un sonido de decepción ante sus palabras, pero no discutió, pensando que Severus tenía un punto, aunque él no lo admitiría.

>>Además —continuó el hombre—, eres un calenturiento chico de diecisiete años con media botella de whisky dentro. Si te diera gusto, probablemente te desmayarías en pocos minutos.

—¡Ey, eso dolió! —exclamó Harry, medio riendo—. Además, Herminnony también bebió, así que sería sólo un cuarto de botella. O eso creo —Severus rió entre dientes y permitió que siguiera hablando—. Soy un adolescente, tengo estanina, estanima… bueno, que puedo durar mucho rato —declaró con arrogancia.

—Creo que la palabra que estás destrozando es ‘estamina’ —corrigió Sev, jalando la franela de Harry para sacarla por su cabeza—. Quizás lo que procede es hacer un experimento —terminó, lamiéndose los labios.

—¡Hecho! —Harry sacó su miembro erecto, frotando una gota de pre semen de la punta—. Si me das gusto, y no me desmayo, ¿me dejarás estar arriba?

—Eso no es exactamente lo que quise decir, pero vale, es un trato —Sev le atrajo para besarle—. No puedo alcanzarlo precisamente, tendrás que dejarme subir.

El Gryffindor miró alrededor. Era divertido ver a Severus acostado de espaldas en el sofá, con las rodillas sobre el apoyabrazos y Harry recostado sobre él.

—No quiero dejarte subir; me gusta estar sobre ti —replicó con una sonrisa.

Las manos de Severus de nuevo asieron sus costados y le elevaron hasta la altura de su cabeza, para tener acceso a lo que deseaba.

>>¡Oh, Merlín! —gritó Harry cuando fue engullido por completo. Sus pantalones, todavía a la altura de sus caderas, evitaban que pudiera usar las piernas para lograr un balance. El maestro sostuvo sus caderas, mientras Harry mantenía las piernas derechas empujando hacia arriba. Ésta no era la forma en que había planeado estar arriba, pero no pensaba quejarse, en tanto continuaba embistiendo dentro de la ansiosa boca de Sev. Era difícil mantenerse en esa posición, pero Harry no pensó en detenerse ni por un segundo. Ni siquiera si eso significaba que sus pantorrillas terminarían con calambres debido a la posición; no pensaba ceder. Iba a conseguir aguantar, y luego estaría arriba de Severus. El solo pensamiento le llevó más cerca de la terminación.

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Harry despertó en su cama. Hijo de puta. Ni siquiera recordaba haber llegado a la cama. Cuando se sentó, se arrepintió profundamente de haberlo hecho. Recordó la posición que había soportado mientras Severus le había estado haciendo la felación. Había sido una posición agotadora. Severus no era estúpido. El dolor en sus piernas no era nada comparado con el dolor de cabeza que estaba casi al máximo.

—Dios —musitó, divisando el vial de la poción contra la resaca sobre su mesilla. Tragando el contenido del frasco, abrió la pequeña nota que acompañaba la compasiva cura.

Querido Harry

Los hombres corteses y respetables no señalan las desgracias de los demás, o los errores que cometen a pesar de las advertencias que pueden haber recibido. Pero dado que yo no soy ni cortés ni respetable, déjame indicarte que…

Te lo dije.

Sinceramente tuyo.

Severus

p.d: me llevé el resto del whisky a mi casa.


—Menudo bastardo que eres —dijo Harry, riendo.

Se levantó y se dio una ducha, ansiando su sesión de entrenamiento del día. Sev y él tenían una buena broma que jugarle a Kieran.

El escocés había estado molestando a Severus con el asunto de su amante. El maestro de Pociones, a cambio, había hecho todo lo posible para convencerle de que el cuerpo en su cama debía haber sido sólo una broma, ya que esa persona no se había manifestado, y que probablemente habría terminado la escuela en junio y no se había vuelto a molestar en preocuparse por él. Guardando las apariencias, Harry hizo todo lo posible por impresionar, prácticamente flirteando, pero no recibió respuesta de su irritable entrenador. Jugaron ese juego de siga la pista por semanas, hasta que unos días antes Kieran, que estaba todo confundido, trató de convencer a Severus de que admitiera sus sentimientos y se acostara ya. Durante todo ese tiempo, el escocés no le había confesado que sabía que era Harry.

En cuanto Harry se Apareció en el edificio, escuchó en su oído la sedosa y conocida voz.

—¿Dormiste bien?

El joven le sonrió brevemente.

—Eres un gilipollas.

—¿Discúlpame? Yo sostuve mi final del trato —se lamió los labios, probando su punto, antes de empujar a Harry detrás de una pared formada pon una pila de pacas de heno.

—Sí, supongo, pero la próxima vez, sostén el otro final —dijo Harry, moviendo las cejas sugestivamente —. Mmm —suspiró feliz cuando los labios de Sev se encontraron con los suyos, mientras el hombre le empujaba hacia el piso cubierto de heno—. ¿Cuánto faltará para qué llegue Kieran?

—No mucho —Severus musitó las palabras contra el cuello del joven—. Siempre llega temprano. Trata de atraparme descuidado y atacarme; es un viejo juego que nunca gana —succionó el lóbulo de la oreja de Harry, ganándose un gemido—. Trata de quedarte quieto, como si no quisieras ser descubierto.

—¿No es ése el punto?

—Sí, pero él es muy bueno. Kieran escucharía un ratón arrastrándose —Severus le lanzó una mirada severa cuando gimoteó de nuevo, pero no pudo reprimir una sonrisa. Le encantaba lo receptivo que era Harry.

Cuando Kieran se Apareció, su primera reacción fue esbozar una sonrisa satisfecha, pensando que había conseguido llegar primero. Pero al instante, se puso alerta al escuchar algo que se arrastraba en las sombras. Se movió con cautela por la habitación, hasta que pudo ver qué —o más bien quién— estaba en las sombras tras la barrera de heno. Cuando sus ojos se ajustaron a la luz, puedo ver las siluetas de dos cuerpos enzarzados en un beso ardiente. Un destello de luz contra la plata mostró el anillo de Severus en la mano que apretaba un joven trasero. Kieran se alejó tarareando, aliviado de que ellos estuvieran finalmente juntos. Distinguió el hechizo de silencio que estaba siendo lanzado, y se sintió agradecido por ello.

—Toma, dale diez vueltas —susurró Severus al oído de Harry, entregándole un giratiempo. No era igual al que una vez había tenido Hermione; éste sólo regresaba un minuto por cada vuelta y era muy pequeño. Harry le dio un sonoro beso y desapareció hacia su casa. Hurgando sus ropas, se cambió a algo completamente distinto. Peinó nuevamente su cabello, y envió a Hedwig con el giratiempo, regresándoselo a Albus como había prometido.

Cuando volvió a Aparecerse en el lugar del entrenamiento, vio a Kieran sonriendo y tarareando para sí mismo.

—Ey, Kieran —le saludó, alegre. El escocés se sobresaltó al verle. Dando un vistazo a la habitación, el joven preguntó—: ¿Dónde está Severus? ¿No es siempre el primero en llegar?

—Supongo que se retrasó —contestó el otro vagamente.

Harry escudriñó su rostro, entrecerrando los ojos.

—Estás mintiendo, él siempre llega de primero. ¿Se trata de alguna prueba? —preguntó, y comenzó a moverse con cautela alrededor del enorme recinto.

—Se retrasó una vez, cuando tuvo aquella reunión con Albus —razonó Kieran.

—Sí, pero entonces tú sabías dónde estaba. ¿Va a aparecerse desde algún lugar y atacarme? —interrogó, todavía alerta. Kieran se veía agitado—. Sabes, con todo ese acoso tuyo para que se acostara, creo que finalmente le agotaste. Pienso que va a pedirme que salgamos juntos —le dijo confidente, mientras seguía buscando al ‘perdido’ Severus. Justo cuando estaba a punto de saltar sobre el sitio en que Sev estaba oculto, fue detenido abruptamente por un hechizo que pasó al lado de su cabeza, enviando chispas rojas hacia las sombras. Harry giró en redondo para ver a Kieran con la varita fuera, pero se sobresaltó cuando un brazo hizo su camino alrededor de su cuello, mientras un segundo brazo sostenía una varita contra su cabeza.

—No permitas que te distraigan —ronroneó Severus en su oído—. Debiste ignorar el hechizo de Kieran y continuar tu investigación —le regañó, al tiempo que le sonreía al escocés.

—Lo sé, pero no me quería perder la expresión de la cara de Kieran porque yo te iba a encontrar ‘enrollado con otro hombre’ tras el heno. Además, yo había practicado esa mirada impactada y dolida —se quejó Harry con un puchero.

Para ese momento, el otro hombre se había dado cuenta de que le habían tomado el pelo. Severus dio vuelta a Harry entre sus brazos y se inclinó para reclamar sus dulces labios. Mientras se besaban, Kieran les gritaba obscenidades.

Durante el entrenamiento, Harry notó que el escocés estaba tratando de maldecir a Severus con más fuerza de la habitual. También notó que su Slytherin había agregado unas cuantas páginas al libro en el que marcaban sus progresos. Mirando por encima del hombro de su pareja, vio escrito el nombre de Fawkes, pero Sev no le aclaró porqué habían elegido ese nombre para él. Kieran, que todavía estaba de mal talante por la broma, le dijo que le habían nombrado como un fénix porque él no moría, pero Harry pudo notar que estaba siendo sarcástico. Al final, el escocés admitió que lo sucedido había sido una de las mejores bromas de Severus, y les dijo que se alegraba de que estuvieran juntos.

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Alrededor de una semana después, Harry tuvo oportunidad de visitar al verdadero Fawkes, durante un viaje a Hogwarts. Llegó a la cima de las escaleras, pero no escuchó la conocida voz permitiéndole entrar. Al tocar en la puerta no recibió respuesta.

—Supongo que está afuera —dijo a nadie en particular, antes de decir su contraseña personal, que le permitía acceder a su propia habitación a través de la oficina de la Dirección. Verificó la hora de su reloj con una sonrisa, y empezó a hurgar en el interior de una caja de papeles, hasta encontrar lo que estaba buscando.

Se sentó cómodamente en su vieja cama, leyendo el documento. Así fue cómo Albus le encontró. Chequeó nuevamente su reloj y alzó una ceja.

—Te estás volviendo más lento, Albus: no te estarás haciendo viejo, ¿verdad? —bromeó, mientras se levantaba para saludar al anciano apropiadamente. Albus le rodeó con sus brazos, como hacía siempre que encontraba al chico en su habitación de la torre.

—Aún no estás libre de mis castigos, jovencito —le regañó cariñosamente—. Y respecto a mi lentitud, ya Hagrid me había dicho que estabas en los terrenos, y que te veías muy bien —replicó, una sonrisa iluminando sus ojos azules. Ante un gesto de Harry, invitándole, el anciano se sentó en la cama—. ¿Qué tal te va viviendo solo?

—¿Quién está solo? —rió Harry—. Ron me visita cada vez que puede, Hermione y yo nos reunimos los jueves, y los gemelos van allí a preparar los productos que la señora Weasley no les deja hacer en su casa. Con buena razón, debo agregar.

Albus rió entre dientes.

—He escuchado que ya vas por tu tercer par de cortinas en la salita.

—¿Cómo supiste sobre eso? A veces me aterras —declaró con una mirada de incredulidad. Albus disfrutaba lo cómodo que el joven se sentía con él, aunque a veces Harry se perdía tanto en sí mismo que le hablaba como si estuviera con Ron, metiéndose en problemas por su lenguaje grosero.

—Te lo aseguro, no hay nada misterioso en el hecho. Cierto maestro de Pociones ha estado machacando sobre tu seguridad desde que permitiste que los gemelos Weasley utilizaran tu casa para sus investigaciones.

Harry se mordió el labio, ocultando una pequeña sonrisa. Amaba que Sev se preocupara por él.

—Él no está muy feliz de que ellos estén allí. Yo, hmm… dejo sus formulas de preparación en algún lugar visible, y al día siguiente habitualmente encuentro notas y cambios resaltados en rojo. Creo que las revisiones de Severus han evitado un montón de accidentes. También estoy seguro de que ha agregado protecciones extra al edificio —explicó Harry con vergüenza. Albus se mostraba más impresionado de lo que el joven le había visto jamás.

—¿Así que sabes sobre eso? ¿No te importa que él haya agregado sus protecciones personales sobre tu casa sin tu permiso?

—Oh, no. Me sorprendí cuando cubrimos el tema de las Protecciones en mi clase de Costumbres Mágicas para Muggles. No creí que eso tuviera mayor importancia, ni sabía que él se podía meter en muchos problemas por eso, si yo me hubiera quejado. Yo sólo pensé que era agradable que se hubiera preocupado lo suficiente como para hacerlo —explicó—. Lo note de inmediato. Era como si se sintiera un ligero zumbido de magia que no estaba antes allí. Pude sentir que era suya, ¿sabes? —Harry se sintió tonto, sin saber si lo que decía tenía sentido. Albus le sonrió y el joven dejó de preocuparse tanto. No iba a admitir que había sentido como si recibiera un abrazo mágico de Sev.

—La mayoría de los magos no son lo suficientemente conscientes de lo que les rodea como para reconocer otra firma mágica hasta que son mayores, o quizás si se entrenan para eso. Un día serás un mago muy poderoso, Harry; lo cual no implica que no seas ya el más impresionante mago de tu edad.

—Gracias, Albus —contestó con sinceridad.

El anciano le lanzó una mirada de reconocimiento. Harry no sólo le agradecía por el cumplido, sino por su franqueza. Con todo lo que había tenido que pasar en su vida, lo último que necesitaba era que su guardián le hablara con enigmas. Albus era Albus, y ocasionalmente daba respuestas vagas, pero trataba de no ser demasiado misterioso, y a cambio Harry era más comunicativo. Ya hacía mucho tiempo que había aprendido que era mejor decir la verdad cuando el anciano preguntaba si había algo que quisiera contarle. Todos los años que había dicho ‘no’, había terminado pagando cada vez.

—Veo que has estado leyendo las escrituras de Godric’s Hollow —comentó el Director, señalando el documento que Harry había estado revisando cuando él entró.

Albus y Harry continuaron su conversación tomando el té, mientras Harry aprendía sobre la propiedad y lo que tenía que hacer para reconstruirla. Albus le recomendó un mago al que podía contactar para informarse sobre los detalles de construcción y los códigos locales, e incluso mencionó que podría hablar con Filius Flitwick, pero no le aclaró para qué. Lo que en un inicio fue una parada para recoger unos papeles y tomar el té con Albus, se había convertido en una cena en el Gran Comedor con el resto del personal de la escuela.

Harry se sentó al lado del Director, ya que McGonagall iba a cenar fuera esa noche. Todos se mostraron sorprendidos al ver que Harry se había unido a ellos para cenar, y le hicieron múltiples preguntas sobre su nueva casa y lo que estaba haciendo. Momentos antes que apareciera la comida, el joven divisó la conocida túnica negra irrumpiendo en el recinto. Continuó su conversación con Filius, aguardando a que Sev le notara. El mago alto y oscuro caminó resueltamente hacia su lugar en la mesa, el ceño fruncido en su lugar. Por un momento, Harry pensó que estaba teniendo una reminiscencia de sus días de escuela.

Unos pocos profesores saludaron al maestro de Pociones con un breve ‘buenas noches’, que éste contestó asintiendo con la cabeza. En realidad, no miró a ninguno de los que le saludó; estaba perdido en sus pensamientos y miraba fijamente el interior de su taza de té, buscando respuestas a una pregunta que le había estado acosando. Harry notó que el cabello de Sev se veía especialmente grasoso esa noche. Hasta ese momento, no se dio cuenta que el hombre debía haber estado haciendo un verdadero esfuerzo para lucir bien ante él, ya que la mayor parte del tiempo se veía muy atractivo. Hasta ahora, sólo le había visto durante los entrenamientos o cuando estaban solos en su casa, así que no le había visto en su trabajo desde que finalizaron las clases. Ahora, había dicho hola al mismo tiempo que Hagrid, y muy bien podía haber sido mudo, pues Severus no podía haber escuchado nada en medio del vozarrón del semi gigante. Harry se sentía como una mosca en la pared, por así decirlo. Sería interesante ver cómo actuaba Severus cuando no había estudiantes alrededor, y siendo además obvio que no se había dado cuenta que él estaba allí.

—Severus ha estado elaborando una poción particularmente difícil desde anoche —explicó Albus. Harry asintió, con la boca llena de momento.

Escuchó atentamente mientras el Slytherin hablaba con la profesora Sprout acerca de una planta que precisaba para la poción que estaba preparando. El hombre había colocado su reloj de bolsillo sobre la mesa, y lo vigilaba entre mordisco y mordisco. Harry le vio comer a toda prisa, preguntándose cómo era posible que pudiera comer y fruncir el ceño al mismo tiempo. Pronto, Severus estaba recuperando su reloj y levantándose de la mesa, aunque los demás apenas iban por la mitad.

—Si me disculpan, tengo una poción a la que regresar. Buenas noches —dijo a nadie en particular, aunque era para beneficio de Albus. Luego se escucharon varios murmullos de buenas noches provenientes del resto de los profesores, por lo que Harry esperó hasta estar seguro de que Sev pudiera oírle.

—Buenas noches, Profesor —dijo cordialmente, y sonrió con calidez cuando Severus giró la cabeza con la rapidez de un rayo, habiendo reconocido su voz al instante. El hombre se veía bastante asombrado. Ni siquiera se había dado cuenta que Harry había estado sentado a la mesa durante la cena, y ahora dudaba entre el deseo de decir algo y la necesidad de regresar a la poción que no podía esperar. De todas formas, no había nada que pudiera decir en frente de tan heterogénea compañía, así que ganó la poción. Mirando atentamente a los ojos del inesperado invitado, Severus notó que Harry encontraba toda la situación divertida, y que luego se volvía a hablar con Hagrid, dejándole libertad para irse.

Severus entró cual tromba en sus mazmorras, disgustado consigo mismo, aunque no estaba seguro de el porqué. Frunció el ceño al ver su túnica; era de una tela teñida y gruesa que le protegía de las salpicaduras de ingredientes nocivos. Se había quitado la parte delantera desmontable —rehusaba llamarla delantal—. Aún así, no era un traje aceptable para cenar, pero había esperado que sólo estuviera el personal. Había convivido con ellos en el castillo por quince años, así que no dedicaba demasiado cuidado a tomar una comida rápida mientras una poción estaba en un punto en que era segura dejarla a fuego lento, sin vigilancia. Sus compañeros de trabajo se habían acostumbrado hacía mucho tiempo a que les ignorara en favor de contemplar el resultado de sus preparaciones.

Cuando las puertas del Gran Comedor se cerraron tras Severus, la mayoría del personal ya había regresado a sus conversaciones y su cena. Albus y Harry se miraron uno al otro, sin necesidad de palabras, y se echaron a reír.

—¿Un poquito distraído hoy? —preguntó Harry, con una risita.

—Eso pasa cuando uno está absorto en el trabajo —comentó Albus, haciendo una pausa mientras untaba un rollo con mantequilla—. Severus se apasiona con su trabajo. Las pociones forman una gran parte de lo que es.

Harry podía ver que ese comentario quería ir hacia algún lado, pero no estaba seguro de a dónde.

>>El verano terminará antes que nos demos cuenta, y ya no estarás entrenando tres días a la semana. Severus estará dando clases nuevamente, ¿Qué planeas hacer con tu tiempo libre?

Ah, así que esa iba ser una pregunta de ‘qué vas a hacer cuando seas grande’.

—No lo sé. Quizás trabajaré un poco más en mi bronceado, y tendré tiempo libre para organizar mi colección de Cromos Mágicos. Tengo veinte tuyos, ¿sabías? —preguntó con tono casual.

El anciano sonrió por la broma y dejó pasar el tema. Harry sabía que no esperaba una respuesta real, o no lo hubiera preguntado durante la cena. Era simplemente su forma de hacer que él pensara en el asunto. Una semana o algo así más tarde, cuando volviera a traer el tema a colación, Harry lo discutiría seriamente con él, al haber tenido suficiente tiempo para madurarlo.

>>Albus, ¿podrían los estudiantes utilizar el campo de quidditch para practicar mientras no haya clases?

—¿Preparándote para tu futura carrera? —indagó el Director—. No es ampliamente conocido, pero los terrenos de Hogwarts están abiertos al alumnado. Sin embargo, la mayoría de los estudiantes tendría que viajar una gran distancia, y habitualmente no es práctico, dadas las limitadas opciones de transporte de los jóvenes. Para cuando son lo suficientemente mayores como para Aparecerse, la mayoría tienen metas que están más ansiosos por alcanzar —terminó con una sonrisa.

—Genial —exclamó Harry a través de un rollito con mantequilla—. Ron y yo le dijimos a Ginny que la ayudaríamos a entrenar antes de las pruebas de quidditch.

—Ah, la última de los Weasley se une a las filas. ¿Sabías que ha habido al menos un Weasley en el equipo de quidditch desde que empezaron a estudiar en Hogwarts?

—Ron lo ha mencionado unas cuantas veces —comentó el joven—. Unas cuantas docenas de veces. ¿Cómo es eso posible? Bill es el mayor y no jugó.

—Antes que Charlie los capitaneara, Roger Weasley, un sobrino de Arthur, estuvo en el equipo. Era el buscador, creo —recordó Albus.

—¿Cómo es que puedes recordar toda esa mie… cosa? —el joven se recuperó rápidamente del resbalón. Albus frunció los labios—. No me extraña que necesites un pensadero —bromeó, y una risa que se pudo escuchar detrás de él le indicó que madam Hooch estaba disfrutando de su conversación.
Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 42. Invitado a cenar Blufire Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 42. Invitado a cenar Blufire Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 42. Invitado a cenar Blufire Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 42. Invitado a cenar Blufire


Abajo, en su laboratorio, Severus se lanzó un hechizo para eliminar cualquier migaja de comida que pudiera caer en su caldero y se lavó las manos a conciencia. Mientras se las secaba, echó un vistazo al espejo del lavamanos, notando que su cabello estaba tan asqueroso que ahora se separaba en mechones. Verdaderamente, necesitaba una ducha, para desprenderse de la capa de limo que parecía adherirse a él cuando estaba parado sobre una poción humeante durante horas, o días.

Cuando finalmente se le ocurrió que estaba enojado consigo mismo por la forma en que había lucido frente a Harry, se enojó aún más.

—Yo no soy un hombre elegante, y si eso es importante para él, que salga con Malfoy —gruñó para sí.

Su pequeño ataque de furia se detuvo ante el recuerdo de Harry en el Gran Comedor.

>>Se veía entretenido por mi distracción. Mocoso —continuó, divertido.

Por haberle ignorado durante la cena, decidió que ofrecería a Harry una cabalgata en el palomino volador de Hagrid. Rehusaba pensar que su decisión tuviera algo que ver con el deseo de que su pareja le viera con los apretados pantalones de cuero la próxima vez que se encontraran.





Última edición por alisevv el Mar Sep 14, 2010 11:18 am, editado 4 veces
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MensajeTema: Re: Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 42. Invitado a cenar   Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 42. Invitado a cenar I_icon_minitimeJue Mar 04, 2010 11:18 am

me gusto...mas!!

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MensajeTema: Re: Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 42. Invitado a cenar   Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 42. Invitado a cenar I_icon_minitimeVie Mar 05, 2010 3:53 pm

Wuauuuu!! muy lindo... aunque quede picada... ya quiero mas cap
esta muy bueno
espero conti pronto!
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MensajeTema: Re: Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 42. Invitado a cenar   Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 42. Invitado a cenar I_icon_minitimeMiér Dic 07, 2016 10:45 pm

Esa traviesa de Hermione jajaja mira que queriendo ver a Severus con esa sonrisa en la cara jajajja
Bueno y Harry que pasa con Harry quedando a medias en el camino jajajjaa, me encanto la forma en que Severus le hecha encara lo sucedido jajajaja y luego esa situacion tan peculiar en el comedor
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MensajeTema: Re: Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 42. Invitado a cenar   Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 42. Invitado a cenar I_icon_minitime

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