La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 40/41 III. Recuerdos y revelaciones III

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alisevv

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MensajeTema: Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 40/41 III. Recuerdos y revelaciones III   Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 40/41 III. Recuerdos y revelaciones III I_icon_minitimeMiér Feb 24, 2010 8:37 pm

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Death eater takes a holiday
Capítulo 40/41-III

Recuerdos y revelaciones III
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Luego de aparecerse tan cerca del castillo como le fue posible, Severus bajó a las mazmorras. Una hora más tarde salía de un vaporoso baño, envuelto en una larga bata de seda verde. Una toalla colgada de su cuello atrapaba el agua que se deslizaba de su cabello. Encendió el fuego de la chimenea antes de dejarse caer en la cama sin ceremonia alguna. En unos minutos, usaría la red flu para llamar a Harry. Lo había intentado antes de bañarse, pero no había obtenido respuesta. La chimenea del chico se había encendido, pero éste no había escuchado cuando le llamó, o le había ignorado. Pensó que ésta última era una marcada posibilidad.

—Snape, al fin volviste. Albus me dijo que no habías regresado desde el entrenamiento —dijo Kieran desde el fuego. Severus gruñó como respuesta—. Pensé que quizás habrías salido con la belleza que vi en tu cama el otro día. Olvidaste mencionar su nombre.

—No lo olvidé —contestó, enderezándose—. Ni pienso decírtelo.

—Cuéntame, ¿él lleva esas pequeñas cosas de satín negro todo el tiempo? Es que le sentaban tan apretados como un guante, y no pueden ser cómodos para llevarlos continuamente —comentó, con la esperanza de irritar a Snape.

—¿Discúlpame? —eso sí llamó su atención—. ¿Qué cosa de satín negro? —preguntó con curiosidad.

—¡Tú eres el que duerme con él, por Dios! —le hostigó Kieran—. Yo nunca podría acostumbrarme a algo tan… limitado —divagó, sabiendo que eso irritaba como el demonio al otro hombre.

Severus reflexionó sobre los detalles que Kieran estaba mencionando. No fue sino hasta la segunda vez que su amigo habló sobre el hombre en su habitación, que mencionó el hecho de que estaba en su cama. ¿Ahora estaba diciéndole que Harry sólo vestía algo apretado, de satín negro? Kieran era listo; nunca revelaba todo. Dejaba caer unas pocas gotas de información cada vez. Era un juego entretenido cuando estaban allá afuera, lidiando con esas escorias de magos con las que trataba, pero él ahora no estaba de humor.

—¿De qué rayos me estás hablando, Donnelly?

Kieran sabía cuando podía reírse a costa de Snape, y por suerte, cuando parar.

—¿Quieres saberlo? —preguntó. Severus asíntió, derrotado. Lo que menos deseaba era tener que admitir que no sabía qué había pasado en sus propios aposentos—. Él estaba acostado sobre tu cama, las piernas cruzadas y los brazos arriba, abrazado a la almohada. Estaba de espaldas, y su largo cabello estaba extendido, así que yo no podía ver su cara. Le asusté como el demonio, por lo que salió corriendo hacia el baño y cerró la puerta —se echó a reír ante el recuerdo, ahora que sabía que era Harry—. Prácticamente voló; fue una visión muy divertida —agregó.

—¿Y? —le incitó Severus, que conocía muy bien al hombre.

Kieran frunció el ceño.

—Y, él tiene una extraña cicatriz al final de la espalda, tres puntos alineados como si fuera una constelación —notó la expresión del maestro de Pociones cuando mencionó la cicatriz. Había sido un cambio leve, pero no parecía que supiera de la cicatriz; en lugar de eso, se mostraba indiferente, y eso para Kieran significaba que no había estado consciente de ello. ¿Cuándo habría sucedido eso?, se preguntaba—. ¿Por qué me estás haciendo esas preguntas? ¿Acaso no estás con el Hombre Misterio?

Severus bufó. Así había sido como Harry le había llamado antes que Dumbledore les presentara durante las pasadas vacaciones.

—El ‘Hombre Misterio’ podría hacerlo mejor —declaró el Slytherin.

—Severus, ¿cuántos hombres medio desnudos tienes en tu cama, respirando el aroma de tu almohada, cuando no estás por ahí? Si no te importara una mierda, no me hubieras preguntado sobre eso.

—No lo creo —replicó con sarcasmo, consciente de que Kieran tenía razón, pero tendría que ser severamente presionado antes de admitirlo. Sabía que su amigo estaba siendo tan serio como podía, dado que había utilizado su nombre de pila por primera vez en mucho tiempo.

—Sé que si fuera yo, y alguna chica estuviera esperando por mí, trataría de conocer mejor esa extraña cicatriz mientras estuviera enterrando mi varita —aconsejó Kieran con crudeza.

—No me maravilla que las mujeres acudan en bandada hasta ti, siendo un hombre con tanta elegancia y refinamiento —declaró Severus, con cara de poker.

—Sí, vale, me tengo que ir. Oigo algunos chicos que me están buscando. Me dicen que el cretino malvado hoy está de un humor espantoso.

Después que Kieran abandonara el hogar, a Severus se le ocurrió que los chicos que él mencionara que necesitaban curación podían haber sido heridos mientras Harry estaba dormido. Volvió a llamar al Gryffindor a través de la red flu, esperando que esta vez contestara. Encontró la conocida vista de la salita de estar de Harry, pero él no estaba allí. Volvió llamarle, sin éxito. Antes, había distinguido una tenue bruma producto de humo. Entonces, había creído que se trataba del fuego de la chimenea, pero ahora había una cantidad mucho más significativa de humo alrededor del lugar.

Severus maldijo al Ministerio por haber iniciado el programa que monitoreaba la red flu, mientras se vestía a toda velocidad y prácticamente corría hasta la zona de Aparición. Lucius trabajaba en el Ministerio, y podría descubrirle si utilizaba la chimenea para ir a casa de Harry. Eso no sería muy bueno para su tapadera.

Siendo el espía que era, se apareció en la salita de estar, inspeccionando lo que le rodeaba antes de alertar a Harry de su presencia. Se sintió aliviado al ver que el humo se había disipado, y se sorprendió al escuchar a alguien cantando. Harry estaba en la cocina, cantando. Sonrió y sacudió la cabeza, al escuchar la voz juvenil. Desentonaba esporádicamente, pero no estaba nada mal.

Pero no estoy loco, sólo me siento algo mal
Sé que en este momento no puedes decirlo
Pero quédate un rato y quizás puedas ver
Un lado diferente de mí


Severus dobló la esquina lentamente, consiguiendo una vista completa de la cocina. En el fregadero estaba una olla, conteniendo una sustancia quemada, ahora sumergida en agua. Harry estaba sentado ante una pequeña mesa, preparando un bocadillo de mantequilla de maní mientras continuaba cantando. Al escuchar las palabras con atención, Severus se preguntó si él realmente se sentía de ese modo, o si simplemente estaba cantando una canción que le gustaba.

No estoy loco, sólo un poco dañado
Sé que en este momento a ti no te importa
Pero muy pronto vas a pensar en mí
Y en cómo yo solía a ser.


—Harry —le llamó suavemente.

El chico se sobresaltó al ver un inesperado cuerpo en la puerta de su cocina.

¡Expeliarmus! —gritó, bastante impresionado. Se calmó ligeramente al darse cuenta de quién era.

—Buenos reflejos, pero funcionaría mejor con una varita —se rió Severus, pues el chico había estado apuntándole con un cuchillo de cocina—. Dejaste tu chimenea encendida, sin embargo, no contestaste. No me habría aparecido así, pero vi el humo.

—¿Así que como vives salvándome la vida todo el tiempo, decidiste venir a mi rescate?

Severus miró a su alrededor y divisó una botella de firewhisky casi vacía.

—Estás borracho.

—Diez puntos para Slytherin —farfulló Harry—. Sólo estoy un poquito bebido, la mayoría de las partes borrachas se han calmado. Algunas más que otras —se frotó la cicatriz.

—Beber no hace que el dolor desaparezca, muchacho tonto —le regañó Severus—. ¿Y si hubieras sido atacado en ese estado?

—Te expelearmose muy rápido. Sabes, es más fácil decirlo cuando no estás muy borracho. Esto no hace que el dolor se aleje, pero ya no me importa una mierda, así que ayuda —declaró, cambiando de tema. Severus no estaba seguro si había sido intencional, o si estaba demasiado borracho para pensar correctamente—. Si Voldemort va a seguir con su humor actual, voy a tener que almacenar una provisión más grande de pociones —dijo con total seriedad.

—Te traje algunas, pero no puedes tomarlas ahora, mezclarlas con el alcohol sería peligroso —explicó Severus, antes de agregar—: No me molesto con un hechizo de sobriedad, puede que ayudara a tu estado mental, pero los niveles de alcohol en la sangre permanecerían igual —colocó los viales en la mesa de la cocina y se giró para partir—. Buenas noches —dijo, mientras caminaba hacia la puerta.

—Eso está bien, vete rápido. No quieres permanecer más de tu media hora límite. Y pensar que ni siquiera conseguiste un rapidito —comentó Harry fríamente. Severus giró la cabeza con brusquedad—. ¿Qué? ¿Crees que no me di cuenta de lo que has estado haciendo? ¿Qué simplemente me mantendrías a distancia y yo no notaría nada? —Severus no tenía una respuesta para eso, así que el joven continuó—. ¿Por qué has estado haciendo esfuerzos tan malditamente fuertes para que no tengamos sexo?

—El típico adolescente, piensas que todo esto es sobre sexo —declaró el hombre, pero Harry saltó con rapidez.

—Merlín, Sev, sabía que ibas a hacerme esperar, pero, demonios, pensé que pasaríamos un gran verano juntos; pero te has empeñado a tal punto en mantenernos alejados, que no hemos hecho ninguna de las cosas que pensé que haríamos. No te he preparado ninguna comida… ¡cállate! —exclamó, cuando Severus rodó los ojos señalando la olla quemada en el fregadero—. Demonios, ni siquiera me tocaste durante semanas, luego que hablamos sobre Nott. Excelente para nuestra relación. ¿Pensaste que un puñado de rapiditos sería una mejora? No sé lo que quieres de esto, pero creo que sería mejor que dejáramos de tontear alrededor de ello hasta que decidas si soy lo suficientemente valioso como para que me hagas el amor. De este modo, con el sexo fuera del panorama, podrás quedarte más de treinta minutos, y podríamos disfrutar de nuestra mutua compañía para variar —había intentado expresar todo el discurso con sinceridad y dignidad, pero la mantequilla de maní pegada a su mejilla no ayudaba.

—¿Que no eres lo suficientemente valioso para que te haga el amor? No seas tonto.

Harry sabía que no era verdad, pero en su estado de ánimo, le había sonado bien en ese momento. Decidiendo que no deseaba que el alcohol estuviera en medio de su futura conversación, levantó su varita. Demonios. Dejó el cuchillo de mantequilla y tomó la varita, para luego recitar un encantamiento de sobriedad, o estaba a punto de hacerlo, pero lo pensó mejor antes de apuntar la varita contra sí mismo, en vista de lo mal que estaba pronunciando los hechizos en ese momento.

—¿Te importaría? —preguntó, y de inmediato fue recompensado con una mente clara que amenazaba un dolor de cabeza en cualquier momento. Severus era rápido con su varita—. ¿Podemos empezar de nuevo? —preguntó.

—Por supuesto —aceptó Severus, en un tono que a Harry le sonó molesto, aunque podía ser solamente su estado de ánimo.

—No vamos a conseguir llegar a ningún sitio si las cosas continúan como van. A eso es a lo que me refiero cuando digo que sería mejor que me abstuviera y así llegar a tener alguna clase de relación decente contigo. Pero no va a ser fácil si no te abres a mí. Si lo hicieras, podrías ver que no voy a salir corriendo cuando la verdad de tus maldades sea revelada —le aseguró con una sonrisa.

Había momentos en que Harry le enojaba, como ahora, pero era una de las cosas que le gustaban de él. No era igual a nadie más. No estaba seguro de que el chico pudiera manejar la abstinencia como sugería —después de todo, era un adolescente— pero tenía que darle crédito. En realidad, él se sentía aliviado de que Harry no estuviera satisfecho con los rápidos encuentros que habían tenido. Por dónde empezar…

Suspiró. Harry le ofreció asiento. Antes de sentarse, Severus tomó un pequeño vaso del armario y se sirvió el resto del firewhisky que quedaba en la botella. Miró el vaso como si tuviera todas las respuestas que estaba buscando, y bebió de un trago la mitad del contenido.

—No soy una persona agradable.

—A veces lo eres —le cortó Harry, pero Severus no estaba de humor como para ser interrumpido.

—¡Cállate! Si insistes que hagamos esto, entonces cállate y déjame hacerlo —era evidente que no le apetecía hacer lo que podría marcar el final de su relación con Harry—. Hoy preparé una poción que puede derretir la carne de un hombre, lenta y dolorosamente. Hago un antídoto que Kieran compra y usa para poder curar a los que hayan tenido la mala fortuna de siquiera acercarse a esa poción; son los Mortífagos que la han administrado y necesitan ser sanados, cuando alguna gota cae sobre ellos. Las pobres almas que sufren los efectos totales de la poción raramente sobreviven.

Harry puso todo su empeño en no acobardarse, y lo logró de una forma bastante pasable. Sabía que Severus iba a contarle algo malo, y que el hombre esperaba que él se asustara. Oraba porque no fuera algo tan terrible que le hiciera reconsiderar si realmente quería estar con el exMortífago.

>>Siempre que sea posible, las pociones que tienen efectos dañinos deben tener un antídoto. ¿Cómo supones que investigo tales pociones? Se me dio oportunidad de probar mis investigaciones cuando el Señor Oscuro me ofreció un hombre que se había negado a dar información. Pude darle mi poción, y probar los antídotos, hasta que el hombre entregó la información que se precisaba, y en ese momento debía ser asesinado —Severus tomó otro trago de su bebida—. En tres días, conseguí perfeccionar un antídoto, e hice grandes avances para otros proyectos en los que he estado trabajando, todo antes que el cuerpo del hombre expirara. Como bono adicional, perfeccioné la combinación de una poción con varios hechizos, la que fue utilizada para mantenerle vivo tanto tiempo —informó, pensando en lo agradecida que hubiera estado Poppy si le hubiera ofrecido dicha poción, que hubiera podido salvar varias vidas en su momento.

—Pero debías torturar al hombre si no querías ser descubierto. Y de no haber sido tú, alguien más lo habría hecho —argumentó Harry, en un intento por justificar las acciones del Slytherin.

—Sí, tenía que torturarle hasta que me diera la información, luego debía morir —replicó sin emoción, el rostro absolutamente inexpresivo—. Él me dio la información después de la segunda hora.

Harry estaba francamente horrorizado, por decir lo menos.

—¿Te lo dijo después de dos horas? —preguntó con incredulidad—. ¿Pudiste haberlo matado, pero lo mantuviste con vida tres días para poder probar tus pociones…?

—Iba a morir de todos modos.

—Sí, pero todo eso agregó tres días adicionales de tortura para su vida —replicó con sarcasmo.

—Me veo obligado a inventar pociones que son utilizadas para infligir dolor y sufrimiento. Tengo que vivir con eso. Sí yo creara tales pociones sin desarrollar una cura, o antídoto, no sería capaz de vivir conmigo mismo —suspiró mientras vaciaba el vaso—. Ese hombre había matado a otro a causa de una apuesta por un partido de quidditch. Para evitar las preguntas del Ministerio, lanzó la Marca Tenebrosa sobre la casa del hombre muerto, para simular un ataque mortífago —apoyó los codos sobre la mesa, mientras las puntas de sus dedos trazaban líneas a lo largo de sus cejas y sienes—. Los Mortífagos no toman tales impertinencias a la ligera.

Harry se levantó, sacudiendo los restos del emparedado de mantequilla de maní en el cubo de la basura. Se colocó frente al fregadero, apoyando las manos en la porcelana, mirando a la nada. Que Severus usara un hombre para probar pociones, era un pensamiento perturbador. Incluso si era un hombre horrible y las pociones muy importantes, ¿justificaba la tortura involucrada? ¿Era eso lo peor en lo que Severus podía pensar, o era algo regular, de forma que si le decía que eso no le importaba, podría contarle cosas incluso más horribles?

—Severus —comenzó lentamente—, yo veo y siento las emociones extremadamente fuertes de ese bastardo malvado, y debido a eso, puedo ver el verdadero trabajo de los Mortífagos. También te he visto. Te he visto bajo el cruciatus, y te he visto haciendo cosas impensables. Debido a la naturaleza de mi enlace, sólo he podido observarte cuando estás bajo la vigilancia de los ojos rojos del monstruo, teniendo que actuar como uno de sus fieles sirvientes. Siempre te he visto en control; cada uno de tus movimientos, calculados. A Malfoy también le gusta mostrarse así, pero él lo disfruta. Ese hombre me asusta.

Reflexionó por un momento. Ésa era la diferencia con Severus. Él podía ser atemorizante, pero Harry no le tenía miedo.

>>Tu historia sobre ese hombre es realmente perturbadora. Eres capaz de hacer cosas con las que me resulta difícil conciliar —le miró a los ojos. Severus lucía como si estuviera esperando su sentencia—. Cuando me enamoré de ti, ya sabía lo que hacías. Cierto, no conozco todo, o todos los detalles, pero ya había visto más de lo que me gustaría ver por toda mi vida, antes que me diera cuenta que había mucho más en ti que el cretino malvado que conocí mientras crecía.

—Yo soy ese cretino malvado.

—Sí, lo eres, y yo todavía soy detestable y… ¿cómo me decías? Oh, sí, un mocoso insufrible, pero aún así conseguiste dejar de odiarme —musitó con una sonrisa—. Son tus otras cualidades las que hicieron que me enamorara de ti. Ciertamente, no viniste aquí esta noche y me dijiste todas esas cosas porque soy un mocoso, que, por cierto, puede que no sea demasiado intolerable —dijo con una sonrisa—. Debe haber más.

Severus se levantó de la mesa y se paró frente a Harry. Su inexpresivo rostro hacía imposible saber lo que estaba pensando, o lo que podría decir a continuación.

—En realidad, mi término preferido para designarte ha sido mocoso insufrible.

—Espero que no sea sólo mi elegante trasero lo que te mantenga dando vueltas por aquí —sonrió, y su traviesa lengua se lamió los labios.

—Entre otras cosas —replicó Sev vagamente, curvando ligeramente los labios—. Estoy bastante seguro de que no es mi trasero el que te ha vuelto tan tenaz.

—Olvidas que nunca he visto tu trasero. Al menos, no desde que tenías dieciocho. Pero está bien, puedo esperar —comentó, esperanzado.

Severus observó mientras el joven limpiaba la mesa, e hizo una mueca de dolor cuando se inclinó sobre ella para alcanzar un vaso vacío.

—¿Cuántas veces sufriste sus maldiciones hoy? —preguntó el maestro, guiándole hasta una silla. Harry hizo otra mueca de dolor.

—Fueron unos cuantos crucios, pero no demasiados —contestó vagamente. Estar sobrio nuevamente traía a su mente la plena conciencia de su cuerpo, con todos sus achaques y dolores. Severus le observó con sospecha—. Me caí del sofá y me golpeé la espalda contra la mesita de centro —admitió, avergonzado.

—Date vuelta —ordenó Severus. Harry obedeció, permitiendo que el hombre le levantara la camisa, exponiendo un oscuro moretón—. Tengo un ungüento que te ayudará con esto —miró la salita; el sofá no se veía cómodo para eso—. Si te acuestas, puedo aplicártelo —ofreció.

Harry no era tonto; en menos de un suspiro, estaba sobre su cama, dispuesto a quitarse la camisa. Severus se detuvo a los pies de la cama, mientras Harry se arrastraba hasta su almohada. Cuando se arrodilló para quitarse la camisa, jadeó agudamente mientras su dolorida espalda protestaba por el esfuerzo. Severus fue inmediatamente a su lado, arrodillándose con una pierna sobre la cama y la otra todavía en el suelo. Manos fuertes y gentiles quitaron la prenda lentamente. El ofensivo moretón tenía forma de medialuna, similar al borde de la mesita oval en la salita de estar. Severus alcanzó el bolsillo de su túnica, sacando el saquito que utilizaba para llevar las pociones.

—Toma esto —ofreció, entregándole un pequeño vial verde.

—¿Qué es? —interrogó Harry, viendo la imagen de una serpiente en la etiqueta.

—Esto aumenta la circulación —la desorientada expresión del rostro de Harry incitó a una mejor explicación—. La poción ayudará a que el alcohol abandone tu sistema más rápido, pues acelera el metabolismo y mejora la función del hígado. Luego, podrás tomar una poción para los dolores y los músculos tensos. Mientras tanto, los músculos siempre pueden ser relajados con el viejo método —terminó, al tiempo que echaba una porción de ungüento en sus manos.

Harry bebió la poción para ayudar a su cuerpo a expulsar el alcohol, y colocó el vial vacío en la mesilla de noche.

—Ésa es una poción que se usa para las mordidas no letales de las serpientes; ayuda a eliminar más rápido el veneno, de allí la serpiente en la etiqueta —dijo Harry, recordando uno de los muchos discursos que Severus le había dado en el transcurso de los años. Su recompensa fue un comentario despectivo acerca de su conocimiento de pociones, y un par de manos frías sobre su espalda. Afortunadamente, el ungüento calentó rápidamente la piel.

Severus comenzó con el moretón, pero cuando llegó a la base de la espina, empezó a subir nuevamente. Notó que los jeans de Harry debían estar abiertos, pues la cintura se veía holgada y colgaba ligeramente sobre las caderas. Las puntas de sus largos dedos trazaron suaves círculos sobre la zona baja de su espalda. Mientras los roces se repetían la presión aumentaba, así como también el tamaño de los círculos. Poco después, Severus estaba haciendo amplios movimientos por encima de la espina dorsal, llegando hasta los hombros y regresando por los costados. Después de diez minutos o algo así, la zona lumbar de Severus estaba empezando a doler, de la incomodidad que sufría al inclinarse para dar el masaje. Finalmente, cedió; se quitó sus botas y se sentó a horcajadas sobre los muslos de Harry, en una posición mucho más cómoda para salvar su propia espalda dolorida.

Soltando un profundo suspiro, Harry estaba en el cielo.

—Oh, dulce Merlín, eso se siente tan bien —gimió—. Por favor, no te detengas… nunca —suplicó.

Severus amasó y manipuló músculos que Harry ni siquiera sabía que tenía. A pesar de no desear perderse ni un segundo de esto, el joven podía sentir que sus ojos se estaban cerrando. Fue vagamente consciente de que la presión sobre sus muslos cedía y Severus se deslizaba hacia un lado, quedando acostado junto a él. Un mano continuo manipulando alrededor de su cuello y cuero cabelludo. Nunca imaginó cuán maravilloso podia sentirse. Trató de formular palabras para expresar su agradecimiento, pero su cuerpo se había convertido en un pozo de algún tipo de sustancia derretida. Eventualmente, la mano se retiró de su cabeza y cuello. La cama crujió mientras Severus se sentaba. Una mano pesada cayó sobre su brazo, impidiendo que se marchara.

—Por favor, quédate.



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MensajeTema: Re: Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 40/41 III. Recuerdos y revelaciones III   Death Eater Takes a Holiday. Capítulo 40/41 III. Recuerdos y revelaciones III I_icon_minitimeMiér Dic 07, 2016 7:10 pm

Me partí de risa con la imagen de Harry, el cuchillo y la mantequilla jajjajajjaja, definitivamente el alcohol no es bueno para la salud mental de nadie jajajaja.
Bueno las cartas están sobre la mesa y ahora que va a pasar Severus caera en los tentadores brazos del pequeño Harry o seguirá resistiendo, espero que ya se deje de tonterias jajjaja
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